Que el PSN haya pactado los Presupuestos Generales de Navarra con Bildu apenas es ya noticia. No se esperaba otra cosa. Es lo mismo de los años pasados. No había otra posibilidad. El pentapartito es un bloque. ¿Tendrá que pagar el PSN una penitencia electoral por ello? ¿La tendrá que pagar Bildu? O sea, votar al PSN es ya votar un poco a Bildu, pero votar a Bildu es también votar un poco al PSN. ¿Pero a quién va a votar alguien que no esté cómodo con lo uno o lo otro? ¿A otro miembro del bloque? ¿Y en qué cambia eso el resultado? ¿Al otro bloque? ¿Juega el otro bloque siquiera a eso? Santiago Cervera, por ejemplo, parece pensar que no.
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La teoría de Cervera, que por otro lado es lo que ha dicho Esparza, es que hay que cifrar las esperanzas de cambio en que al PSOE le vaya mal y a Bildu le vaya bien. O sea, la clave es que en Navarra Bildu tenga más diputados que el PSN, que al PSOE le vaya mal en las autonómicas y que con la conjunción de ambos factores el PSN apueste por Esparza. Del kesito al quesito. Del nacionalismo a la ruina. El PSN siempre por medio. Sin necesidad de hacer la derecha nada. Sin necesidad de pedagogía. Sin batalla de las ideas. Incluso sin ideas. Sin necesidad de campaña electoral tampoco. Prácticamente la sumarresta sale sola con cualquier resultado. El gran beneficiado siempre es el imprescindible PSN. Más PSN, más Euskal Herria, dicen los del kesito. Más PSN, más Navarra, dicen los del quesito. Más PSN en cualquiera de los casos.
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Lo paradójico, por no decir lo nauseabundo de la espera pasiva de Esparza, sería que Navarra Suma estaría esperando durante el recuento de votos un ascenso de Bildu. Cada diputado de Bildu tendría que ser jaleado para que le diera el sorpasso al PSN y para que ese sorpasso empujara al PSN hacia Esparza, como hacia Maya en Pamplona. Porque Bildu no renunciaría al gobierno teniendo más diputados que el PSN, ¿o sí lo haría? O porque el PSN o parte del PSN no votaría antes a Bildu o a otro candidato del bloque que a Esparza, ¿o sí lo haría? En cualquier caso resulta penoso imaginar a Navarra Suma sonriendo al ver una encuesta en la que sube Bildu o a un votante de Navarra Suma colocado en la tesitura de tener que determinar si su voto útil en el juego del quesito es a Navarra Suma o a Bildu.
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Por otro lado, para un batasuno de pura cepa la foto del pacto presupuestario también puede resultar inquietante si por un momento nos ponemos en sus zapatos, en sus chirucas en este caso. Hasta cierto punto Araiz y Bakartxo Ruiz parecen dos consejeros más del gobierno socialista de María Chivite, bajo las banderas de Navarra, España y la UE, leales al gobierno socialista gobernua, aunque Chivite les haga el feo de evitar retratarse con ellos, como si la foto y no el fondo fuera lo de más. En la foto no obstante todos los presentes sonríen. No se ve a nadie sintiéndose incómodo, pero tampoco por tanto causando incomodidad. ¿Dónde está representado en este teatrillo el votante que quería votar algo que provocara alguna incomodidad?
Navarra, seleccionada como región piloto en un proyecto para implantar la #Agenda2030 en el ámbito de las regiones europeas https://t.co/X6EDrq87vw
— Gobierno Transparente (@TransparenteGob) November 7, 2022
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Finalmente, presidiendo todo el conjunto tenemos el logo de la Agenda 2030. Navarra Suma es Agenda 2030 (véase el PIN de Esparza). PSN es Agenda 2030. Podemos es Agenda 2030 (saludos a Ione Belarra y a su sueldazo). PNV es Agenda 2030. Pero también Bildu es Agenda 2030. En serio, ¿para qué hacen falta elecciones si todos los candidatos o todas las posibles fórmulas de gobierno son de la Agenda 2030? Las elecciones se van convirtiendo progresivamente en unas primarias en las que tan sólo elegimos a nuestro candidato favorito de la Agenda 2030. Votes a quien votes desayunarás leche de soja con gusanos. Votes a quien votes no tendrás nada. Votes a quien votes serás feliz. El camino de la ruina, a la vista de los presupuestos, parece por otra parte el más corto para alcanzar la felicidad.
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