Sabido es que, si ya el gobierno anterior, en absoluto, estaba dispuesto a reforzar el control fronterizo español, el actual, en manos de Pedro Sánchez, no es menos; de hecho, provocó un efecto llamada con la acogida del barco sorista Aquarius y que los sectores más izquierdistas del marco político español no se han solidarizado con los agentes de la Benemérita que demandan más medios en Ceuta y Melilla, donde se juegan la vida.
Con la excepción de formaciones políticas extraparlamentarias, nadie apuesta por un control migratorio más estricto que acabe implicando la construcción de algún “muro de Trump” ni de controlar la inmigración evitando la entrada de musulmanes. Prefieren silenciar las advertencias de lo que es una invasión en toda regla, como ha ocurrido con el acto de VOX en Algeciras.
Ahora bien, aparte de quitar las concertinas y de no alinearse a Italia, Austria o el Grupo del Visegrado, parece ser que han encontrado una fantástica solución, gracias al nada fiable Josep Borrell, que encima es muy elegante, que suena fenomenal: extender el programa de becas de educación superior de intercambio de alumnos y docentes en Europa a países africanos.
Esto, considerado como una “solución constructiva”, implicaría que por cada inmigrante ilegal devuelto a su país de origen, Europa aceptara a un inmigrante legal durante tres años, tras los cuales, habiendo recibido la formación académica correspondiente, retorne a su país de origen. ¿A que suena muy “bondadoso” y “multicultural”?
Lo que sí es no es sino una apuesta demasiado demagoga, aparte de la polémica que suscita el programa ERASMUS en la práctica. Hay quienes creen, con indignación, que ese programa sirve para que muchos europeos superen las asignaturas de sus carreras universitarias sin apenas hacer nada, sin un hábito de estudio de mínimos, sino bastante ocio.
Pero bueno, independientemente de lo que uno quiera poner en valor este programa educativo comunitario, lo que está claro es que supone un considerable gasto para las arcas europeas que, en este último caso, va a dar lugar a que la demagogia nos salga absolutamente cara, igual que ocurriría con los Planes Marshall que en su momento propusieron tanto Antonio Tajani, presidente del Europarlamento, como Pablo Casado.
Así pues, volvemos a reiterar a la clase política española que se ponga a la altura de las circunstancias y apueste por el control fronterizo. Que lo haga por nuestra libertad y nuestra seguridad, tanto por España como por Europa. Y que se dejen de programas demagogos, pues, entre otras cosas, ya existe bastante despilfarro en mamandurrias y subvenciones varias.