Ha vuelto a pasar. Otra manada de “txabales” ha vuelto a organizar un ataque contra dos guardias civiles en Alsasua, uno de los cuales ha resultado herido. En este caso no ha sido en un bar, sino un ataque en grupo en toda regla, al viejo estilo de la kale borroka, a un vehículo de la benemérita. Los hechos tuvieron lugar hacia las 6:30 de la mañana del día de ayer, cuando la patrulla se encontró con una barricada en la vía pública. Al ir a retirarla, los agentes se vieron atacados por un grupo de unos veinte “txabales”. Ese día había tenido lugar en Alsasua la celebración de los “quintos” de Santa Agueda, por lo que el ambiente festivo en la localidad se había prolongado hasta altas horas de la madrugada. El ataque tuvo lugar cerca de la ubicación del bar Koxka, el mismo en el que fueron atacados otros dos guardias civiles fuera de servicio y sus parejas hace ahora algo más de 3 años. Tras la aparente emboscada, además, algunos medios indican que participantes en la paliza habrían trepado a la fachada del Ayuntamiento a arrancar la bandera de España.
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El suceso pone de manifiesto, precisamente, que lo sucedido hace 3 años no fue un hecho puntual ni espontáneo. La repetición evidencia la absoluta falta de autocrítica y por tanto rectificación en el entorno nacionalista y ultraizquierdista ante este tipo de violencia. Por el contrario, tras años exaltando la figura de los “txabales” lo raro sería que no se hubieran convertido en modelo. Obviamente la repetición de los hechos no ayuda en nada a los encarcelados ni a la imagen de Alsasua. Lo sucedido no viene sino a confirmar que de ninguna manera lo que sucedió en 2016 fue una trifulca de bar como la que puede suceder en cualquier otro sitio. Una agresión a la Guardia Civil no es igual que en otro sitio en un lugar donde circulan videoguías de cómo sacar a los guardias a golpes de los bares, en el que las calles están empapeladas de letreros exigiendo la salida de la Guardia Civil, y en el que hay días dedicados a la expulsión de los guardias civiles, en los que se queman muñecos vestidos de guardias civiles. Si en un bar de Cuenca apalizan a dos bilbaínos puede ser casualidad, salvo que nadie de Bilbao pudiera ir a Cuenca sin que lo apalizaran, salvo que se celebraran en Cuenca días pidiendo la expulsión de los bilbaínos de Cuenca, o las calles de Cuenca estuvieran cubiertas de carteles y pintadas pidiendo la expulsión de los bilbaínos de la ciudad. Si con todo eso les dan una paliza por segunda vez en Cuenca a dos bilbaínos, nadie diría que es causalidad o no le caen tampoco muy bien los bilbaínos.
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Los hechos hacen dudar también de la inteligencia media de los “txabales” y tontomatxakas que componen este tipo de manadas y conforman la carne de cañón de las movilizaciones de la izquierda abertzale. Tanto insistir en el sufrimiento de los detenidos y sus familias, resulta que muestran un desprecio notable por el sufrimiento de los posibles detenidos que se puedan producir ahora y el de sus familias. Por un lado lamentan la suerte de los presos, pero por otra parte parecen empeñados en llenar las cárceles de presos. De todo lo que puedan sufrir sus familias, obviamente ellos son los responsables. A la segunda darán menos pena que a la primera y la tercera menos que a la segunda.
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Después de todo el apoyo mostrado a los anteriores “txabales”, ¿nos sorprendemos de que vuelva a suceder?
En un lugar donde imperara una cierta cordura, o sea un lugar que no fuera Alsasua, el caso de la anterior manada debiera haber servido para que su propio entorno hubiera intentado llevar una cierta sensatez a todas esa txabalada. Irónicamente, el nacionalismo trata de convencernos a los demás de que estamos en un nuevo escenario y que la violencia es cosa del pasado, pero parece incapaz de convencer a sus propios txabales de que estamos en un nuevo escenario. La semana pasada la violencia nacionalista se exhibía de nuevo con ocasión de la huelga general de los sindicatos nacionalistas. Toda esa violencia se nutre de “txabales” como los que actuaron ayer en Alsasua. Los mismos que les empujan hacia la violencia serán los que, cuando les detengan, se rasgarán las vestiduras sobre lo doloroso de su encarcelamiento y el dolor de sus familias. Si el nacionalismo realmente quiere vendernos que está en otro escenario, que empiece a desactivar a sus violentos. Que traslade su apoyo y su afecto de los agresores a los agredidos. Que a los que practican la violencia en nombre del nacionalismo los condene y no les llamen otra cosa que lo son: delincuentes.
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¿Para qué van a rectificar, si no paran de ser premiados?
Por lo demás, resulta curioso que la noticia saltara ayer por la tarde casi 14 horas después del nuevo ataque y a través de medios como Okdiario o Navarra.com. ¿Por qué tanta demora en que trascendiera la noticia? ¿Por que no la conocimos por cauces oficiales? ¿Por qué en todo el día de ayer no dijo nada el Gobierno de Navarra? ¿O ahora que Bildu es una pata más del Gobierno de Navarra y del Gobierno de España hay que esperar mucho tiempo pensando a ver cómo se aborda la situación? ¿Cuándo nos hubiéramos enterado de esto si sólo fuera por los cauces oficiales? Y ahora que nos hemos enterado, ¿qué va a decir Bildu? ¿Qué va a decir la Fiscalía? ¿Irá Chivite a visitar a los agredidos y trasladarles su apoyo con Adolfo Araiz? Por la mañana dando la mano a Bildu y por la tarde dando la mano a la Guardia Civil ¿Cómo le va a exigir el PSN a Bildu o ni a Podemos una condena rotunda si depende de ellos para mantener el sillón? ¿O lo que nos toca ver ahora es al PSN manifestándose con Bildu, Geroa y Podemos en defensa de los “txabales”? La pregunta más importante, con todo, es: ¿qué van a hacer el propio entorno abertzale y la extrema izquierda para desactivar la violencia de los suyos y que esto no vuelva a suceder? ¿O no quieren que esto no vuelva a suceder?
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Un comentario
A las madres de esta nueva manada le darán un puesto de trabajo en el Gobierno de Navarra como recompensa, o las incluirán en las listas de Geroba Bai o Bildu