La televisión del PSOE manda al fin un gesto claro al PP y Ciudadanos para que apoyen la investidura de Pedro Sánchez y los socialistas puedan desmarcarse del separatismo. El gesto es entrevistar a Otegui en la TVE. Sí, esa que nos cuesta a los españolos 350 millones de euros al año y que se justifica por ofrecer servicios públicos que no ofrecen las privadas: entrevistar a Otegui, por ejemplo. Aunque ni eso, porque entrevistar a Otegui también lo hace en La Sexta el “follonero”.
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El escándalo tiene tantas facetas que resulta difícil elegir por dónde empezamos.
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El propio hecho de que un terrorista sea entrevistado en la TVE. ¿Qué será lo próximo? ¿Entrevistar a la manada?
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Que la entrevista sirva para blanquear a ese terrorista y su partido.
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Que a su vez ese blanqueamiento tenga como fin avalar y estar al servicio de los pactos del PSOE para hacerse con el poder estatal, municipal y autonómico.
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Que una televisión que pagamos todos sirva para pagar una campaña del PSOE.
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Que las víctimas de ETA tengan que pagar las entrevistas al jefe de la rama política de sus verdugos.
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Recordemos una vez más que ETA era una organización con dos filiales: los de la parabellum y los de la moqueta. Los de la moqueta iban al Congreso, al Parlamento Vasco, al Parlamento de Navarra o a los ayuntamientos a soltar sus proclamas, y al que les llevaba la contraria los de la parabellum se encargaban de ejecutarlo.
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Curiosamente, Otegui (como Ternera) estuvo tanto en el lado de la parabellum como en el de la moqueta. O sea, que es un terrorista perfecto. Un etarra completo. Secuestrador y diputado. Carcelero y defensor de los presos.
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Para que Otegui aparezca a través de la pequeña pantalla en los hogares de los españoles por un canal público hacen falta al menos tres requisitos:
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1-Que haya una televisión pública, o sea del gobierno.
2-Que Bildu tenga unos diputados aquí y allá que el PSOE necesita.
3-Que el PSOE no tenga escrúpulos en valerse de esos diputados para estar en el gobierno.
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No hablamos con Bildu, pero ponemos TVE a su servicio
Gobierne quien gobierne y lo haga bajo la fórmula y las alianzas que haya, una constante de nuestra historia es que nadie cuestione la existencia y el coste de las televisiones públicas. Como no hay partido que no tenga una comunidad en la que tiene una a su servicio, no cabe el debate sobre las televisiones públicas. Da igual que sean meras agencias de propaganda del gobierno de turno, precisamente por esto son intocables. Hasta en Andalucía, donde VOX amagó con repensar la televisión autonómica, todo sigue en el punto que estaba. Por si el ahorro para el bolsillo de todos los españoles no fuera poco, por si evitarnos a Otegui no bastara, acabar con el canalerío público sería arrebatar al nacionalismo uno de sus principales instrumentos de crispación y adoctrinamiento. Esperemos al menos que si hemos tenido que tragarnos a Otegui en la televisión pública al menos no sea por una exigencia negociadora del propio Otegui al PSOE, que sería lo que faltaba rematar el diagnóstico.
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Un comentario
Leo a Toni Cantó, que transcribe esta frase de Otegui: “Lo siento si alguna vez hemos causado más dolor del necesario o del que teníamos derecho a hacer”
¡”necesario”!, ¡”derecho a hacer”!
Tal vez se pueda ser más hdp, pero es difícil.