El euskera contará como mérito o requisito en casi la mitad de las plazas de la administración foral, el 44,6% del total. Esto lo presenta el mundo nacionalista como un gran avance, pero no como una meta. El objetivo es que el euskera llegue a ser un requisito o un mérito con gran peso para conseguir la plaza en el 100% de los puestos en la administración foral. Todos los gobiernos forales en coalición con los nacionalistas irán avanzando en la profundización y ampliación de esta imposición.
El euskera contará como mérito o requisito en casi la mitad de las plazas de la Administración Foral https://t.co/qXhjbflCpI
— Diario de Noticias (@NoticiasNavarra) May 11, 2025
Hablar de una imposición podría resultar demasiado grueso a primera vista, pero lo cierto es que de algún modo habrá que llamar al evidente desequilibrio que existe entre el conocimiento del euskera en la Navarra real y la exigencia del euskera que se exige en la administración foral. Según los datos de Euskarabidea, poco sospechosos de contener sesgos en contra del euskera y en todo caso lo contrario, en Navarra sólo hay un 14,1% de vascoparlantes. Pero es que además este porcentaje baja al 12,6% en la zona mixta y al 1,6% en la zona no vascófona. Nos encontramos por tanto ante una discriminación flagrante de los castellanoparlantes a la hora de poder acceder a un puesto en una administración de Navarra en la que el euskera es poco menos que preceptivo o determinante en el 44,6% de los puestos.

Como puede apreciarse, no es sólo una injusticia discriminatoria para la mayoría de los navarros, sino que se produce un claro desfase entre el mapa lingüístico real de la sociedad y el mapa lingüístico de la administración. Esta diferencia se llama política lingüística, discrimina a la mayoría, no tiene como objeto reflejar la realidad lingüística de Navarra y lo que pretende es que la realidad lingüística se convierta en un reflejo de la administración en vez de a a la inversa. ¿Cómo conseguir esa transformación? A través de la libertad, no. El nacionalismo tiene claro que “por gusto” no se va a conseguir una sociedad euskaldún. Las principales herramientas de imposición son la educación y las plazas de trabajo en la administración.
Si de lo que hablamos es del uso real del euskera, el desfase entre la sociedad navarra y la administración foral todavía es mayor. En Navarra el uso del euskera en la calle baja del 6%, ¿cómo se justifica que en función de este uso en la calle en la administración se convierta en determinante para el 44,6% de las plazas? Pero es que como decíamos se pretende como objetivo final que sea determinante en el 100% de las plazas. Y no porque esta exigencia sea un reflejo del uso real, como tampoco lo era del conocimiento, sino que por política lingüística se pretende una vez más que el uso real se convierta en un reflejo de la la exigencia del euskera en la administación. De momento además, al menos en la calle, los intentos por aumentar el uso real del euskera cuentan con escaso éxito, como se aprecia en las gráficas. Lo que si tiene éxito es la discriminación de la población.

Por supuesto en el ámbito laboral privado, donde no existen imposiciones y la exigencia de euskera es reflejo de la demanda y el uso real, las ofertas de trabajo con exigencia de euskera son absolutamente residuales. En una plataforma como Infojobs, por ejemplo, de 996 ofertas de empleo en Navarra sólo 27 piden conocimiento de euskera, siendo además una parte de estas 27 ofertas correspondientes a puestos en empresas públicas. Hablamos en todo caso de una demanda de euskera en el 2,7% de los puestos de trabajo ofertados. ¿Cómo se compadece este dato con el 44,6% de la administración? ¿Cómo se puede presumir de este dato cuando claramente no refleja la realidad y esconde una discriminación? ¿O cómo podemos llamar a una política que de hecho consiste en reservar el 44% de las plazas públicas para el 14% de la población?
Existe aún un elemento perverso adicional, y es el de la ideología. No tendría por qué ser así, pero de hecho existe una correlación entre el voto y la lengua. Esta es de hecho una de las claves fundamentales de la política lingüística. ¿La interesaría tanto al nacionalismo el euskera si no observara esta correlación? ¿No se ha mezclado el vascuence con la ideología precisamente para que exista esa correlación? Aunque esta correlación provoque rechazo, ¿no se prefiere menos vascoparlantes pero más ideologízados a más vascoparlantes pero más plurales? El caso es que esta correlación ideológica representa un motivo añadido de inquietud porque favorecer a los euskaldunes no sólo significa dar una ventaja por el idioma, sino indirectamente también por la ideología. La política lingüística se convierte así también es una forma de privilegiar a una parte de la población por afinidad ideológica.
2 respuestas
Pues iros preparando porque plaza pública que se da ya no se quita y les puedo asegurar que los que hablan euskera de pequeños son bastante bastante tontitos a la hora de tomar decisiones ni les cuento, la administración vasca nunca ha funcionado tan mal no solo por el vascuence si no por el hecho que el 80% del personal es femenino
Hace falta una ley del Español que establezca que si los padres quieren que sus hijos estudien solamente en español lo puedan hacer, que ninguno ciudadano sea discriminado por desconocer cualquier lengua regional española de claro uso rural y minoritario condenándolos a ser ciudadanos de segunda clase
Pero no nos equivoquemos, la culpa es de chivite y de Sánchez q venden Navarra para seguir en el poder. Si sigue habiendo «listos» q siguen votando al PSOE, así nos irá.