Si Feijóo representa el centro-derecha, Abascal no puede ser la extrema derecha

Es lógico que Feijóo quiera aproximarse a la izquierda tanto como le sea posible. Para ganar a Sánchez y sus mariachis y txistularis hace falta un movimiento que abarque el mayor espacio electoral posible. Es decir, Feijóo necesita empezar a recolectar votos en la frontera misma con el PSOE. Para recolectar votos por la derecha ya está VOX, el espacio de Feijóo es todo lo que hay desde donde acaba el PSOE hasta donde empieza VOX.

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En este sentido no cabe esperar otra cosa sino que Feijóo se defina como centrista, y que presente al PP como un partido moderado de centro, o de centro derecha. No sólo es algo que tiene que hacer seguramente por convicción, sino porque realmente es el espacio que le queda.

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El problema no ya para Feijóo o para el PP, sino en general para los observadores políticos de la nación, es que si el PP es un partido de centro-derecha entonces VOX no puede ser la extrema derecha. Es casi una cuestión física más que política. Uno no puede llegar al kilómetro 9 sin pasar antes por el kilómetro 7. Es más, no puede haber un kilómetro 9 sin un kilómetro 7. Si el PP es el centro-derecha, lo que hay a la derecha del PP es la derecha, o sea VOX, y la extrema derecha sería lo que hubiera la derecha de VOX. Esto no sólo es bastante lógico sino que representa bastante bien la realidad. Lo que no tiene lógica ninguna es pretender que en España la extrema derecha empieza donde termina la izquierda o que no hay una derecha entre la extrema derecha y el centro-derecha. Si Feijóo representa el centro-derecha, Abascal no puede ser la extrema derecha, porque entre el centro-derecha y la extrema derecha tiene que haber un espacio en el que colocar a la derecha.

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Posiblemente sería interesante preguntarle a Feijóo dónde se ubica él o dónde ubica ideológicamente al PP en una escala en la que cero fuera extrema izquierda y 10 extrema derecha. Con toda probabilidad, como decíamos antes por interés o convicción, Feijóo se situaría entre el 5 y el 6. Pero entonces, ¿convertimos en extrema derecha a todo lo que hay entre el 6 y el 10? No tiene sentido. Sería improbable que Feijóo se presentara a sí mismo como un político de la derecha, no de centro ni de centro-derecha, autoubicado en el 8. Por tanto, teniendo en cuenta que conforme más se aproxima uno a los extremos menos porcentaje de población suele encontrar en ellos, VOX no sería la ultraderecha sino un partido de derechas o conservador cuyo lugar en la escala podría corresponder al espacio entre el 6 y el 8. Esto no sólo nos ubica en un discurso realista sino que nos permite llamar ultraderecha a la ultraderecha de verdad, esa que aún podemos encontrar a la derecha de VOX.

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La paradoja gallega

Paradójicamente, cuanto más centrista pretenda ser Feijóo y cuanta más aversión a VOX para parecer más centrista, más centra a VOX y más hueco le deja entre la extrema derecha y el centro para poder definirse -con razón- como una fuerza de derecha o tradicionalista, no de ultraderecha. Es decir, cuanto más se arrima a la izquierda Feijóo, más se justifica considerar a VOX como un partido de derechas en vez de ultraderechista y menos se justifica el cordón sanitario, el veto y la renuncia a gobernar en alianza con VOX para que gobierne para siempre la izquierda.

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3 respuestas

  1. A la izquierda le gusta demonizar al centro y a la derecha, mostrarse como poseedor de la «palabra divina», señalar – el chivo expiatorio – a quien no comulgue con su ideario y ponerlo un nombre para que sea fácilmente identificable por «el pueblo». Llamar extrema derecha, fascista o cualquier otro apelativo que los descalifique es lo usual para ellos, y lo han hecho con el PP y con Ciudadanos, y ahora con Vox. Y pasó lo mismo en 1934, todos eran fascistas menos ellos, con el pretexto de luchar contra el fascismo rompieron la convivencia y la república, pero así, crearon una consigna de odio para todos los que no compartían su ideología quedasen fuera del sistema. Lo mismo pasa con los nacionalistas / separatistas, aquí añadiremos además apelativos como españolista, colono y similares.

  2. Yo estuve en el mitin que dio Pedro Sánchez mentiras en el Navarra arena en septiembre de 2019 (creo recordar la fecha no la sé a ciencia cierta) y en aquel mitin me quedó claro que el problema de España eran las 3 derechas (ciudadanos vox y el PP). En aquel mitin no se habló de paro ni de tensiones territoriales ni de gente que no llega a fin de mes porque eso no son auténticos problemas, los auténticos problemas eran las 3 derechas. Supongo que ahora los problemas se han reducido porque entonces había 3 derechas y ahora hay solamente 2.
    En aquel mitin también hubo una señora que gritó “¡a la derecha ni agua ¡” y recibió un sonoro aplauso por parte de la asistencia. Cerdan estaba muy satisfecho porque habían sacado Franco de la tumba y ya podíamos respirar un aire de auténtica libertad. Lo dicho en España hay mucho espacio para la derecha.

  3. «Mientras el PSOE ha logrado (vía educación y medios de comunicación subvencionados) que todo español, por el mero hecho de serlo, piense un poco como él, el centroderecha se dedica a mostrar gráficas de su buena gestión económica». Miguel Ángel Quintana Paz, periodista y escritor. Eso es lo que yo pienso, que la derecha acomodada, debido a sus miedos y a su renuncia a dar la batalla de las ideas, se limita a ejercer de obediente “taxista” de la izquierda que es quien marca la ruta y el objetivo. Como claro ejemplo, ahí tenemos gobernantes y partidos de derecha (ahora se llaman “de centro”, faltaría más) poniendo en práctica de forma entusiasta las políticas recogidas en la Agenda 2030, y a alguno de sus dirigentes luciendo, ahora sin complejos, el famoso pin arco iris.

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