No sólo es que los debates abstractos son necesarios, es que están muy bien y nos encantan. Somos los primeros en apuntarnos a un buen debate abstracto sobre principios e ideología. Pero tampoco despreciamos los debates sobre lo concreto. Los debates sobre lo concreto ayudan a poner los pies en el suelo. En estas fechas, por ejemplo, se está debatiendo mucho sobre el impuesto de patrimonio, como si el estado del bienestar no fuera posible sin el impuesto de patrimonio. Como si quitando este impuesto a los “ricos” hubiera que cerrar de inmediato todos los colegios y todos los hospitales públicos.
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Para empezar, Navarra recaudó el año pasado por patrimonio 37 millones de euros. O sea, que malamente vamos a pagar la Educación y la Sanidad con 37 millones de euros, o difícilmente va a haber que cerrar los hospitales y los colegios sólo por la ausencia de esta fuente de ingresos. Una fuente de ingresos, por otro lado, absolutamente excepcional en varios sentidos, ninguno bueno. El impuesto de patrimonio es otro ejemplo de cómo hacernos “dumping” fiscal a nosotros mismos. La excepción ibérica es que España tenga un impuesto que como tal en Europa, además de nosotros, sólo tienen los noruegos y los suizos. Los noruegos a cambio no tienen sucesiones, nosotros nos apuntamos a todo. Hay países con impuestos que gravan los bienes inmobiliarios, pero como tal no hay salvo los otros dos países citados nadie en nuestro entorno que hoy en día mantenga un impuesto de patrimonio. Por otro lado el impuesto de patrimonio es algo sin lo que Navarra vivió hasta 2012 cuando lo recuperó el inefable consejero de UPN Alvaro Miranda. En Navarra había colegios y hospitales antes de 2012, y seguramente menos listas de espera.
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Por lo visto en ningún país de Europa hay hospitales ni colegios porque no tienen Impuesto de Patrimonio. pic.twitter.com/5B1tmworHt
— Nicolás Bolivariano (@NicoBolivariano) September 21, 2022
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Cuestión aparte, por otro lado, es si el impuesto sobre el patrimonio sirve para pagar los hospitales y los colegios. Aquí en cuanto vas a tocar un gasto todo es para los hospitales y los colegios, pero vamos a ver si es cierto.
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Navarra se gasta 10 millones de euros al año en Euskarabidea. En 2015 Euskarabidea sólo nos costaba 2 millones de euros. No seremos por tanto muy radicales proponiendo ahorrarnos Euskarabidea y los 10 millones de euros, sólo retornar su presupuesto a los 2 millones de 2015. No hemos tenido que tocar hospitales ni colegios y ya nos hemos ahorrado de golpe 8 millones de euros, y es que sólo Euskarabidea nos cuesta más de una cuarta parte de lo que recaudamos por patrimonio.
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Naturalmente un gasto a suprimir de un plumazo sería el sobrecoste de 6 millones de euros de la estructura de gobierno de chivite con toda su profusión de consejerías, direcciones y altos cargos. O sea, no proponemos suprimir la estructura del gobierno porque, aunque sería bonito y romántico, alguna estructura de gobierno tendrá que haber, pero simplemente volver a la estructura de gobierno de la legisltaura pasada sería un ahorro de 6 millones de euros. Por otro lado ese incremento de la estructura de gobierno y de su coste no se ha traducido en ninguna mejora tangible para la vida de los ciudadanos navarros.
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Hay muchos otros costes que así sin mucho esfuerzo podríamos suprimir o revisar, desde los 2 millones de publicidad institucional del gobierno foral a los otros 2 millones dedicados a subvencionar a los sindicatos, y ya nos pondríamos en los 18 millones de ahorro, la mitad de lo que ingresamos por patrimonio. O sea, que ya sólo con esto podríamos bajar el impuesto sobre el patrimonio a la mitad sin tocar ningún hospital ni ningún colegio, pero todavía podríamos abrir un capítulo interesante como sería el del dinero perdido o tirado. Por ejemplo, los 1,2 millones de euros perdidos en las mascarillas de Sodena o los 1,3 millones del Hiriko 2.0, el coche eléctrico zombi ya fracasado en la CAV.
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Con Sodena hemos topado, y de hecho nos encontramos con que en 2021 las pérdidas de Sodena ascendieron a 7 millones de euros. Haber dinamitado Sodena (metafóricamente, por supuesto) nos habría representado no tener que afrontar pérdidas de 5 millones en 2020, de 7 millones en 2021 y de 3 millones (si se cumplen las previsiones) en 2022.
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En realidad, si cerrar Sodena nos permitía suprimir el impuesto sobre el patrimonio a lo mejor era un gran beneficio si eso se tradujera en volver a ser un foco de atracción para los grandes patrimonios. O sea, la mejor Sodena es la gente con dinero que viene a Navarra, que invierte en Navarra, que para invertir tiene mejor ojo que Sodena y que, si todo sale mal, pierde su dinero y no el de los contribuyentes navarros. Además ya existe una banca privada, no hace falta una banca pública paralela para financiar a costa del contribuyente los proyectos que a la banca privada le parecen inviables. Y ahora ya sólo nos falta el INI, una banca paralela a la banca paralela para aumentar más es el gasto y para que ese gasto puede llevar subrayado el apellido de gasto político.
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Desde luego todo lo anterior no es más que la punta del iceberg pero, aunque se podría discutir mucho sobre cuánto y en qué recortar, lo cierto es que resulta bastante evidente que la supresión del impuesto de patrimonio o el de sucesiones no tiene nada que ver con la superviviencia de los hospitales, de los colegios o del estado del bienestar.
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