El pasado sábado el diario Expansión se hacía eco de la publicación de un nuevo informe, en este caso de D&B, reflejando los traslados de sede social de las empresas en España durante los primeros nueve meses del año. Una vez más Cataluña lidera un ranking de este tipo, ya que de las 3.871 empresas que trasladaron su sede social 659 lo hicieron para salir de Cataluña. El problema de Cataluña es que donde no gobierna el independentismo gobierna la izquierda radical. Lo que piensan las empresas de esto, aunque los empresarios callen, nos lo demuestran con los hechos los traslados de sede social. Con los partidos que gobiernan en Cataluña, el único negocio posible es el nacionalismo. El problema con que el nacionalismo sea el único negocio rentable y asegurado en Cataluña es que se trata de un negocio que sólo puede crecer a la sombra del boletín oficial, sólo mediante la sumisión al discurso nacionalista y sólo a costa de desplazar los negocios rentables en cualquier otro campo.
Sigue la fuga de empresas de Cataluña: pierde 164 hasta septiembre y Madrid gana 255 #Expansioncom https://t.co/acbwlQeWCF
— expansioncom (@expansioncom) October 22, 2022
La buena noticia para Navarra es que, gracias a la plaga nacionalista y ultraizquierdista en Cataluña, la Comunidad Foral sólo es la segunda comunidad española de la que más empresas se han marchado trasladando su sede social. Entre enero y septiembre han trasladado su sede social fuera de Navarra 59 empresas. Lo más hiriente es que los navarros tenemos un fuero que en teoría podría servirnos precisamente para atraer empresas a Navarra. El problema del fuero, en realidad el de la autogestión, es que no es un privilegio sino una herramienta. Con esa herramienta puedes gestionar diferente que los demás, no necesariamente mejor, de hecho ahora se está demostrando con este gobierno y ya con el anterior que en virtud del Fuero todo puede hacerse mejor, o peor.
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Seguramente tampoco es casualidad que Navarra sea la segunda comunidad que más espanta ahora mismo a las empresas sólo por detrás de Cataluña. Si tenemos que hacer un diagnóstico es que justamente nos aquejan el mismo tipo de problemas. Aquí también tenemos un gobierno en manos del nacionalismo y el ultraizquierdismo. Un partido liderado por un secuestrador determina los presupuestos. El resto de apoyos del gobierno foral exaltan la figura de Castro, proclaman como modelo la economía venezolana y se felicitan de la dictadura cubana. Se castiga el ahorro y la inversión. Se desprotege la propiedad. Se alimenta un clima de asfixia fiscal. La inseguridad jurídica es total. Al igual que en Cataluña, los únicos negocios asegurados, como el ecologismo, el feminismo o la lengua, son los que aunque no sean rentables crecen a la sombra del BON, a costa de todo lo demás.
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Lo bueno de todo esto es que una región próspera como Navarra no deja de ser lo que es en un año, ni seguramente en diez, aunque la mala noticia, o el reverso de la buena, es que una vez que se destruye la prosperidad alcanzada seguramente tampoco se recupera en un año o en diez.
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Lamentablemente no estamos en el primer año de la recuperación, sino en el mejor de los casos en el último de la descomposición. A Chivite no le interesa el dato de si las empresas vienen a Navarra o huyen espantadas de ella. Lo que a Chivite le interesa es ver en las encuestas si las cuentas le cuadran para seguir o no durante otra legislatura. Por tanto no se puede esperar de momento de esta presidenta una reacción a lo primero sino a lo segundo, teniendo en cuenta que las cuentas le cuadran con los que espantan a las empresas. Al menos este tipo de datos como el de la fuga de empresas, si no hacemos nada, nos dan hoy la futura respuesta a la futura pregunta de cómo Navarra ha podido dejar de ser una de las comunidades punteras de España.
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