Incluso para Uxue Barcos debería ser difícil estar desafortunada en el 100% de las cosas que se dicen a lo largo de un debate parlamentario, pero nuestra presidenta abertzale de una comunidad no abertzale ayer lo consiguió.
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Interpelada por diversos flancos respecto a la manifestación en defensa de la manada alsasuarra, Barcos dijo, por ejemplo, que ni es que el Gobierno de Navarra esté con los agresores de Alsasua, sino que pide “proporcionalidad”. Pues como nosotros. ¿Quién ha decidido que lo proporcional es lo que quiere Barcos y que lo que queremos los demás es desproporcionado? ¿Por qué no es ella la que pide un castigo desproporcionadamente pequeño? De hecho, ¿qué castigo propone Barcos?
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Que lo de Alsasua fue mucho más que una trifulca es tan evidente a estas alturas como la video-guía del buen borroka, publicada por Alde Hemendik, mostrando cómo había que echar violentamente a dos policías si te los encontrabas una noche en un bar de Alsasua. ¿Cual es la pena proporcional a apalizar a cuatro personas, incluyendo dos mujeres, en el marco de una campaña organizada para expulsar a un segmento de la población de una localidad? ¿Cómo lo llamaríamos fueran negros o gays? ¿Cuál es la pena proporcional para acabar con ese tipo de prácticas intolerables? ¿Hubiera ido el Gobierno de Navarra a una manifestación en defensa de 8 miembros del Ku Klux Klan que hubieran apaleado a dos negros y sus novias en un pueblo donde queman maniquíes negros y hacen videoguías de como sacar a golpes a los negros de los bares?
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También dijo Barcos durante su intervención que el ejecutivo foral «no busca presionar» al poder judicial y que «es mentira de cabo a rabo que nos saltemos la separación de poderes«. Pero entonces, ¿a qué se suma a la manifestación? ¿Se suma a una manifestación para pedirle al poder judicial que no califique los hechos como terrorismo y al mismo tiempo le pide al poder judicial que no le haga caso cuando se manifiesta e ignore su petición? ¿No ve la presidente que no tiene sentido lo que dice?
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La presidenta Barcos remató sus dislates matutinos reprochando al PP que «se manifestó en contra de la decisión del Supremo de rebajar la condena en el caso De Juana» y argumentando que «eso fue una manifestación contra una decisión judicial. Parece que entonces estaba bien, pero hacerlo ahora pidiendo justicia y proporcionalidad está mal».
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Vamos a ver:
- Que una cosa es discrepar de una decisión judicial ya tomada y otra presionar desde el legislativo y el ejecutivo al judicial antes de que la tome, para que tome la decisión que quieren el ejecutivo y el legislativo.
- Que una cosa es manifestarse, en el sentido de expresarse o hacer una declaración, y otra manifestarse contra el poder judicial en el sentido de sacar 50.000 personas a la calle.
- Que si en todo caso lo que hizo el PP estuvo mal, lo que hace Barcos es igualar su actuación a la mala actuación del PP. Eso sí, unos frente a los violentos y otros en su defensa. Y así siempre.
- Barcos apeló también a juristas que habían cuestionado la calificación de terrorismo, pero un catedrático o un ex-magistrado no forman parte del poder ejecutivo, como Barcos, cuando cuestionan una calificación jurúidica que por otro lado aún no se ha sustanciado en una sentencia.
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El único punto a favor de la presidenta sería, en teoría, que al principio condenó los hechos y fue a visitar a los agredidos. Pero visto retrospecitvamente hubiera sido mejor y más honesto que no hubiera ido a sacarse esa foto con las víctimas para, acto seguido y durante todos estos meses y hasta hoy, ponerse de rodillas al servicio de la defensa de los agresores y las fuerzas que los apoyan, que minimizan la agresión (comparándola con una pelea entre los invitados de una boda o una mera trifulca), que piden una pena desproporcionadamente baja o directamente la impunidad, o que tampoco la condenan. Porque es mucho decir que todas las fuerzas del cuatripartito han condenado la agresión o exactamente qué agresión.
