En el vocabulario político un jarrón chino es en lo que se convierte un político cuando estorba en todas partes y no se sabe ya bien en dónde ponerlo. Por eso se inventaron el Senado o el Parlamento Europeo. La expresión dicen que viene de los tiempos de Felipe González, cuando los comunistas chinos obsequiaban con un gran jarrón a los presidentes de visita de otros países. Un problema similar se plantea con algunos regalos de boda, que hay que acordarse de bajarlos del trastero y ponerlos encima de la mesa cuando viene la tía de visita. Pues bien, ya es casi oficial que Uxue Barcos es un jarrón chino.
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Diario de Navarra publica hoy la noticia de que “Barcos deja en el aire si volverá a ser candidata al Parlamento” y que, preguntada al respecto por aquel medio, la ex presidenta dijo que “sigo con fuerzas” pero que trabajará “donde estimemos el conjunto de la coalición”.
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Lo cierto es que la noticia a fecha de hoy, lo cual resulta bastante expresivo, no es que Barcos pueda dejar de ser la cabeza de lista de Geroa al Parlamento, sino que Uxue Barcos siga en el Parlamento. O sea, hay que hacer un esfuerzo importante para recordar que Uxue Barcos sigue en la política y ocupa un escaño en el Parlamento. El navarro medio no tiene ni idea de nada que haya dicho Uxue Barcos en los últimos 6 meses, casi en los últimos 3 años. Podía estar en el Parlamento de Navarra o de turismo en Kamchatka. Tiene un perfil mediático-parlamentario más alto ahora mismo Alzórriz que Barcos.
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La pregunta es si Barcos quiere seguir en su particular limbo parlamentario otros cuatro años, si a Geroa le interesa mantenerla como cabeza de lista o es ya un petardo explotado, y en cualquier caso llegado el momento dónde metemos el jarrón chino. Perdón, el jarrón vasco.
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