No ha sido pensada para el caso del prófugo Carles Puigdemont, pero el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) acaba de dictar sentencia en un caso (C-481/23) que le encaja como anillo al dedo o grillete a las muñecas al citado Puigdemont. EL TJUE ha sentenciado que un Estado miembro de la Unión Europea no puede negarse a ejecutar una orden europea de detención y entrega aunque esa persona resida legalmente en su otro territorio o los hechos no estén tipificados como delito en su legislación nacional. Es el caso de los prófugos Puigdemont, Toni Comín y Lluís Puig, encausados en España por los delitos de malversación agravada de caudales públicos y desobediencia. ¿Qué sentido tendría por otro lado una euro-orden de no ser así?

Nos encontramos por tanto ante una disyuntiva lógica inevitable: o ante un mismo caso la justicia europea dice blanco o negro según el apellido del encausado, o Puigdemont debió ser extraditado sin excusas. No sólo Bélgica falló a España en este sentido, también lo hizo Alemania, e incluso Italia. ¿Cómo no va a flaquear la fe en el europeísmo? ¿Cómo no se va a abonar el euroescepticismo con este tipo de comportamientos? Y a este tipo de países que incluso contra la legislación de la UE dan cobijo a los enemigos de España, ¿cómo los llamamos, aliados? ¿Y cómo vamos a construir una Europa fuerte, o independiente, o un ejército común frente a las amenazas exteriores con este tipo de “aliados”? ¿Cuánto dinero tenemos que dedicar a un ejército europeo de una Europa que protege ilegalmente a los enemigos de España? ¿Vamos a enviar a los soldados españoles a morir por Bélgica mientras Bélgica pasa de asilar a etarras a asilar a Puigdemont? ¿Qué pasa con Bélgica? ¿Qué pasa con Alemania? Si Putin invade Schweslig Holstein, ¿vale más que Cataluña?

Bien es cierto que toda traición cometida contra nosotros por nuestros amados aliados ha quedado validada a posteriori por nuestro propio traidor. ¿Cómo le vamos a reclamar a la UE a un tipo cuyos votos hacen presidente a Sánchez a cambio de su amnistía? ¿Cómo vamos a pedir la entrega de un sujeto al que todos los días va Santos Cerdán a pedirle instrucciones a Waterloo enviado por Sánchez? Desde luego nuestros euroamigos nos traicionaron antes de saber que también Sánchez era un traidor, lo que más que exculparles extiende la dimensión del problema estructural. No tenemos un problema en casa y una solución en el exterior. Tenemos un problema en casa y otro problema en el exterior. No van a venir de la UE a arreglar nuestros problemas, somos nosotros los que vamos a tener que arreglar primero lo de aquí e ir después a arreglar los problemas de la UE. A su vez los belgas o los alemanes van a tener que arreglar muchas cosas internamente si quieren que la palabra amigos o aliados sean algo más que una cosa puramente nominal. Amigo es el que se comporta como tal.