De mayores seremos ricos y anarquistas

Buena noticia que rompe esquemas mentales al pesimismo político

Los humanos somos seres altamente sugestionables. Un ejemplo de ello es la impresión generalizada que solemos tener no sólo de que todo va mal, sino de que las cosas cada vez van peor y que todo es un desastre. Desde luego hay algunas razones para que pensemos así. Por un lado está la labor de aquellos que quieren sembrar un pesimismo exagerado para justificar un programa político revolucionario. Por otra parte la curiosa manera que tenemos de demandar la información, en virtud de la cual la presentación del telediario tiene que estar plagada de catástrofes y escándalos de los que poder quejarnos y lamentarnos. Si los viernes vemos el Sálvame, no es para ver lo bien que le va a una pareja o lo unida que está una familia. Uno puede estar bailando y cantando feliz en un bar con cubata en la mano, pero si en ese momento alguien le pregunta sobre la situación actual contestará de inmediato que todo va cuesta abajo y sin frenos. Una vez contestada la pregunta seguirá cantando y bailando.

Sirva toda la parrafada anterior para intentar entender de algún modo la información de la que nos hacemos eco a continuación. Claro que hay cosas que van mal. Naturalmente que a lo ancho del globo podemos encontrar miseria y tragedia. Pero en conjunto, a pesar de todo, según los últimos datos ofrecidos por el Banco Mundial (y tal vez a pesar del Banco Mundial) la pobreza extrema en el mundo bajará por primera vez a finales de este año hasta el 9,6%. En los años 80, como muestra la gráfica de un informe anterior, este indicador superaba el 50%. ¿Cómo se compagina este dato con nuestra percepción de que el mundo cada vez está peor? ¿Está equivocado el dato o estamos equivocados nosotros?

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En cuanto a la distribución de la pobreza, el informe señala que en Asia Oriental y el Pacífico, entre 2012 y 2015, se ha pasado del 7,2% de pobreza extrema al 4,1%; en Latinoamérica, del 6,2% al 5,6%; en el sur de Asia, del 18,8% a 13,5%; y en el África subsahariana se ha pasado del 42,6% al 32,5%. Es decir, pese a que la pobreza también desciende en el Africa subsahariana, es en esa zona del mundo donde se encuentran las mayores bolsas de pobreza. Casi podría decirse que el problema de la pobreza extrema se encuentra ya sólo localizado en Africa.

Como reflexión final, cabe pensar que el mundo se dirige hacia un horizonte en el que cada vez hay menos pobreza y en el que sólo el 10%, o él 5% de la población será pobre. Llegados a ese punto tal vez habrá que preguntarse para qué harán falta un gobierno elefantiásico o servicios públicos de carácter universal. Naturalmente ese porcentaje de población sin recursos debe ser atendido, ¿pero por qué por un servicio público y menos de carácter universal? ¿Por qué no mediante un cheque sanitario o uno educativo? Aunque la idea parece mala para el estatalismo, en el fondo es buena. Si sólo un 5% de la población necesita asistencia estatal y hay un 95% de población para mantenerla, ese estado del bienestar puede ser solidario a la par que perfectamente sostenible. La mala noticia es para el gobierno, que podrá cumplir sus labores esenciales siendo mucho más pequeño y teniendo mucho menos control sobre nuestras vidas.

Decíamos al principio que pensar que todo está mal y cada vez peor podía ser el discurso de alguien que pretende justificar una revolución. Sin embargo, lo cierto es que si la pobreza desciende a gran velocidad, si la gente cada vez tiene más recursos por sí misma, si cada vez depende menos de ayudas y subsidios y prospera gracias a la inversión, el comercio y la comunicación, es precisamente porque ya hay una revolución en marcha y está funcionando. Una revolución que, de seguir su trayectoria actual, nos puede llevar a un mundo en el que nos igualemos por arriba, en el que por tanto los humanos seamos cada vez más ricos y más libertarios. En este sentido los contrarios a este movimiento no son la revolución, sino la contrarrevolución.

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Un comentario

  1. La realidad, y la economía, la lógica y la razón, dan -nunca mejor dicho- la razón al liberalismo, y al libertarismo, pero la izquierda no va a dejar que la realidad le impida llegar al poder. Y desde el poder, hundir la economía para multiplicar tanto pobre que les asegura volver al poder mediante el uso del asistencialismo como medida de control social y electoral, el cacique moderno a los mandos de la ingeniería social.

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