Si todos los países de la Hispanidad estuviéramos unidos y camináramos en la dirección correcta, seríamos una gran amenaza para las grandes potencias. Esto lleva siglos siendo así y para evitar esto existen herramientas como la leyenda negra. Puesto que buena parte de los propios españoles nos creemos la leyenda negra, como para esperar que falten creyentes fuera. Como a México no le terminan de ir bien las cosas a muchos niveles y avanza aceleradamente hacia un régimen totalitario, buscar un enemigo exterior es un recurso de primer curso de demagogia. A esto es a lo que andan entregados estos días López Obrador y su pupila, Claudia Sheinbaum.
No es sin embargo un motivo de lamentación el debate, la repercusión y la insistencia en este asunto cada vez que se recurre al comodín de la leyenda negra. Es decir, la única forma de acabar con la leyenda negra es hablar sobre ella, poner en evidencia sus falsedades, dejar a cada uno en su lugar, juzgar las cosas con la perspectiva histórica adecuada y colocadas en su contexto real. Es bueno que en España y en México haya debate sobre esto en vez de asumirlo sin discusión. Cuanto más debate haya, más lejos estaremos de asumir e interiorizar nosotros mismos la leyenda negra de forma acrítica.
El discurso de López Obrador resulta por lo demás groseramente burdo. Obrador, apellido azteca de toda la vida, como Sheinbaum, tiene la manía o el fetiche de comparecer delante de las pirámides mayas y aztecas, incluso mientras reclama excusas por el Descubrimiento a España. Estas pirámides son sin embargo viejos altares en los que se celebraban todo tipo de sacrificios humanos. López Obrador se fotografía delante de ellas sin darse cuenta de que son una prueba de cargo contra su discurso. La antropofagia y los holocaustos humanos eran la alternativa al Descubrimiento que tan progresísticamente defienden algunos.
Naturalemente ni Moctezuma era un presidente republicano, ni los aztecas eran veganos, ni las aztecas eran lesbianas, ni las pirámides se construyeron solas tras un referendum, ni el emperador repartía su oro entre los plebeyos, ni los que construyeron las pirámides que tanto agradan a Obrador eran trabajadores con contrato fijo, salario mínimo y jornada de 34 horas. Cuando los indígenas vecinos de los mayas o los aztecas veían levantar una pirámide, lo que pensaban es que pronto su sangre correría en cascada por sus paredes escurriéndose desde los altares sacrificiales.
¿Quién va a acudir al final a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum? Todos los enemigos internos y externos de España en tropel. No son sólo enemigos de España: Maduro, Putin o Irene Montero son además y sobre todo enemigos de la libertad. También son enemigos de la verdad. Por eso aquí no es una cuestión de soberbia el pedir perdón. No está mal pedir perdón por haber hecho algo mal, y seguro que alguna cosa se hizo mal, aunque en este debate todos tengamos menos de 500 años, pero no cabe pedir perdón por acusaciones falsas o fuera de época y de contexto. Por lo demás no tiene sentido comparar el Descubrimiento con la perfección sino con su alternativa, y con todas sus luces y sombras la alternativa al Descubrimiento era el terror.