Cuando se presenta un problema, ya hay algunas soluciones que uno sabe que no lo son y que no funcionan. Es decir, a nadie se le puede ocurrir querer ser como Venezuela. Pues bien, lo que propone Yolanda Díaz para afrontar esta crisis es adoptar las recetas que usó Venezuela en su momento con los resultados ya conocidos. ¿A qué persona con dos dedos de frente se le ocurriría intentar salir de una crisis imitando a Venezuela y regulando los precios?
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Entrevista a Yolanda Díaz: “Quiero un acuerdo con las distribuidoras para topar los precios de alimentos básicos como el pan, la leche o los huevos” https://t.co/jhVmRJoreQ
— Ignacio Escolar (@iescolar) September 5, 2022
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Del “exprópiese”, al “tópese”
Limitar los precios produce desabastecimiento, esto es una cuestión de manual. Todo el desabastecimiento que padece Venezuela proviene de la política chavista-comunista de limitación de precios. El gobierno “topa” los precios cuando los precios empiezan a dispararse. Si uno limita los precios de un producto, pero los costes del producto siguen subiendo, el producto pasa a generar pérdidas, deja de producirse y desaparece de la cadena de suministro. El gobierno quiere topar los precios en un contexto de subida de costes. Pretende, por ejemplo, limitar el precio de un huevo en el supermercado, pero en un contexto en el que el ganadero tiene que gastar dinero en poner cámaras de vigilancia a las gallinas para que el ministerio vea que no las maltrata. En una granja hay que pagar electricidad, pienso, agua… malamente se puede limitar el precio de los huevos sin arruinar a todas las granjas si al granjero le suben los costes de todo lo que necesita para producir huevos. Si no puede repercutir todos esos costes en el precio, cerrará la granja, con lo que encima habrá menos huevos, más desabastecimiento, y los escasos huevos disponibles estarán a precio de oro.
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Maduro ordena encarcelar a los empresarios que aumenten los precios regulados oficiales https://t.co/ByQgYmHwY6 pic.twitter.com/5sePvpnXwD
— Clarín Mundo (@MundoClarin) August 23, 2018
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Personajes llegados a la política desde la nada, como Yolanda Díaz, encadenan insensateces sobre lo que cuesta una patata en el campo y lo que cuesta en el supermercado como si la patata pasara del campo al supermercado por arte de magia o viajando en un Stargate. Pues claro que la patata multiplica su precio del campo al supermercado, o vaya a usted a hacer la compra de campo en campo. Las patatas hay que transportarlas, seleccionarlas, almacenarlas, volver a transportarlas, envasarlas, etiquetarlas, volver a almacenarlas, colocarlas en el puesto, reponerlas, cobrarlas en caja, vigilarlas para que no las roben, asegurarlas… En todo este proceso, además del gasto en electricidad y combustible, participan transportistas, reponedores, cajeras, vigilantes de seguridad, administrativos… cada uno cotizando y pagando su sueldo. Y por supuesto a cada paso que da la patata en cada eslabón de la cadena de valor aparece el estado cobrando un impuesto, una tasa, una cotización... Claro que hay alguien que se forra y se lleva al menos la mitad del incremento del precio de la patata en su tránsito desde el campo al supermercado, sin aportar además nada a la cadena de valor: el gobierno topador.
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¡Por fin Venezuela controla los precios! Empresarios ladrones que inflan los precios para tumbar al gobierno. Pero Allende no murió en vano.
— Juan Carlos Monedero (@MonederoJC) December 7, 2013
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El gobierno quiere subir el salario mínimo, incrementar las cotizaciones, crear impuestos especiales, poner peajes, topar los precios, endeudarse, imprimir billetes, bajar la inflación. Nada tiene sentido. Es todo contradictorio.
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Obviamente existe en el fondo del fenómeno inflacionista que estamos padeciendo, entre otros, un problema con el coste de la energía. Se ha apostado por una serie de energías que son renovables pero inconstantes. Si no hay luz y viento no hay energía. Como el país y la economía no puede paralizarse porque no hay viento o luz, y además se ha renunciado a la nuclear y al fracking, no queda más remedio que tirar del gas porque nos hemos dejado a nosotros mismos sin alternativas y encima estamos en guerra con Rusia y enemistados con Argelia. Alguien tendrá a lo mejor que pedir ahora responsabilidades por el desastre a todos los ecologistas y antinucleares. El gas, por otro lado, aparte de hacernos dependientes de Putin, es caro y emite CO2. O sea, que lo tenemos todo. Nos metemos en todo este embrollo para no emitir CO2 y luchar con Putin y resulta que estamos emitiendo CO2 a paladas y cubriendo de billetes a Putin por nuestra dependencia del gas, y encima nos arruinamos. Pero la solución es topar los precios como en Venezuela, para vivir como los venezolanos, en vez de empezar a quemar ministerios.
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Crisis en #Venezuela: Las imágenes del desabastecimiento de alimentos. http://t.co/T5FKKtJ9UM
— Notimérica (@notimerica) January 13, 2015
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Hay por lo demás una cuestión evidente. Topar los precios no soluciona un problema de escasez. O sea, las cosas son caras porque son escasas. La solución ante el encarecimiento de un bien es aumentar la disponibilidad de ese bien. El pan es caro cuando hay una barra de pan para diez personas. El pan es barato cuando hay 20 barras de pan para diez personas. Si el pan es caro porque sólo hay una barra de pan para 10 personas puedes topar el precio, pero seguirás teniendo sólo una barra de pan y gente con hambre y una cartilla de racionamiento. Topar los precios no soluciona la escasez, que es el problema esencial a solucionar. Al contrario, topando los precios pasaras de tener sólo una barra de pan a no tener ninguna porque no será rentable producir pan. No sólo es que no hace falta ser un genio para entender la lógica del proceso, es que basta con ver lo que sucede en todas partes donde limitan los precios.
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Argentina, al borde del desabastecimiento alimenticio https://t.co/7UJIjQMqRt 🇦🇷 por @marceloduclos
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) July 10, 2022
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Por lo demás, igual de absurdo es pensar que volver a aplicar el recetario comunista por enésima vez producirá resultados distintos que las enésima veces anteriores, como pensar que el recetario comunista en España aplicado por comunistas españoles ofrecerá resultados distintos y más moderados que el recetario comunista en cualquier otro lugar, aplicado por comunistas de cualquier otro lugar. No tiene sentido hablar de comunistas moderados, como hablar de nazis moderados. No hay lugar donde la aplicación de las fórmulas comunistas y la llegada de los comunistas al poder no produzcan la ruina. El peligro de esta gente es real. Y no sólo para la economía, sino también para la libertad.
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