La polémica del sanchismo en relación a las universidades privadas españolas no se ha esfumado. Nadie ha pedido disculpas por semejante amenaza a la libertad educativa (que brilla por su ausencia en España). Más bien, se pretende tanto avanzar con las restricciones bajo el pretexto del tope de alumnos y de la inversión en investigación frente a docencia. Además, tanto los medios de izquierdas como sus agitadores «sindivaguiles» han empezado a generar agitación tanto en los contenidos y comunicados como con determinadas convocatorias a las que pueden denominar «huelga».
La amenaza no pilla con el pie cambiado a todos los españoles. Más de uno es consciente de que el avance acelerado en el camino de la servidumbre requiere aniquilar cualquier reducto que pudiera quedar en el ámbito educativo, cuyo monopolio es indispensable para llevar a cabo el socialismo de ingeniería social. Esto último, para recordar, viene a ser otra modalidad de planificación centralizada orientada a unos «pseudofines» coercitivos, que nada tienen que ver con los fines últimos de la ley natural, adecuadamente explicados en obras como la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino.
Pero no todo se queda ahí. Al margen de los matices y las posibles disensiones, puede estar más o menos claro, al menos, a modo de ver de algunos, que los Estados Unidos de América aún tienen un peso geopolítico importante. Por poner en perspectiva mediante algo reciente, se puede ver cómo más de cincuenta países se han abierto a reducir sus aranceles tras el «exabrupto correctivo» de Donald Trump mientras que la eurocracia bruselense, aunque siga reticente y en sus planes, ha abierto la veda a cuestionar los aranceles, tan desconocidos como «sacrosantos» en tiempos pretéritos.
Esa misma fenomenología puede llegar a suponerse, con cierto atrevimiento, en el ámbito universitario. Uno ya suponía que el trumpismo sería una victoria del mundo libre frente a la corrupción relativista y la obsesión burocrática de algún que otro entramado del orbe. Pues bien, se ha tenido conocimiento de la retirada de una subvención de más de dos millardos de dólares norteamericanos que recibía la Universidad de Harvard, uno de los centros del saber superior más centenarios de Norteamérica. El motivo expuesto ha sido la no retirada de los programas basados en las cláusulas Diversity, Equality and Inclusion (DEI), que se podrían traducir como Diversidad, Igualdad e Inclusión (DEI).
La noticia podría no cobrar trascendencia, pero resulta que esta universidad, otrora una de las más prestigiosas de la zona, ha experimentado una degeneración similar a la de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), fundada en el siglo XIX en la cuna de Miguel de Cervantes, insigne escritor español. La retirada de semejante cuantía presupuestaria obedece a una serie de líneas de acción universitaria que se basan en el fomento del antisemitismo (de modo que se hostigue a quienes sean judíos o sionistas), el desprecio al mérito (alumnos que se esfuerzan y/o aplican bien sus habilidades intelectuales), el señalamiento a los defensores de la vida y unos criterios de admisión enfocados en el activismo militante.
El wokismo de esa universidad no solo ha sido algo común a grupos concretos de profesores, sino que está muy representado en las autoridades de esa universidad. Algo similar pasa con la UCM, que sí sufragan todos los españoles, de manera coactiva, por medio de impuestos. Recuérdese que, a diferencia de Harvard, el centro madrileño es de titularidad estatal, de modo que su admisión económica no queda restringida a las élites estadounidenses que apuestan por la corrupción moral de sus hijos (algo que no ocurre en China, ya que pese al lavado de cerebro sobre la cosmovisión política, se invierte más tiempo en las destrezas empresariales y matemáticas que en las tonterías de género de los bastiones progresistas occidentales).
En España se ha visto cómo en lo que vendría a ser un sóviet universitario se han gestado los movimientos perroflautísticos (colectivismo) así como formaciones políticas vinculadas a la causa ayatolá y al narcocomunismo venezolano, aparte de estar situadas a la izquierda del PSOE. Son esos espacios donde se promueven actos de intolerancia religiosa, de desprecio hacia el varón blanco, católico y heterosexual (u homosexual pero conservador), de consolidaciones Judenfrei sin esvásticas y de acoso y derribo hacia alumnos y profesores que defiendan la economía de mercado, la familia natural, la vida u otro fundamento de la sociedad orgánica.
Con lo cual, este movimiento trumpista abre la puerta para que Ayuso haga planteamientos sobre la financiación de una universidad convertida en un centro de formación comunista adaptado al siglo XXI, sin renunciar a los orígenes teóricos marxistas y soviéticos. También puede servir de inspiración para la línea política de VOX. Hay que abrir la ventana de Overton y promover un avance en la libertad de elección que no obligue a ningún ciudadano a pagar nada contrario a sus valores (lo mismo pensaría el rojerío sobre las universidades privadas católicas). Es mejor poner sobre la mesa el cheque escolar, el crédito o la deducción fiscal. Así se acabaría con el monopolio a efectos prácticos, de modo que pudiera haber desincentivos en las causas negativas, en base al orden espontáneo.
Un comentario
Nunca ha habido tantos funcionarios en la enseñanza
Nunca la diferencia salarial entre un profesor funcionario y un profesor de la escuela privada ha sido tan grande. Añadan a al diferencia de salario que a estos últimos los despiden a primeros de julio y los vuelven a contratar a primeros de Septiembre. No sé que les hacen por las dos semanas de Navidad y las de Semana Santa pero me lo puedo imaginar
Finalmente, una de las profesiones que más se ha feminizado desde el 78 es el de profesor, hoy en día son aproximadamente un 80% mujeres y solo un 20% hombres
Pues bien, los resultados de los exámenes PISA nunca han sido tan malos. ¿A qué echamos la culpa?