Otro problema ha sido que la causa de ETA se califique como un proceso similar al de Irlanda del Norte y que en los sucesivos simulacros de tregua se haya pedido la mediación internacional, como finalmente ha ocurrido en este año. Los radicales son conscientes de que la mediación les concede una suerte de legitimidad, ya que el mundo ‘reconoce’ que existe un ‘conflicto’ entre los vascos y el Estado Español. Por ello, buscan de forma insistente la intervención de personalidades. Es el caso del terrorista metido a hombre de paz e ídolo de Arnaldo Otegui, Gerry Adams. Cuenta el Diario Vasco que el Gobierno de España recurrió al líder del Sinn Féin a última hora para evitar que ETA rompiera la tregua y se aviniera a continuar con la ‘negociación’. Por supuesto que Adams no consiguió nada de los etarras, que se mantuvieron en su idea de suspender la farsa. El periódico confirma lo que otras fuentes han contado sobre el fracaso de las reuniones porque el PSN y el PNV no se mostraron dispuestos a aceptar las exigencias de ETA de formar una autonomía única entre Navarra y Vascongadas y convocar un referéndum de autodeterminación. Además, señala que los etarras ya se habían arrepentido de su buena conducta tan pronto como en verano de 2006. “En verano se comenzó a producir una involución en el seno de ETA y los sectores más críticos a la declaración de alto el fuego -que no eran marginales antes del anuncio de la misma- se hacen con el poder interno y desplazan a Josu Ternera como interlocutor en los contactos”. El Gobierno lo sabía, y aun así continuó negociando con los terroristas.