Cesar al César

Pedro Sánchez puede aguantar en el poder. En principio, puede hacerlo hasta que pierda unas elecciones o se lo lleve esposado la Guardia Civil. ¿Puede perder unas elecciones? Esperemos que todavía sí. El caso es el precio para el país, puede que también para el PSOE, que supondría mantener a Sánchez en el poder al margen de todos los escándalos que le están salpicando: por un lado la corrupción, por otro la utilización mafiosa de los poderes del estado, pervirtiendo el estado de derecho para destruir a sus rivales políticos o para tapar esa corrupción.

¿Cúal sería el proceso para prescindir de Pedro Sánchez? Una de las opciones es que Sánchez convocara elecciones, opción que evidentemente no gusta al PSOE puesto que muy presumiblemente perdería el poder. No obstante, la marcha de Sánchez podría no implicar necesariamente la salida de los socialistas del poder. ¿Podría sacrificarse Sánchez para no arrastrar al partido en su caída? ¿Podría el PSOE ejercer sobre Sánchez ese tipo de presión? Puede que no. En todo caso, el mecanismo previsto por la Constitución para el caso de que el presidente del gobierno dimita o cese por el motivo que sea, incluida enfermedad o defunción, es el siguiente:

Si el presidente dimite, muere o pierde la confianza del Congreso de los Diputados (por ejemplo, tras una moción de censura o una cuestión de confianza perdida), el Gobierno cesa en pleno, pero permanece en funciones hasta que se nombre un nuevo presidente.

En caso de muerte, dimisión o incapacidad temporal, el vicepresidente primero (o, en su defecto, el siguiente vicepresidente o ministro en la línea de sucesión) asume las funciones del presidente de forma interina para garantizar la continuidad del Gobierno.

El rey, como jefe de Estado, inicia un proceso de consultas con los líderes de los grupos parlamentarios con representación en el Congreso de los Diputados para proponer un candidato a la presidencia del Gobierno (artículo 99 de la Constitución).

El candidato propuesto por el rey debe someterse a una sesión de investidura en el Congreso de los Diputados. Para ser elegido, necesita mayoría absoluta en la primera votación, o mayoría simple en la segunda votación, 48 horas después de la primera.

Si el candidato no logra la investidura, el rey puede proponer nuevos candidatos, repitiendo el proceso. Si transcurren dos meses sin que ningún candidato sea investido, el Congreso se disuelve automáticamente y se convocan nuevas elecciones generales.

Incluso al margen de que Sánchez quisiera marcharse, o de que el PSOE pudiera forzarle para no verse arrastrado por él, hay que tener en cuenta también la compleja arquitectura de la mayoría sanchista. A fin de cuentas el PSOE no es más que el segundo partido del Congreso y sólo cuenta con 121 diputados. Puede que el PSOE esté dispuesto a suicidarse por Sánchez, ¿pero están dispuestos sus socios?

La responsabilidad de un gobierno rodeado por los casos de corrupción y por las prácticas mafiosas no recae sólo sobre el partido del presidente, sino sobre todos los partidos que sostienen al gobierno del presidente. Ni siquiera aquí resulta aplicable la excusa de que hay que mantener a Sánchez pase lo que pase o viene la extrema derecha. Segundo que esto es una milonga, y primero que echar a Sánchez no implica necesariamente un cambio de gobierno. Como se ha descrito, Sánchez podría dimitir y ser sustituido por otro socialista o por un independiente. La misma mayoría parlamentaria que sostiene a Sánchez, podría relevarlo y designar otro presidente sin necesidad de pasar por las urnas. Por tanto no hay excusa para sostener a Sánchez, si se le sostiene es con todas las consecuencias y de todo lo que está saliendo y pueda salir de Sánchez son corresponsables todos sus socios.

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Un comentario

  1. Mi madre, que era muy dada a los refranes, habría dicho sobre el apoyo a Sánchez por parte de sus socios: «más vale pájaro en mano que ciento volando».

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