Pepe Mújica, el santón de la izquierda que no era tal

Ha fallecido el expresidente uruguayo José Mujica, “Pepe” Mújica, convertido en los últimos años en una especie de santón y referente de la izquierda, que hoy lamenta y comenta intensa y extensamente esta pérdida.

Por supuesto a nivel humano no cabe sino lamentar el fallecimiento, y de hecho tampoco se trata de juzgar a José Mújica, cuestión que no es a nosotros aquí abajo a quienes toca. Lo que sí cabe juzgar es la incoherencia de algunos vivos, o traer a la memoria todo el pasado de Mújica, porque recordar es recordar todo o construirse un mito. En este sentido no cabe sino señalar el apoyo decidido de Mújica a una dictadura asesina e implacable como la castrista.

Resulta llamativo el tono de exaltación de la figura de Mújica cuando tal exaltación sería impensable en el supuesto de una persona que hubiera apoyado una dictadura de signo no izquierdista. Obviamente se estaría cuestionando si puede ser un santón, un referente democrático y un amante del diálogo y el librepensamiento alguien que ha apoyado a una dictadura de derechas, la pregunta es por qué se puede seguir considerando a alguien como un santón cuando ha apoyado a una dictadura de izquierdas.

La única respuesta lógica es pensar que quienes borran del callejero a los que apoyaron una dictadura de derechas, pero perdonan sin reproches el apoyo a las dictaduras de izquierdas, en el fondo no consideran dictaduras más que a las dictaduras de derechas. Si la izquierda persigue, oprime, cancela, encarcela o mata a la gente que no piensa como ella, eso no se considera una dictadura. Por eso no se reprocha a los santones de la izquierda que hayan apoyado dictaduras de izquierdas. Por eso a los que convierten en santones a quienes han apoyado dictaduras de izquierdas malamente puede considerárseles a ellos mismos como demócratas.

Por supuesto Pepe Mújica era una persona a la que se podía escuchar en muchos asuntos con algún interés,. Podría observarse asimismo una evolución, aunque tardía, en el pensamiento de Mújica, pero no demasiada. Una condena radical le hubiera granjeado la enemistad de quienes ahora celebran su figura. Por otro lado, tampoco se perdona su pasado aunque hubieran evolucionado, a los que viven al otro lado del muro. Por lo demás todos sabemos cómo funcionan los muros pintados de rojo. No son para defenderse del contrario, son para evitar que los propios escapen al otro lado.

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