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En el Parlamento de Navarra hubo una condena, que el cuatripartito no apoyó (se abstuvo), rechazando el ataque “propio de actitudes fascistas que no admiten ni respetan las más elementales normas de convivencia”, así como manifestando “el pleno apoyo y solidaridad a los guardias civiles y a sus acompañantes”. Esta declaración de condena, insistamos en ello una vez más, el cuatripartito NO la apoyó.
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La declaración del cuatripartito, alternativamente, aprobó una declaración condenando “los actos violentos ocurridos” y mostrando su solidaridad “con las personas heridas”.
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Es importante la distinción porque de la lectura de esta segunda declaración sólo se deduce que hubo unos “actos violentos” y unas “personas heridas”. Esta declaración de condena lo mismo sirve para el linchamiento videoguiado de Alsasua que para, efectivamente, una pelea entre los invitados de una boda o una trifulca tabernaria. Ni siquiera se deduce de la nota que los agredidos fueran los guardias civiles, cuando precisamente la condición de guardias civiles es la que determina la agresión, o que no hubiera habido otros heridos además de los guardias civiles y sus parejas, desdibujando la frontera entre agresores y agredidos y estableciendo una redacción que lo mismo serviría para un escenario de varios grupos agrediéndose mutuamente.
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Esto mismo, más grave si cabe, es lo que sucedió en el propio Ayuntamiento de Alsasua, la localidad más normal y libre del mundo, donde, recordémoslo, el Ayuntamiento condenó “los actos violentos ocurridos, como cualquier grado de violencia, incluidas las pequeñas violencias provengan de donde provengan”. La nota se solidarizaba “con las personas heridas y afectadas” añadiendo “el rechazo por la imagen que algunos medios de comunicación han trasladado de nuestro municipio” y expresando el “malestar por la masiva presencia de la Guardia Civil en nuestra localidad”. Leyendo la nota no se puede deducir en absoluto lo que sucedió, ni la gravedad, ni que los agredidos eran guardias civiles ni que no se había tratado de una agresión mutua entre dos grupos de borrachos. Todo el párrafo anterior, por consiguiente, es de aplicación a esta otra nota de condena si acaso en un grado superior. Pero es que además Bildu no la firmó.
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Podría añadirse a todo esto que a favor de los acusados de Falange y Tradición, que no mandaron nunca al hospital a nadie, nadie se manifestó (con buen criterio) cuando la juez Paz Benito, la misma que no consideró terrorismo lo de la manada de Alsasua y la quiso juzgar aquí, mandó a la Audiencia Nacional a los falangistas con una acusación fiscal de 7 años de cárcel por amenazas terroristas, que finalmente no prosperó. Entonces, que jurídicamente se hubiera tenido razón, nadie se manifestó diciendo que les parecía desproporcionado acusar de terrorismo a unos sujetos que sólo habían hecho unas pintadas amenazantes y roto un monolito, sin haberle tocado un pelo a nadie. No eran nuestros hijos de puta. Los detuvo, por cierto, la Guardia Civil.
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Sería injusto cerrar esta crónica sin hacer una mención final a Podemos. Lo cierto es que de la postura de Podemos tampoco nos vamos a extrañar. Su confluencia con Bildu es natural. A excepción de los propios simpatizantes de la izquierda abertzale, los podemitas son los únicos que, como Pablo Iglesias, pueden entrar tranquilamente en una herriko taberna. Y al igual que los simpatizantes de la izquierda abertzale, el líder de Podemos se emociona cuando una multitud tira al suelo a un policía y lo patea. El supuesto “moderado” Errrejón, por su parte, tuitea eslóganes como ACAB (All Cops Are Bastards, todos los policías son unos bastardos) o “nazi de día, de noche policía”. No les pidas a estos o a sus lauras y ainhoas que condenen muy durante la agresión a unos agentes de policía, salvo que sean de la policía de Venezuela.
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2 respuestas
Yo también pido una pena proporcional para los acusados. Lo que pasa es que yo veo lo que pasó y me parece gravísimo. Y lo ve Barkos y le parece levísimo.
La pena proporcional para Ujue sería ponerles una calle con su nombre y hacerles un homenaje