Para Sanidad y Educación. Así, con mayúsculas. Así se justifica todo nuevo aumento de impuestos que se nos impone a los ciudadanos. O expresas tu entusiasmo o eres insolidario. ¿Por qué hay que votar pese a todo a los partidos que se autodenominan progresistas? Para salvar de la derecha a la Sanidad y la Educación. Para que no las desmantelen. Para que funcione el escudo social. ¿Dónde nos lleva esta lógica? A un 100% de impuestos y a la irresponsabilidad de los políticos en la gestión.
La verdad es que los ciudadanos hemos cumplido nuestra parte, pagando religiosamente los impuestos, cada año un poco más, lo que nos aboca a tener que vivir cada año con un poco menos, pero sonriendo pese a todo porque es para Sanidad y Educación. Cumplimos nuestra parte que es trabajar y trabajar para pagar y pagar, ¿pero cumple su parte el gobierno también a la hora de gestionar?
De nada sirve pagar y pagar si el gobierno gestiona mal. De hecho, con la interiorización por parte de los ciudadanos de que tenemos que acoger con entusiasmo cada nueva subida de impuestos, lo que ha conseguido el gobierno es liberarse de toda responsabilidad en la gestión. Cuando faltan recursos porque se gestiona mal, la clase política en vez de tener que empezar a gestionar mejor ha normalizado subir los impuestos a la población. Y la población ha asumido ese discurso y el poner buena cara para pagar más, en vez de poner mala cara para exigir al gobierno una gestión más eficaz.
¿Cuándo puede tener legitimidad el gobierno para presentarse ante la ciudadanía para solicitar una subida de impuestos? Cuando ya sea absolutamente imposible gestionar mejor. Cuando no haya ni un gasto superfluo. Cuando ni un euro de lo prescindible se pueda derivar ya a financiar lo imprescindible. Cuando a cada 100 euros recaudados no se les pueda sacar ya más rendimiento. ¿Es sin embargo esa la situación? ¿Tenemos la impresión de que no hay ningún gasto superfluo y que es imposible gestionar el dinero público mejor? ¿Cómo es entonces que aceptamos con tanta mansedumbre las subidas de impuestos en vez de exigirle al gobierno que revise en qué está malgastando, qué gastos son prescindibles o cómo puede sacar el máximo rendimiento a cada euro de presupuesto?
El caso del gobierno de Chivite y sus socios resulta paradigmático porque si precisamente algo se está cayendo a pedazos después de haber convertido a Navarra en un infierno fiscal es la Sanidad y la Educación. El pentapartito tiene en pie de guerra precisamente a la Sanidad y la Educación. Se suceden las protestas y los datos cada vez van a peor. Pero no es por falta de dinero porque tenemos record de recaudación, es por la mala gestión. No son los ciudadanos los que no están cumpliendo su parte, es la administración.
La suerte para Chivite y sus socios es la ventajosa relación de que disfrutan, gracias a su predominio mediático, educativo y cultural, entre realidad y publicidad. Que hubiera un pelo en la sopa o que la tortilla en una foto no fuera lo bastante amarilla tenía 100 veces más repercusión mediática y sindical que las listas de espera. El 7 que consigue el político de derechas con su gestión se convierte en un 2 cuando el juicio a esa gestión llega a las portadas. El 2 que consigue el político de izquierdas se convierte en un 7 cuando la izquierda mediática pega su examen con un imán en la puerta de la nevera. Hay noticias desfavorables a Chivite. Hay protestas en el ámbito de la Sanidad y la Educación. Pero son una pequeña fracción de lo que habría, con esta situación, si no estuviera gobernando la izquierda.
Así y todo es evidente la crisis que atraviesan la sanidad pública y la educación. ¿Pero qué incentivo tiene el gobierno para gestionar las cosas mejor si en vez de ser más eficaz puede subir los impuestos, dejar que las cosas sigan yendo mal (porque ningún dinero es bastante si se gestiona mal), y encima le sigue apoyando una mayoría social? El cambio acaso llegue cuando la cantidad de dormidina mediática en un plato de la balanza pese menos que la catastrófica realidad a la que cotidianamente se enfrenta la población, sea en materia de Sanidad, Educación, vivienda, capacidad adquisitiva o seguridad. El problema es que hay dormidina mediática en la balanza (pagada en buena parte por el gobierno con el dinero de los impuestos) para parar el AVE que viene de Castejón. Efectivamente, ese AVE que tampoco termina de llegar nunca de Castejón.