Gibraltar crece, literalmente. Primero, además del peñón, los ingleses se apropiaron de todo el espacio intermedio que ahora es el aeropuerto de Gibraltar. Ahora, los ingleses han decidido hacer crecer Gibraltar hacia el mar. La superficie de la que poco a poco se han ido apropiando es seguramente ya superior a la superficie inicial de la Gibraltar colonial. Y parece que esta tendencia va continuar, puesto que tampoco parece que haya nada que la pueda o quiera frenar.
Lo cierto es que mirando al futuro hay una carta importante que España puede jugar de cara a la recuperación de Gibraltar. El motivo es el descontento con el Brexit que poco a poco se va extendiendo entre los británicos. Parece que las encuestas, sobre todo entre los jóvenes británicos, favorecerían una futura reintegración en la UE y que los partidos ahora mayoritarios en Gran Bretaña serían proclives a esta reintegración.
La cuestión es que, si algún día los británicos quieren volver a la UE, tendrán que hacerlo siguiendo el procedimiento que tendría que seguir cualquier otro país para entrar a la UE. Es decir, se encuentran en la misma situación que la de cualquier país que nunca haya formado parte de la UE y no existe un procedimiento especial o simplificado para que los británicos vuelvan a la UE.
Todo lo anterior resulta importante para España y para la cuestión de Gibraltar, porque uno de los requisitos imprescindibles para aceptar a un nuevo país en la UE es el beneplácito de todos los actuales miembros de la UE. Es decir, que España tendría de hecho un derecho de veto sobre una futura reentrada de Gran Bretaña en la UE. Aquí es donde evidentemente entra en juego la carta de Gibraltar. Por un lado, es una anomalía y un acto no amistoso que un país tenga una colonia en el territorio de un país supuestamente aliado, y por otro la devolución de Gibraltar, aparte de una cuestión de justicia, sería un precio pequeño para Gran Bretala a cambio de la normalización de las relaciones con España, la eliminación de esta anomalía histórica y la reentrada al seno de la UE. La lucha contra el narcotráfico y el blanqueo de capitales seguro que tampoco resultaba perjudicada por esta cuestión. El único problema es si España llegado el momento tendría un gobierno que siquiera planteara este escenario o si, como hasta ahora, España por su propia renuncia a ser grande seguirá siendo para las potencias mundiales permanente objeto de desprecio. Desde luego en la jungla de las relaciones internacionales las demás potencias no suelen dar por pura generosidad lo que uno mismo ni siquiera se molesta en reclamar. ¿Dejará de pasar esto en algún momento con Gibraltar?