Hace algo más de cuatro años Navarra vivía un extraño episodio en virtud del cual todas las fuerzas de “progreso” que ahora nos gobiernan rechazaban un interesante intercambio: 200 millones a cambio de 11. Esa era aproximadamente la diferencia entre lo que podía costar el traslado del colegio FP de Donapea frente a una inversión de 200 millones, la puesta en marcha de cuatro centros punteros de investigación y la creación de 400 puestos de trabajo en un sector clave. El problema, no nos engañemos, es que la propuesta venía de la UNAV. Naturalmente la fuerzas que ahora nos gobiernan celebraron como una gran victoria la frustración del proyecto. Visto ahora sin embargo con una cierta perspectiva, ¿realmente hay algo que celebrar? ¿Qué ganamos con aquella paralización?
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La hostilidad contra la UNAV es un hecho tan incuestionable como los atentados con bomba que no hace tanto se cometieron contra su personal e instalaciones, los cuales los miembros de algunas formaciones políticas no condenaron, los cuales están ahora en las formaciones que sostienen y/o dirigen al gobierno.
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Hace escasas fechas dábamos cuenta, por otro lado, de la apertura de unas nuevas instalaciones de la Clínica Universitaria en Madrid, con cierta preocupación en la medida en que abrir instalaciones en Madrid puede encontrar menos trabas que aquí y que en la medida en que una parte de la actividad de la UNAV y la CUN crezca lejos de nuestra frontera eso puede suponer que decrece en Navarra en la misma medida.
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Es por todo ello que nos hemos preguntado cuál es la aportación económica que la Universidad de Navarra representa para Navarra y, en consecuencia, cuál sería el impacto negativo si la UNAV desapareciera. La respuesta la podemos encontrar en esta Evaluación del impacto económico de los centros de la UNAV en Pamplona encargado por la propia UNAV. He aquí algunas de las principales magnitudes de ese estudio.
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Hay muchas razones para no poner vetos ideológicos a las empresas que llegan a un territorio. En primer lugar porque en una sociedad abierta, y sólo prosperan las sociedades abiertas, no tienen sentido ese tipo de vetos. En segundo lugar porque cuando se rechaza vivir en una sociedad abierta el que veta puede pasar a ser el vetado. En tercer lugar porque hay abundancia de lugares en los que invertir y escasez de inversores. En cuarto lugar porque cuando uno veta a alguien el perjudicado suele ser sobre todo uno mismo. En quinto lugar porque las listas con vetos suelen tender a ir creciendo, de forma que al final sólo quedan fuera de la lista los que piensan igual que los que hacen la lista, que no suelen ser gente que realice inversiones productivas. En sexto lugar porque los vetos suelen aparecer en lugares donde ya existe un clima general hostil a la inversión, de forma que la duda del inversor es si ir a un lugar en donde le van a tratar o mal o especialmente mal. En séptimo lugar porque uno se puede poner a destruir su estructura productiva cuando le sobra empleo, le sobra recaudación o le sobra renta per cápita, salvo que sea del género tonto. En octavo lugar porque los tontos y su dinero no suelen permanecer mucho tiempo juntos. Seguro que nos dejamos algún motivo, pero ya son bastantes para estar preocupados.
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2 respuestas
Navarra ha ganado mucho, en todos los sentidos, gracias a la UNAV… y quien no quiera verlo que vaya al oculista.
Para qué alargarme… ¡es tan evidente! Y ese estudio lo demuestra muy a las claras.
Lo intangible no es medible pero ahí está, para quien tenga capacidad de captarlo.
¡Feliz y santa Navidad!
Sr. CBS lleva Vd. mucha razón. El prestigio por ejemplo de la Clinica es internacional,.