El Califato no respeta el mapa de Euskal Herria

Ayer se produjeron dos noticias respecto al diario El País. La primera que El País, quizá tras meses de sequía, publicaba al fin algo interesante. Hubo un tiempo en que El País era el diario de referencia  de la izquierda más cultivada. Incluso desde un punto de vista discrepante se podían encontrar cosas interesantes. Por lo menos las cosas estaban razonadas y los análisis bien construidos. De un tiempo a esta parte, sin embargo, todo es papilla woke. Seguramente es que algo mejor no vende. A fin de cuentas sstamos como estamos, en buena parte, por la infantilización de la izquierda. En España y fuera de España.

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La primera noticia respecto al país, por tanto, es que El País publicó ayer una entrevista interesante. Que El País publique algo interesante es noticia, estamos en ese punto. La otra noticia es la propia entrevista.

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El entrevistado es John Gray, un pensador ecotípico y antropofóbico al uso, como lo que ahora se puede econtrar habitualmente en El País, pero que no obstante dice algunas cosas valiosas respecto al conflicto en Gaza y la naturaleza particular de Hamás. Concretamente, Gray señala el error de Occidente, sus políticos, medios y tertulias, al considerar a Hamás como un movimiento nacional palestino. Estamos hartos de ver cómo se intentan justificar las atrocidades de Hamás en razón a los sufrimientos reales o inventados del pueblo palestino. Hamás sería desde este punto de vista básicamente un movimiento de resistencia palestino. ¿Pero es Hamás básicamente eso?

💬Entrevista a John Gray, filósofo: “Occidente tiene una visión falsa de Hamás, como movimiento anticolonialista. Está más cerca del terrorismo islamista” ⤵️ https://t.co/VmYggHsqd4

— EL PAÍS América (@elpais_america) October 19, 2023

Efectivamente, más allá de lo que dice Gray, no son pocos los observadores, quizá no en los grandes medios generalistas, que advierten que Hamás no es fundamentalmente un movimiento palestino, como Fatah, aunque tenga su sede social, digámoslo así, en Palestina. Por el contrario, Hamás es un movimiento al que se podría emparentar más bien con el ISIS. Su proyecto político de máximos no es un estado palestino independiente, sino el Califato, la Ummah, la recuperación de todo el imperio islámico en su máxima extensión, el islamismo global. La guerra de Hamás no es por tanto para liberar Palestina, ni contra Israel, o no sólo, sino contra todo Occidente. Hmás, como el ISIS, está contra todo el mundo no musulmán y contra medio mundo musulmán.

Hamas brought ISIS flags to massacre Israeli children, women and men.

Hamas is a genocidal terrorist organization.

Hamas is worse than ISIS pic.twitter.com/j3BagCudor

— Israel Defense Forces (@IDF) October 12, 2023

Hamás, aunque su actual socio estratégico es Irán, de hecho y como el ISIS es una organización sunní, mientras que Irán es el epicentro del movimiento chií. Más allá de una alianza coyuntural, podríamos encontrarnos también ante un intentpor parte de Irán de atraer a Palestina a la esfera de influencia chií. En cualquier caso Arabia Saudí, como foco del movimiento sunní, e Irán como foco del movimiento chií, tienen al menos tres elementos en común: el creciente integrismo religioso, el odio a Occidente y que ninguno son precisamente Hermanas de la Caridad.

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Una vez más insistimos en diferenciar a Hamás de Fatah ya que Hamás nace como una rama de los Hermanos Musulmanes, que a su vez son un movimiento panislamista, lo que de nuevo nos coloca ante la naturaliza globalista de Hamás. En este sentido siempre se suele pensar en Palestina como el foco que infecta y enrarece las relaciones entre Occidente y el mundo musulmán, en lo cual hay algo de cierto y seguramente algo de falsedad. O sea, en parte se puede pensar que la no resolución del asunto palestino fricciona las relaciones con el mundo musulmán, pero en parte también se puede pensar que son las fricciones con el mundo musulmán las que impiden resolver el problema palestino. A fin de cuentas Lepanto o 711 fueron muy anteriores a la reconstitución del estado de Israel. A decir verdad, desde que Mahoma empezó a escuchar unas voces en su cabeza o a tener visiones, todo el mundo tiene problemas en mayor o menor medida con el mundo musulmán. Es razonable cuando tienes un problema con el vecino preguntarte si eres tú el que está haciendo algo mal, pero cuando el vecino con el que tienes un problema tiene problemas con todos los demás vecinos y dentro de su casa con su mujer, con sus padres, con sus hermanos y con sus hijos, a lo mejor el problema es básicamente el vecino.

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A este respecto resulta un tanto llamativo, una vez más, ver que el mapa que manejan muchos grupos integristas no incluye a Israel… ni a Euskal Herria, ni a Cataluña. El mapa que manejan los partidarios del Califato es el de un estado islámico global. Hay por tanto una cierta ironía en ver cómo las feministas y los LGTB apoyan el machismo de los imanes y los ayatolás, en ver cómo los laicistas apoyan el integrismo musulmán,  en ver cómo los antifas se alinean junto a los nazis, y también en ver cómo los nacionalistas oxigenan movimientos cuyo mapa político sólo acepta las fronteras de un estado islámico global. Algunos parece que tienen muy claro lo que odian, pero lo que están apoyando no.

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