Escándalo en el colegio mayor

“Qué más da si la política nos crispa, si cuando pegamos un polvo saltan verdaderas chispas, ya sabes fuera de toda sospecha, follarse a pijas es follarse a la derecha”. O bien, “Chúpame la minga Dominga, que vengo de Francia, chúpame la minga Dominga, que llevo sustancia”.

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No, no es que sea viernes y hayamos tenido una semana difícil, es que lo anterior corresponde a letras de canciones que la izquierda dominante y sus altavoces mediáticos permiten entonar. O sea, interesa saber lo que la izquierda permite y lo que no (y a quién), o lo que considera machista, delito de odio y previolación o no, por si un día a alguien le da por cantar en un colegio mayor. Todo lo anterior, según la izquierda, no es machista y se puede cantar. O por lo menos, nadie de la izquierda saltó al cuello de Pablo Iglesias o de Echenique cuando hicieron sus respectivas gracietas con esas canciones.

Dicho lo anterior, los cánticos de los estudiantes del Colegio Mayo Santa Mónica de Madrid nos pueden parecer soeces, irrespetuosos, machistas, abominables y barriobajeros. Pero por un lado de eso a prácticamente terrorismo hay algo más que un paso. Y por otra parte o perseguimos todo lo soez y barriobajero y todo con la misma intensidad y el mismo ímpetu, o dejamos al Código Penal un poco tranquilo.

Lo irónico de todo esto es que se rasga las vestiduras ante este resultado el mismo tribunal popular que se reiría del Amo a Laura o de unos tunos que fueran a cantar bajo el balcón de una chica una canción de los panchos. Dicen ahora los políticos progresistas de turno que esta es la prueba de que hay que tomar la educación por asalto. Por el contrario, este es el resultado de haber tomado ellos la educación por asalto. Había que destruir a los obispos porque eran un obstáculo para la animalización de la sexualidad humana. Pues bien, ahí tienen a la sexualidad humana animalizada. Disfruten del resultado. Parte de ese resultado es que ahora las mandarinas del feminismo se escandalizan de la sexualidad y hablan de ella como si fueran obispos. Pero no unos obispos católicos normales. Unos obispos neopuritanos, protestantes y desnortados. Por supuesto esto pasa el mismo día que anuncian que familia para ellos es cualquier cosa. Compañero de piso, por ejemplo. Ser vivo cohabitante, acaso, aunque hablemos de geranios o gatos. Se trata de destruir la familia porque si todo puede ser familia entonces nada lo es. Se horrorizan del resultado, pero se reafirman en que para evitar este resultado hay que insistir con mayor empeño en seguir por el mismo camino que nos está llevando a este resultado. Destruyen los modelos tradicionales sin darse cuenta que si algo se convierte en tradicional es básicamente porque funciona. Ni nuestros antepasados eran tan tontos ni nosotros tan listos. Tampoco estamos descubriendo nada nuevo. Lo que no es tradicional no suele ser nada nuevo, sino algo que no llegó a ser tradicional porque no fue lo que funcionó. Conviene entretenerse un poco en este tipo de reflexiones antes de pensar que algo bueno vendrá sin más del hecho de destruirlo todo.

Volviendo al asunto de los cánticos colegiales escandalosos, nuevos vídeos que se han publicado ampliando el caso incluyen el de las chicas del colegio mayor femenino de enfrente replicando a los chicos y entrando a su juego. Pero asimismo se ha filtrado otro vídeo de otros chicos en otro colegio haciendo el saludo nazi durante una canción. Claro que se escandalizan particularmente por ello, con alguna razón, quienes en absoluto se escandalizaron cuando era Pablo Iglesias el que cantaba tras una bandera de la URSS. O los que consideran normal el “soviet” permanente de la Universidad Complutense en Madrid.

No tenemos la vocación de defenderlo todo ni las energías para ello, pero esta crónica reflexiva tampoco puede excluir lo que a lo mejor es lo más preocupante de todo, que no es lo anterior, y no es que no haya nada preocupante en todo lo anterior. Desde hace días nos preguntamos extrañados por qué la revolución de las mujeres iraníes encuentra tan poco eco en los medios españoles, no digamos en los partidos políticos, y más cuanto más a la izquierda nos movemos. Pues bien, galopadas contradictorias aparte, a lo mejor es que en el fondo nos identificamos con el régimen iraní porque al igual que en Irán parece que también tenemos una naciente policía moral de ciertos ayatolás aquí. Nuestros ayatolás llevan una estrella roja, una bandera LGBT o un pin de la Agenda 2030 en vez de turbante, pero tienen la misma vocación de ayatolás y de policías de la moral, su moral, o como queramos llamar a su código de conducta no optativo para el 100% de la población.

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Volviendo a las canciones del principio de Echenique y Pablo Iglesias, es que al final o los devora su hipocresía o los devora su propio puritanismo pseudomoral. Aunque es hacia lo que vamos nadie puede sobrevivir a un tribunal inquisitorial con una cámara que le grabe 24 horas detrás, y ahora casi todo queda grabado en un móvil. A lo mejor pronto nuestro propio móvil graba automáticamente las frases que el algortitmo interprete como machistas, homófobas, xenófobas, odiadoras, discriminatorias o bulos y directamente le manda la grabación a la fiscalía. Tendremos que preguntarnos a cuenta del vídeo del colegio mayor  si efectivamente es  hacia ahí a donde vamos y si es a ese Irán cibernético, esas lapidaciones mediáticas y a esa policía de la moral adonde queremos llegar.

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