La poca mano de Aranzadi con las víctimas de ETA

Hay días en que merece recuperar, de todo el caudal de escándalos con el que diariamente nos abruma el gobierno, algún escándalo del caudal de escándalos que pasan más inadvertidos bajo el caudal principal. El escándalo de Aranzadi y la victimización de los terroristas de ETA, por ejemplo.

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A principios de esta semana saltaba la noticia en Galdácano, donde en una web del ayuntamiento dedicada a la “memoria” aparecían como víctimas de una violación de los derechos humanos los sanguinarios etarras Javier García Gaztelu “Txapote” (asesino entre otros de Miguel Angel Blanco) y Jon Bienzobas, asesino de Francisco Tomás y Valiente. Según su ficha memorialística, que en cambio no refleja su historial sanguinario, «han padecido y padecen violaciones de derechos humanos fundamentales», concretamente una «política penitenciaria y aplicación de leyes excepcionales».

El escándalo fue creciendo en las fechas posteriores al descubrirse que muchos otros ayuntamientos, como los de Villabona, Oyarzun, Hernani, Azpeitia, Orio, Tolosa o Erandio, cuentan con instrumentos memorialísticos parecidos. El remate del asunto fue el descubrimiento de que el posible el hilo conductor y fuente de todas esas herramientas de publicidad y memoria era la sociedad Aranzadi y su proyecto Oriomena Memoria Reciente.

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Aranzadi es conocida en los últimos tiempos por los encargos oficiales para la búsqueda de restos y el reconocimiento de víctimas de la Guerra Civil, por el encargo de la construcción del relato sobre la violencia etarra y otras violencias, o por el descubrimiento de la Mano de Irulegui y su presentación (pese a las dudas razonables) como el primer texto eusquérico.

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Aunque la fachada exterior de Aranzadi sea la de una sociedad científica, lo cierto es que el caso de los verdugos etarras victimizados y mezclados con sus víctimas pone de manifiesto que el relato memorialístico que se está construyendo -bajo el auspicio de ciertos partidos- no es ya que presente un cierto sesgo ideológico, sino que este sesgo es flagrante y escandaloso.

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Como consecuencia del escándalo, Aranzadi ha anunciado que estudiará si debe realizar cambios en el proyecto Oriomena, aunque anuncia que cualquier posible modificación no será «inmediata» ya que deben estudiar el caso aplicando «metodologías científicas» y que deberán hablar con entidades internacionales con las que colaboran, por lo que rectificar «no es tan sencillo«. No obstante, en su descargo, esta sociedad ha indicado que para clasificar a las víctimas de derechos humanos se siguieron los estándares internacionales, y que dentro de estos no cabría clasificar como víctimas a «Txapote» o Bienzobas. De hecho, parece que los nombres de ambos fueron incluidos dentro de un espacio «totalmente aparte», donde figuran las «personas afectadas por otros hechos de motivación política» y donde se recogen la «política penitenciaria y la aplicación de leyes excepcionales».

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Para COVITE las explicaciones de Aranzadi resultan menos que satisfactorias. Desde esta asociación de víctimas de ETA califican como “lamentable” la respuesta de la asociación y su confusa insistencia en crear, además de la categoría de víctimas, la de “personas afectadas por la violencia de motivación política”, en la que se encontrarían los etarras. Para COVITE, esta explicación es una “tomadura de pelo” “el simple hecho de que defiendan la inclusión de asesinos en una página web de memoria, sin que se haga mención alguna a los crímenes que cometieron, es una indignidad y una inmoralidad”. Con esta explicación, aseguran, «Aranzadi no hace más que corroborar la tesis de que ETA merece algún tipo de consideración positiva, bajo la falsedad de que los terroristas han sufrido violencia política por el simple hecho de haber sido detenidos. Esto denota lo hondo que ha calado la legitimación de ETA en una parte de la sociedad vasca”. En este sentido, desde COVITE también critican que “apelen a los sufrimientos, a las vulneraciones de derechos humanos y a la supuesta violencia política sufrida por los etarras para esquivar la cuestión fundamental: la naturaleza terrorista y totalitaria de los crímenes de ETA”.

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Haría bien por tanto Aranzadi no sólo en repasar sus protocolos sino en vigilar también el uso que determinados partidos o determinados ayuntamientos están dando a sus trabajos, generando una confusión de la que de algún modo serían cómplices si no la denuncian y se desmarcan de ella. Por lo demás salta a la vista el esfuerzo denodado de algunos por generar un relato en el que las víctimas de la ETA no sean mejores que la ETA, para así crear un falso empate moral entre las víctimas y los verdugos. Históricamente puede haber conflictos en los que haya un empate moral entre los bandos, pero desde luego no es el caso del terrorismo de ETA, ni el de personajes como Txapote o Bienzobas.

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A nadie se le ocurre decir que Hitler fue una víctima del terrorismo, aunque en 1944 le pusieron una bomba para matarlo. Un etarra torturado no cambia el relato general. Cuando un policía tortura a un etarra se convierte en un torturador, pero el etarra torturado no se convierte en un héroe o en un luchador por la democracia. Pudo haber excepcionalmente policías que cometieran delitos para perseguir a los etarras, pero no podía haber etarras que no cometieran delitos para conseguir sus objetivos. En el caso de ETA el delito era consustancial a la organización. Hablamos por tanto de realidades incomparables. En décadas de lucha contra el terrorismo pudo haber excesos policiales, pero la esencia misma de ETA era la comisión de delitos y la violencia contra quien no pensaba como ella. Que hubiera personas que en la lucha contra la ETA rebasaran los límites de la legalidad no significa ni que ETA luchara sólo contra esas personas, ni que la causa de ETA se convierta en santificable, ni que esas personas que se excedieron representen a todos los que se oponían a la ETA.

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No puede haber nunca por tanto una equiparación entre la ETA y la gente a la que ETA mataba para imponer sus objetivos. Ni tampoco se puede equiparar al estado con la ETA por defenderse de ETA y por perseguir con la ley y encarcelar a los terroristas. Otra cosa es defender la impunidad de los terroristas y por tanto defender el asesinato impune de las personas a las que ETA consideraba un obstáculo. Si la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero, lo que es mentira también es mentira aunque lo diga Agamenón. Y Aranzadi de todos modos tampoco es Agamenón. Cualquier relato que difuminara la naturaleza criminal de la ETA, o el carácter de víctimas de las personas contra las que ETA dirigía su violencia, sería basura aunque viniera avalado por Aranzadi, la Academia Sueca o la UEFA.

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