Se veía venir. Un avispado despacho de abogados ha desarrollado una aplicación para el móvil destinada a probar, de cara a posibles denuncias futuras, que una relación sexual ha sido consentida. Bienvenidos a los tiempos del sexo con contrato. O sea, de algún modo el sexo siempre significa un contrato implícito, pero aquí ya nos vamos a contrato documental, con copias, DNI y una web verificadora de por medio actuando como notario digital.
Un despacho de abogados español lanza una App para acreditar el consentimiento en las relaciones sexuales, por @carmelojorda https://t.co/5rAhFL0n4F vía @libertaddigital
— Carlos Cuesta (@carloscuestaEM) November 2, 2022
Naturalmente una aplicación para blindar las relaciones sexuales consentidas no está exenta de problemas. O sea, ¿cómo verificamos que el consentimiento otorgado a través de la aplicación no fue a su vez forzado? ¿Nos bajamos otra aplicación para verificar la aplicación de verificación? Y por otro lado, ¿qué hacemos con las relaciones en las que no haya habido verificación digital? ¿Quedan todas ellas sometidas a la sombra de la sospecha? ¿Por qué no verificó usted digitalmente esa relación? ¿Y qué hacemos cuando Wikileaks, Anonymous o Putin publiquen el listado de todas las relaciones registradas con nombres y apellidos? Porque además el sexo no puede quedar a expensas de la aplicación de un despacho privado, habrá que crear por tanto una aplicación pública para garantizar el derecho universal al blindaje sexual. Sólo sí verificado por la aplicación del gobierno es sí.
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La mera concepción de esta aplicación, en todo caso, no es sino una expresión más del delirio ideológico en que nos va sumiendo el discurso dominante en el poder. Cuando se parte de unas ideas falsas para tratar de compartimentar y legislar la realidad, constantemente se van poniendo de manifiesto situaciones en las que resulta obvio que hay un conflicto entre la ideología y la realidad. Si no se corrigen las ideas, como la realidad es la que es, comienzan a amontonarse los conflictos derivados de ese choque entre la realidad y el delirio ideológico que inspira la legalidad. Como consecuencia a ese amontonamiento de problemas, a su vez comienzan también a surgir pseudosoluciones, a cual más ridícula, que también se amontonan en bucle en paralelo a los problemas. Evidentemente la solución no es ir añadiendo pisos a una torre torcida desde su base, sino revisar la construcción desde los cimientos. El problema es si podemos llegar a la necesidad de revisar la ideología gubernamental desde los cimientos antes de que se nos caiga la torre encima, o si necesitaremos instalar una aplicación que permita a través del móvil que se nos pueda localizar entre los escombros.
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