Esto de diferenciar entre derechas e izquierdas es algo en lo que no deberíamos incurrir puesto que, como todo el mundo sabe, la diferenciación real es entre cuneteros fascistas y copitos de nieve. No obstante, por una cuestión de pragmatismo y para entendernos más fácil, al menos en este escrito utilizaremos la clásica, desafasada e inexacta diferenciación entre izquierda y derecha.
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La crisis o minicrisis o lo que sea que está padeciendo Ciudadanos en estos momentos es una clara expresión, más o menos exitosa, de una estrategia genial de la izquierda consistente en conseguir estos cuatro objetivos, para alcanzar los cuales cuenta con décadas de conformación del pensamiento general y el predominio absoluto de toda su artillería mediática.
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El primer objetivo es tener a la derecha o al centro derecha o a los no copitos de nieve divididos en tres. De esta forma quedan electoralmente machacados por el sistema de reparto de escaños por provincias y circunscripciones, particularmente en las elecciones generales.
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El segundo objetivo, por si eso no fuera bastante y los cuneteros fascistas aún pudieran obtener cuotas de poder en los ayuntamientos y gobiernos autonómicos, es marcar como apestada a una de las tres fracciones en que se divide la derecha. En realidad basta con que sólo una de las tres fracciones del centro-derecha asuma el cordón sanitario a otra (como se pretende que haga Ciudadanos con VOX) para que de este modo ya sea casi imposible que el centro-derecha pueda gobernar jamás, ni teniendo mayoría, por culpa de los vetos internos impuestos desde la izquierda y asumidos como propios por cualquier partido del centro-derecha.
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El tercer objetivo es que una de las fracciones del centro-derecha, por el contrario, sí pueda ser usada para apuntalar un gobierno de izquierdas en caso de que la izquierda no tenga por sí misma la mayoría absoluta.
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El cuarto objetivo o elemento de la estrategia es que, a su vez, la izquierda pueda pactar sin cortapisa ninguna con el que quiera, ya sea golpista, proetarra, chavista o ultraizquierdista.
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Es decir, que si no eres de izquierdas primero tienes que conseguir una mayoría pese a ser tratado por la mayoría de los medios como un monstruo fascista, cosa que ya de entrada es un asunto complicado. Aunque consigas que la gente te vote, tu espectro social está fragmentado en 3 pedazos lo que te acarrea un enorme castigo electoral. Incluso si a pesar de todo consigues la mayoría, te quedas sin ella porque tienes que autoimponerte el veto de no pactar con uno de esos tercios en los que estás fragmentado. Para colmo, te tienes que autoimponer también cederle otro tercio a la izquierda si es necesario, por amor a la patria y para evitar que pacte con todas esas fuerzas antilibertad, antipropiedad y antipatria con las que la izquierda sí puede en cambio pactar con total libertad.
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Con estos cuatro elementos conformando el marco general de la política española, es casi imposible que haya jamás otra cosa que un gobierno de izquierdas. A que sea casi imposible que haya otra cosa que un gobierno de un determinado signo le podríamos llamar cuasi-dictadura.
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La cuestión final es si a semejante estado de cosas estamos llegando porque la izquierda es muy lista y opera de una forma increíblemente taimada y maquiavélica, cosa que vamos a asumir que es así. Porque si resultara que el escenario descrito en el que estamos o hacia el que vamos es más o menos real, pero no es consecuencia de la inteligencia política de la izquierda, habría que pensar que la derecha, centro-derecha o como queramos llamar a todo eso que no es la izquierda o que está a la derecha del PSOE, sencillamente es idiota.
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Un comentario
Me temo que va a ser esto último que apuntan ustedes en la última frase.