Ni nucleares, ni pantanos, ni gaseoductos

Todos los días la energía es noticia por un motivo o por otro. Lógicamente, puesto que estamos viviendo una crisis energética. No una crisis sólo energética, pero también una crisis energética. Igual que a una persona con las defensas bajas se le acumulan todas las enfermedades, algo así parece que le sucede también a la economía. Pero centrémonos por un momento en hablar de energía.

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Puesto que todos los días la energía es noticia, resulta inevitable que exista un debate social en torno a las fuentes de energía. La respuesta de la izquierda a este debate resulta de lo más pintoresca. Desde luego no a las nucleares. No a los pantanos. Y no además a los gaseoductos. Con este tipo de planteamientos cómo no vamos a tener una crisis energética. Es increíble, con o sin Putin, que con este tipo de planteamientos se pueda tener energía. La crisis energética que atravesamos obviamente es hija en buena medida de este tipo de planteamientos. Irónicamente, los que más se rasgan las vestiduras por la pobreza energética son los mismos que se oponen sistemáticamente a casi todas las fuentes baratas, independientes y abundantes de producción de energía.

Como todo el mundo sabe la energía solar o eólica tienen un importante problema y es que ni el sol ni el viento están asegurados todos los días. Comoquiera que la energía eléctrica no se puede acumular a gran escala y que no podemos cerrar el país de noche o los días que no hay viento, las renovables tienen que tener el respaldo de algún tipo de fuente que no dependa de las circunstancias: la nuclear o el gas, por ejemplo. El problema del gas, aparte de su precio, es que emite CO2 y que nos hace dependientes de países como Rusia o Argelia. La gran pregunta es, ¿sabemos lo que queremos?

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Para empezar, ¿queremos energía? Porque si no queremos energía y a lo que aspiramos es a vivir como los indios o los hombres de las cavernas fin del problema. ¿Es esto lo que quiere la izquierda? ¿Hemos llegado al punto en que pensamos en que la única alternativa ecosostenible es la miseria? Si es así lo cierto es que el socialismo y el comunismo, valga la redundancia, son la receta perfecta para alcanzar con la mayor rapidez posible ese deseable punto de miseria sostenible para el planeta.

Ahora bien, si queremos luz, calefacción, agua caliente, comida cocinada, medios de transporte, productos manufacturados, comercio, riqueza, crecimiento… en tal caso necesitamos energía. Si la izquierda quiere algo que no sea la miseria entonces que se aclare, porque no se puede estar a la vez en contra de la miseria y en contra de los pantanos, los gaseoductos, el carbón, las nucleares y el frácking. Es decir, se puede estar en contra de alguna de estas fuentes, pero no en contra de todas. Salvo que la miseria energética pase de ser una adversidad a un estado deseado y buscado, con todas las consecuencias que ello implica.

Contra lo que pueda parecer, imponer cortes de energía y limitar el consumo energético es algo más que una anécdota. No puede haber crecimiento con una energía limitada. O tenemos tanta energía como necesitemos y a un precio razonable o podemos despedirnos de vivir en una sociedad próspera en la que crezca la economía. No puedes crecer más allá de la energía que eres capaz de generar. O nuestros gobernantes bienamados garantizan una producción energética abundante y barata o la miseria energética, la miseria sin más, será el punto en el que acabemos tanto si eso es un objetivo deseado como si no.

En este sentido, carece de lógica el discurso de desechar programas que no vayan a resolver la crisis en cuestión de semanas o meses. Para empezar, ¿quién puede saber cuando comienza una crisis si va a duras semanas, meses o años? Por otro lado, si tanto tiempo cuesta resolver una crisis energética, empecemos a sentar las bases para encarar no ya esta, sino la siguiente crisis energética, la que inevitablemente llegará si además de buscar soluciones con un horizonte de semanas o meses no buscamos soluciones con un horizonte de años. Finalmente tampoco está claro que haya soluciones mágicas a corto plazo, pero la alternativa a que no haya soluciones a corto plazo no puede ser que tampoco busquemos soluciones a largo plazo y que nos resignemos a racionar indefinidamente el suministro, confiando en que sea por poco tiempo. Estamos como estamos por no haber pensado hace unos años, cuando Putin se reía de los alemanes, que podíamos estar como estamos. Antes empezamos a trabajar en soluciones de largo plazo, antes las alcanzamos.

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