Bildu y el mal

El único bien dentro de Bildu es que no disimula. Es el mal y ya está. Bildu es el último capítulo de una sucesión de siglas ilegalizadas que van de Batasuna a ANV pasando por Euskal Herritarrok y el Partido Comunista de las Tierras Vascas. El mismo txakurra con distinto collar. Pero no disimulaban más que  lo imprescindible para tomar el pelo a la Justicia, que a su vez se dejaba tomar el pelo o no según interesara. Unas veces se tomaban decisiones respecto a la izquierda abertzale con polvo en la toga y otras no. Ahora a eso se le llama lawfare, y es lo que han practicado los que ahora lo denuncian. Uy, un ongi etorri, eso la ley no lo puede prohibir. Estas siglas las ilegalizamos, estas no.

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Pero la izquierda abertzale no se ha andado con demasiados disimulos. Ni siquiera ahora. Por eso nos atrevemos a decir que Bildu no es un partido homologable y que Bildu es el mal. Porque no condena a ETA. Decir que se lamenta la violencia o el daño causado es muy distinto que condenar la violencia de ETA. Para explicar esto solemos acudir a figuras como las de Tony Soprano. La mafia lamenta tener que partirte las piernas, lo que quiere es cobrar tu dinero. No te parte las piernas por placer, sino para que pagues y para que todo el mundo entienda lo que pasa si se deja de pagar; pero son negocios, no es personal. La mafia lamenta el daño causado por tener que recurrir al extremo de partir piernas. El negocio no es partir piernas, es cobrar. El de la izquierda abertzale también. Pegar tiros en la nuca era un medio, no un fin.

La prueba de que Bildu no condena la violencia es que no llama nunca asesinos a los asesinos. Por el contrario, los llama presos políticos. Y como no los considera asesinos, sino presos políticos, reclama su impunidad. Que salgan de la cárcel y se vayan a su casa, a su etxea. Presupuestos por presos. Presoak kalera amnistia osoa.

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Llamar presos políticos a los terroristas y reclamar que salgan de la cárcel y se vayan a su casa implica asumir que su violencia estuvo justificada y que sus víctimas eran merecedoras de esa violencia. Por eso no se les llama asesinos. Por eso se reclama su impunidad.

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Parece mentira tener que recordar estas cosas a estas alturas, pero ETA tenía un departamento dedicado a las pistolas y otro dedicado a los discursos. Cuando alguien contradecía al departamento de los discursos, lo mataba el departamento de las pistolas. Por increíble que parezca, este mecanismo operó impunemente durante décadas. O sea, durante décadas se permitió este desdoblamiento para que no nos llamaran antidemócratas. Es más, los partidos nacioanlistas “democráticos” siempre se opusieron a la Ley de Partidos que puso fin a este desdoblamiento. Sin embargo no fue hasta que se ilegalizó la parte “legal” de ETA que comenzó el principio del fin de la banda. Mientras no se les hizo elegir entre participar en las instituciones o las pistolas vivieron con toda comodidad participando en las instituciones por un lado y matando a quienes se les oponían en esas instituciones por otro, desde Gregorio Ordóñez a Fernando Buesa, pasando por Tomás Caballero.

Resulta de lo más ilustrativo respecto a todo lo indicado el debate que lugar en la ETB en 1994. A aquel debate acudieron los mencionados Gregorio Ordóñez (PP), Fernando Buesa (PSOE) y Joseba Eguibar (PNV). A Ordóñez lo asesinaron en el 95 y a Buesa en el 2000. Así se ha construido la mayoría nacionalista durante décadas. Así se ha llevado a cabo la limpieza étnica de los no nacionalistas. Nacionalismo o plomo. Sólo Eguibar sobrevivió a ese debate. ¿Y cómo interpretar que el PNV se opusiera a la ilegalización de Batasuna? ¿Cómo es posible oponerse a que ETA tuviera que elegir entre votos o pistolas? A defender que la izquierda abetzale no tuviera que elegir entre presentarse a las elecciones y aesinar a sus rivales electorales, ¿cómo lo podemos llamar? ¿Complicidad?

Ahora que el PSOE presume de haber sido él quien ha acabado con ETA conviene recordar estas cosas porque con ETA se empezó a acabar el día que se ilegalizó Herri Batasuna, y eso lo hizo el PP de Aznar. La baza negociadora de quienes después han intentado negociar con ETA ha sido precisamente esa, la de volver a legalizarlos a cambio del abandono de la violencia. Obligarlos a elegir entre la golosa opción de poder asesinar a sus rivales, o la golosa opción de entrar en las instituciones condicionando gobiernos, dirigiendo ayuntamientos, gobernando diputaciones, manejando millones y millones de presupuesto. Como si, por otra lado, a ETA no se le hubiera tenido que quitar todo. Por eso estamos como estamos.

