Meloni presidenta

La derecha ha ganado en Italia. No es sólo otro gobierno más que se le escapa a la izquierda. Es un gobierno desde el que se puede poner en cuestión la agenda 2030 y los dictados del progresismo global. “Sí a la familia natural. No a los lobby LGBT. Sí a la identidad sexual. No a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida. No al abismo de la muerte. Sí a la universidad de la cruz. No a la violencia islamista”. Se trata de una cita de Giorgia Meloni hace unos meses en España en un acto de VOX. Hace poco más de 24 horas, Meloni arengaba a una multitud exclamando: “Yo soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy italiana, soy cristiana. No me lo pueden quitar”. Normal que haya tantos nervios en todo el aparataje mediático y burocrático de la UE.

Interesa la cita anterior para aclarar que es eso y no el fascismo lo que ha ganado en Italia. De nuevo citando a Meloni: “Los electores de Hermanos de Italia más que nada quieren libertad y democracia. Durante los últimos años en Italia, quien ha reducido las libertades de los ciudadanos durante la pandemia y ha gobernado casi ininterrumpidamente, sin haber ganado nunca las elecciones, ha sido la izquierda, herederos del partido prosoviético más fuerte de Occidente. Hasta 1989 vitorearon a Moscú y sólo siete años después acudieron al gobierno sin que nadie les pidiera análisis de sangre”. Resulta curioso, pero esto mismo se puede aplicar a España casi palabra por palabra, y encima con golpistas independentistas de por medio y con Bildu.

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Aunque a diferencia del comunismo nadie hoy en día seguramente en el mundo pretende la reinstauración de un régimen verdaderamente fascista, una de las acusaciones contra Meloni es la de ser una nostálgica de Mussolini. Lo cierto es que habiendo sido Mussolini un militante del Partido Socialista Italiano, y encarnando el régimen estatalista y colectivista de Mussolini casi la definición de socialismo, no se entiende bien la desolación de la izquierda ante la llegada al poder de una nostálgica del socialista Mussolini, si realmente se creen a fecha de hoy que efectivamente es tal nostálgica.

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Lo cierto es que el triunfo de la derecha implica una cierta complejidad, dado que se apoya en tres fuerzas con notables diferencias entre sí: los Hermanos de Italia de Meloni, la Liga Norte de Salvini y Forza Italia de Berlusconi. O sea, con todos estos mimbres es difícil no encontrar piezas que no nos rechinen en este engranaje y, si no, sirva esto mismo y sin mayores ahondamientos como ejemplo bastante expresivo.

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Como puede apreciarse, algunos de los partidos y personajes de la derecha italiana lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Cuando el roto es de la izquierda o de sus socios nacionalistas, no importa juntarse con supuestos nostálgicos de Mussolini. O sea, ni a los separatistas catalanes que hoy se rasgarán las vestiduras les importa juntarse con Salvini cuando apoya sus tesis, ni al PSOE o a Podemos les importa hacer piña con partidos que se dan la mano con los nostálgicos de Mussolini. Claro que seguramente hablar de nostálgicos de Mussolini en Italia es como hablar de nostálgicos de Franco en España. Los habrá de verdad, los que piensen que sólo era la segunda opción menos horrible, los que piensen que por lo menos hizo pantanos y los que simplemente son llamados franquistas por osar negarle a la izquierda la razón.

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Lo anterior sirve también para mostrar la parte más positiva de esta victoria, que es la que señalábamos al principio. El éxito de Meloni no resulta imperdonable a los poderes dominantes por sus activismos juveniles o por la sombra de Mussolini, sino por poner en cuestión alguno de los dogmas del discurso izquierdista global. El problema para la izquierda es que hasta ahora se enfrentaba a una derecha que también venía a abrazar al final esos dogmas, con lo que la continuidad de esos dogmas quedaba asegurada incluso pese a la alternancia en el poder. Esto es lo que se encuentra de fondo en la irritación del sistema ante la victoria de Meloni. Un nostálgico de Mussolini, incluso uno que lo fuera de verdad, si abrazara los dogmas de la agenda progresista sería aceptado por el sistema sin mayor complicación.

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Desde luego otro aspecto que no se puede dejar de mencionar en la victoria de Meloni es que puede convertirse en la primera presidenta de Italia. Cuando gana una mujer izquierdista es un acontecimiento con un valor añadido por ser mujer, pero cuando la mujer que gana es de derechas parece que no.

Finalmente y hablando de mujeres con poder, no se puede cerrar este análisis sin hacer mención a la penosa interferencia en los comicios italianos de la lamentable Ursula von der Sánchez, amenazando a los electores con represalias económicas si votaban mal. Doña Ursula es el perfecto ejemplo de esas derecha abrazada a los dogmas de la izquierda de la que por tanto ya no es alternativa sino continuidad. Es asimismo un perfecto ejemplo del escaso respeto a la libertad del nuevo paradigma del progresismo global. Usar el dinero de todos los europeos para intentar poner o quitar gobiernos desde la burocracia bruselina es un delito que tendría que existir entre el golpismo y la prevaricación. Por lo demás, en el colmo del patetismo, los italianos no sólo es que han ignorado las impresentables amenazas de la admiradora de Sánchez, es que precisamente han votado contra eso, contra la dictadura de la agenda política, económica, discursiva y amoral que representa Ursula von der Leyen en el papel de secuaz principal.

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2 respuestas

  1. Uno a uno hay que ir sacando a los presidentes 20 trentistas del Consejo de Europa. El día que eso ocurra podremos respirar más tranquilos.

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