Una noticia sorprendente, ocurrida en Pamplona en la madrugada del viernes al sábado, saltaba a los medios este fin de semana. La agresión de unos okupas al dueño de un bar de Jarauta colmaba la paciencia de los vecinos, que acudían a centenares al inmueble okupado a linchar a los okupas, cosa que sólo evitaba un amplio despliegue policial que, no obstante, recomendó a los okupas abandonar el edificio porque no podían garantizar indefinidamente su seguridad, recomendación que por cierto parece que siguieron los okupas.
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Decíamos que la noticia resulta de lo más sorprendente porque, al menos desde ciertos medios, ciertos partidos y ciertos colectivos populares, se suponía que los vecinos del Casco Viejo, los comerciantes y los hosteleros vivían encantadísimos con los okupas y los consideraban una bendición para la zona. Ahora nos hablan de un narcopiso y una fuente de agresiones y conflictos. Increíble, unos okupas creando problemas en la zona y dedicándose al trapicheo. Quién hubiera podido pensarlo.
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Se trata, por otro lado, del mismo inmueble y el mismo grupo de okupas de la denuncia de violación de la que no se puede hablar por prudencia, y en apoyo de cuya denunciante no se organizan marchas masivas ni protestas populares porque hay que seleccionar muy bien las denuncias a las que se da credibilidad automática y a las que no, en función de la ideología de los denuciantes y los denunciados, por supuesto.
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Con lo complicado que resultó expulsar a los okupas del gaztetxe Maravillas, hay que ver también lo sencillo que ha resultado desalojar a estos otros, instalados en un inmueble municipal para más señas. Tal vez tenga algo que ver en ello que la agresión que ha colmado el vaso se haya producido en un bar conocido por su proximidad ideológica a la izquierda abertzale. Sobran la policía, los jueces y los deskupas cuando tienes a tu disposición un par de centenares de “txabales” que, como todo el mundo sabe, lo mismo sirven para un roto que para un descosido y de trifulkas tabernarias saben un rato. Eso sí, la historia se parece un poco a la del hombre que se libra del perro que le persigue consiguiendo que le persiga un tigre. Esperemos que esta Pamplona de los 4 años de gobierno del cambio no la añoremos con nostalgia si llegan a 8.
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Un comentario
Desde luego. Como le sacuden al del bar katu, nido infecto..echan a los okupas. Hala, incoherentes. No eran tan buenos los okupas??