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Entre las pistolas y los votos ETA ha elegido al final los votos porque, efectivamente, se provoca mucho dolor matando a unos policías, a unos militares o a unos concejales o diputados rivales, pero se influye más manejando millones, controlando ayuntamientos o convirtiendo a las demás fuerzas políticas en rehenes de sus votos, como le ocurre ahora al PSOE. Lo que sucede es que esa elección fue obligada. No fue fruto de una evolución moral ni de una autocrítica. Por tanto la izquierda abertzale abandonó las pistolas, pero sin condenar la violencia. Siguió sin llamar asesinos a los asesinos. Siguió sin reconocer que los presos de ETA estaban justamente encarcelados por sus delitos. A los terroristas les siguió haciendo ongi etorris y llamándolos presos políticos. Las fotos de los etarras siguieron omnipresentes en las fiestas populares, los conciertos o los colegios mientras las togas empolvadas hacían la vista gorda. No tenían instrumentos legales o voluntad para combatir eso, decidan ustedes si era lo uno o lo otro.

Contra los que pretenden que ETA es ya un capítulo remoto de la historia, resulta preciso denunciar asimismo que Otegui, el líder de Bildu, no es el nieto de un etarra. No es tampoco un filoetarra. Es un etarra. ¿Y por qué a estas alturas Bildu tiene como líder a un condenado por secuestro? De entre todos los candidatos posibles, ¿por qué eligen precisamente a un secuestrador de la banda? Pues precisamente para hacer ostentación de que no renuncian de su pasado, de que no consideran terroristas a los terroristas, de que consideran justificados sus delitos, de que el secuestrado merecía el secuestro. Que Bildu se indigne de que le llamen filoetarra cuando elige como líder a un etarra es obsceno. Que haya quien trate de blanquear a Bildu mientras Bildu elige como líder a un etarra es ridículo.

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Que ETA forma parte de un pasado remoto resulta una afirmación inaceptable. ETA no se autodisolvió hasta 2018, por cierto gobernando el PP, pero la realidad es que debemos hablar más de una reorganización que de una disolución. ETA era un empresa con dos filiales y cerró el área de negocio que le resultaba menos rentable para centrarse en la que le daba más beneficios, por supuesto después de décadas engordando esta área de negocio por la acción de la otra.

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¿Cómo de moral es asociarte a un partido que a los asesinos de tus compañeros les sigue llamando presos políticos, que jusifica los ongi etorris que se les ofrecen y que reclama para ellos su impunidad? El PSOE no pacta con Bildu porque Bildu haya pasado a considerar asesinos a los asesinos sino porque necesita sus votos. No es que el PSOE gobierne con Bildu porque Bildu se haya vuelto blanco, sino que el PSOE tiene que blanquear a Bildu porque gobierna con ellos. La única forma de gobernar con Bildu sin que te manche es blanquearlo. Y Bildu no necesita llamar asesinos a los asesinos porque no se le exige eso ni para ser legal ni para convertirse en aliado. Se nos intenta vender a Bildu como una formación hace mucho desvinculada de ETA, como si hace mucho que ya condenara a ETA, cuando la condena de Bildu a ETA no ha empezado todavía. Eso es todavía, si algún día se produce, un hecho futuro e hipotético. Que Bildu lamente todas las violencias o las consecuencias de la violencia de ETA es, como decíamos antes, como cuando la mafia lamenta tener que partir las piernas a los que no le pagan. Es algo que hay que hacer aunque lo lamentemos. Es algo que no tendríamos que lamentar si pagaras. No es algo que lamentemos tanto como para no poner a un secuestrador al frente de la coalición. ¿O cuál es el mensaje de poner a un secuestrador al frente de la coalición?

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Otro argumento llamativo en las últimas horas, pero ya manido desde hace tiempo, es el de que Bildu no puede ser tan malo dado que tanta gente en el País Vasco y Navarra lo apoya. En realidad no es tanta gente que les apoya, el 27% en la CAV y el 17% en Navarra. Pero efectivamente eso es mucha gente, demasiada, y sin embargo no es por ello un argumento aceptable a favor de la naturaleza bondadosa de Bildu. Es decir, Hitler tuvo el 44% de los votos en Alemania y eso no bendice y hace bueno al nazismo. Que mucha gente apoye algo no quiere decir que ese algo no pueda ser horrible. Si mucha gente no hubiera apoyado a Hitler no se explicaría el nazismo, y si mucha gente no hubiera apoyado a ETA no se explicaría su terrorismo y su persistencia.

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