¿Quién defiende a la mujer de la izquierda woke?

éSer izquierdista y feminista a la vez es imposible. La defensa de la mujer es patrimonio de la derecha. Parece una afirmación un tanto intrépida, pero de hecho es más cierta que su contraria. O sea, lo que no se puede sostener de ningún modo es que la defensa de la mujer sea algo así como un patrimonio exclusivo de la izquierda, esa que no se decidió a votar sí al voto femenino en 1931 porque sólo estaba dispuesta a conceder el voto a las mujeres si las mujeres votaban a la izquierda, o esa que a Clara Campoamor la llamaba «marimacho» .

Pero volvamos al presente. La izquierda actual no es la que defiende a las mujeres, es la que reduce las penas a los agresores sexuales. Es también la que bajo su gobierno ve crecer sin parar las agresiones sexuales, muchas de ellas agresiones fruto de una violencia sexual importada, provocada por una evidente falta de control en la política de inmigración.

Los asesinatos de mujeres van también de mal en peor. Llegó Podemos al gobierno a erradicar el problema y lo deja con una cifra de mujeres asesinadas mayor que cuando llegó.

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Pero hay más. La izquierda, en vez de defender al género femenino, prácticamente lo ha suprimido. Ser mujer ya no es un hecho objetivo, es una percepción, una autopercepción. Se puede ser mujer con pene o sin pene, con regla o sin regla, con cromosomas XX o con cromosomas XY, se puede hasta ser mujer y dejar levantada la tapa del váter. Los hombres se pueden quedar embarazados y abortar. Se puede ser hombre los años par y mujer los impar. ¿Qué es entonces ser una mujer? Es una pregunta que resulta que ahora las feministas ya no saben responder.

Cualquiera puede ser mujer o autodeterminarse mujer, porque a diferencia de ser treintañero, negro, gallego, piscis o registrador de la propiedad, mujer puede ser cualquiera. No es un hecho objetivo. No requiere ningún requisito. Es una categoría vacía de contenido. Cualquiera puede ser mujer porque ser mujer no consiste en nada concreto. Es una mera percepción. Eso es en lo que han acabado convirtiendo el género femenino los defensores de la mujer.

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Irónicamente, al mismo tiempo se nos habla del derecho a reasignar el sexo de las personas para que coincida con su género, porque hay mujeres y hombres encerrados en el cuerpo equivocado. Esto sin embargo es totalmente incompatible con los postulados de la ideología de género. O sea, si el género es una construcción social, no hay diferencias reales entre hombres y mujeres, por tanto es imposible que haya una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre o viceversa, mucho menos bajo la premisa de que se siente disconforme con su sexo pese a la educación recibida, cuando se nos dice que el género es fruto de la educación recibida. Pero sobre todo es que para que haya alguien en un cuerpo equivocado es preciso que además de cuerpos distintos los hombres y las mujeres tengamos mentes distintas. Es decir, si todos tenemos la misma mente es imposible que una mente esté en un cuerpo equivocado, igual que es imposible equivocarse al rellenar un bollo si todos los bollos van rellenos de nata. Sólo te puedes equivocar de relleno si los bollos se rellenan de nata y los croasanes de chocolate, si sólo hay relleno de chocolate, no te puedes equivocar de relleno.

Los perjuicios contra la mujer del caos que la izquierda ha desatado contra ella llegan al extremo de que las mujeres de la Etrzaina se tienen que cambiar en el mismo vestuario que un ertzaina con pene que dice que se autopercibe mujer. En otros tiempos más sensatos, el hombre que entrara en un vestuario de mujeres sería un abusador, pero ahora resulta que se acusa a las mujeres de transfóbicas si osan levantar la voz. Por no hablar de todas las distorsiones que la ideología de género está introduciendo en el deporte femenino, al punto que en unos años sólo habrá liga masculina y liga trans. Las mujeres serán las categorías inferiores de la liga trans.

Respecto a la violencia contra la mujer la postura de la derecha resulta también inequívoca. La izquierda es la que rebaja las penas a los agresores sexuales y la derecha la que las endurece. Nadie en la derecha cuestiona que sea abyecto maltratar a una mujer y que haya que perseguirlo, más duramente de lo que propone la izquierda, no digamos cuando hablamos de asesinato o de violación. Lo que se cuestiona es la terminología que quiere imponer la izquierda o que la solución de la violencia contra la mujer sean las teorías wokes, cuando lo que estamos viendo es precisamente que cuanto más despliegan sus efectos las teorías wokes más violencia se desata contra la mujer. Se llama negacionismo o machismo a cuestionar el discurso de la izquierda, no a proteger realmente a la mujer. La negacionista es la izquierda, que se niega a ver los catastróficos resultados de sus políticas respecto a la mujer.

Acaso el último reducto de la izquierda para adjudicarse la defensa de la mujer sea el aborto, pero aparte que hay muchos más abortistas en la derecha de los que nos gustaría, el hecho es que la mitad de los abortados son niñas, por pura estadística. Menuda defensa de la mujer. Sería mucho más feminista y progresista exigir más responsabilidad a los padres de los niños no deseados, para hacerse cargo también ellos de la situación, o multiplicar las ayudas del estado a la mujer para sacar a esos niños adelante, que orientar a las mujeres hacia el trance de tener que eliminar a sus propios bebés.

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La conclusión de todo esto es no sólo que no se puede dejar a la izquierda presentarse como la defensora de la mujer, sino que es la derecha la que debe presentarse a sí misma como la verdadera defensora de la mujer. Es a las mujeres que apoyan a la izquierda a las que deberían pedirse explicaciones o mirarlas con extrañeza. En realidad deberían ser las propias mujeres de izquierdas las que, precisamente a la vista de los resultados, se preguntaran si es la derecha o la izquierda la que las defiende mejor. A ver si hay mujeres que están votando a la izquierda pese a que son patriotas, no creen en la amnistía, son autónomas, tienen una empresa, están en una lista de espera, perciben una creciente inseguridad en las calles, no aprueban el endeudamiento ni el déficit, no encuentran empleo, piensan que pagan demasiados impuestos, no tienen acceso a la vivienda o tienen una vivienda llena de okupas, no tienen dinero para comprarse un coche eléctrico, no pueden pagar el recibo de la luz, no quieren comer gusanos, no llegan a fin de mes… pero siguen votando a la izquierda porque se creen que defiende mejor a la mujer.

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