España es un polvorín

Por ahora todo va bien. Los pronósticos más agoreros no se materializan de momento. España crece y crea empleo. Con todo esto por delante presume de buena gestión el gobierno. De las crisis se sale gastando más, endeudándose más, aumentado el tamaño del estado, subiendo las pensiones y los salarios, incrementando el desfase de las cuentas públicas, persiguiendo a las empresas y subiendo los impuestos. ¿O no?

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Desde cierto punto de vista alguien podía pensar que efectivamente todo eso que podían parecer barbaridades está dando buenos resultados. Sin embargo la cosa no es tan sencilla. Primero tenemos que hablar un momento de la ayuda de la Unión Europea, y después de las vacas gordas y de las vacas flacas.

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Para empezar España estaría quebrada sin el respaldo de la Unión Europea. Si este gobierno, en vez de afrontar un plan de rescate con sus consabidos recortes y sacrificios, puede aumentar el gasto, elevar la deuda y en cualquier caso incrementar todos los desajustes de todas las cuentas públicas, es gracias al respaldo del BCE y de la UE. De hecho llegará un punto en que habrá que preguntarse por las responsabilidades de la UE en todo lo que pueda pasar. Aparte de fomentar el aumento de los desajustes que en algún momento habrán de explotar con su consiguiente devastación, la UE esta manteniendo artificialmente la popularidad de un determinado gobierno de un determinado color. Lo hace además, entre otras vías, comprando deuda pública a través del BCE que obviamente la paga creando/imprimiendo euros lo que devalúa el euro y agrava la inflación.

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Pero dejemos de momento a la UE y volvamos a la Biblia.

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O sea, a las vacas.

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Porque eso de las vacas gordas y las vacas flacas era un sueño del faraón, descrito en el Génesis, por el que se le advierte que después de los años de prosperidad vienen los años de necesidad. O sea, que ya la Biblia nos advierte del carácter cíclico de la fortuna y la economía.

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El caso es que las medidas estructurales que toma un gobierno no sirven para nada si, además de para los tiempos de vacas gordas, no valen para los tiempos de vacas flacas. O sea, si un gobernante crea una estructura de gasto público y unas necesidades de pago que se pueden sustentar sólo en tiempos de vacas gordas, cuando llegan los tiempos de vacas flacas quedan sentadas las bases para la quiebra del estado. Desde los elevadísimos niveles actuales de deuda, impuestos y recaudación, por ejemplo, ¿cómo afrontaría un desplome de los ingresos fiscales el estado español? Es posible que no haya muchas cosas de las que podemos estar seguros en la vida, pero una de esas cosas es que más tarde o más temprano siempre llegan las vacas flacas. Por eso hay que ser un insensato para no parar de adoptar medidas y asumir costes que sólo pueden resultar viables en tiempos de vacas gordas.

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Si el hecho de que las vacas flacas acaban llegando es una certeza, el momento concreto en que llegan suele resultar en cambio elusivo. No obstante, los astros parecen bastante alineados para que se pueda esperar un invierno duro. Todo este entramado de gasto que el actual gobierno de Sánchez viene aumentando y aumentando, y que incluso en tiempo de vacas gordas sólo se puede mantener por el respaldo externo del BCE y de la UE, ¿cómo aguantará en el momento en que lleguen las vacas flacas y cómo puede afectar su colapso al conjunto de la población? Es por ello que no resulta exagerado afirmar que España es un polvorín.

Y por si los desajustes económicos no fueran ya suficiente almacenamiento explosivo para la encrucijada que nos pueda llegar, no cabe duda de que el polvorín alberga además una gran cantidad de sustancias políticamente inflamables que por simpatía tampoco pueden dejar de estallar. Si llegan las vacas flacas será muy difícil que el gobierno social-comunista no caiga con ellas pero al mismo tiempo, si tiene que llegar otro gobierno para imponer sacrificios y poner orden en la situación, será complicado que los social-comunistas (y sus socios separatistas aprovechando la coyuntura) no hagan arder las calles desde su regreso a la oposición. No es por desanimar, sino por estar preparado para los tiempos duros que pueden llegar. Feliz futuro en el polvorín español.

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Un comentario

  1. El problema es que por ejemplo en Navarra todo apunta que vais a disfrutar otros cuatro años más de lo votado, hasta mínimo 2027

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