Votar a Alvise es ya exponer el problema de Alvise. Pues eso, que lo que votas es a una persona: a Alvise. Votando a Alvise no se vota a un programa, a unas ideas, a una filosofía, a unos valores, sino a una persona. A una persona que por otro lado no conoces de nada. No es tu padre, no es tu hermano, no es tu hijo. Es un personaje, un producto. La diferencia entre una secta y un partido, al menos una de las diferencias, es que un partido se estructura alrededor de un programa, mientras que una secta se estructura alrededor de un líder al que se rinde culto. El programa es lo que decida el líder a cada momento, por eso si el líder cambia de opinión el programa hoy puede ser blanco y mañana negro. Obviamente un partido puede pasar de estructurarse en torno a un programa a estructurarse alrededor de un líder y convertirse en una secta. Pero esto sería impensable en ningún partido socialista obrero de España. Al partido de Alvise tampoco puede pasarle esto, porque es su punto de partida, es ya eso.
No es un problema menor que los partidos políticos no cumplan sus programas electorales. A fin de cuentas, cuando se acude a las urnas, el partido y el votante celebran una especie de acuerdo tácito en torno a un programa que funciona como un contrato. Yo te voto para que alcances al poder, y a cambio tú tienes que hacer esto y esto y esto. Si el partido incumple su programa no sólo es un incumplimiento de contrato, cuya contrapartida lógica sería la evacuación del poder, sino un fraude democrático. O los partidos cumplen sus programas, o la idea de que hay democracia porque el pueblo elige las directrices del gobierno se convierte en una pantomima.
La candidatura personalísima de Alvise es por consiguiente un engranaje que chirría desde el momento de inicio. Afortunadamente para Alvise todo el motor del sistema tose, bufa, traquetea y rechina, con lo que lo suyo se disimula. Pero es que además la candidatura de Alvise tiene algunos problemas añadidos a su carácter personalista, empezando por su persona.
Si cualquier candidatura personalista ya es un problema en sí misma, el problema se agrava cuando la persona tampoco es un titán intelectual o un coloso de los negocios, del derecho o de alguna rama reseñable del conocimiento. Una candidatura personalista seguramente ya de por sí es un mal punto de partida, no digamos si la persona se parece más a un vendedor de crecepelo que a un icono moral o un superdotado.
Existe por lo demás un problema evidente con Alvise, y es que divide por tres el voto antisanchista. Son muchas las provincias en las que en las elecciones generales se reparten sólo 3, 4 ó 5 diputados. Si tu voto se divide en 3, tus opciones de desperdiciar voto y perder diputados se multiplican. Objetivamente Alvise es un palo en la rueda del antisanchismo, si no por cuestiones programáticas claramente por un problema meramente aritmético. ¿Qué añade por contra Alvise a la oferta política y programática del PP o de VOX aparte de su propia persona? Hace años algunas encuestas reflejaban que Belén Esteban si se presentara a las elecciones podía convertirse en la tercera fuerza política de España. El descontento con el sistema podría permitir el triunfo de una candidatura encabezada por el pato Donald. La cuestión es si en una coyuntura histórica tan grave como la que estamos atravesando como sociedad y como país realmente queremos que, para poder salir de esta, las decisiones dependan de Belén Estaban, de Alvise o del pato Donald.
Existe por supuesto un problema añadible a todo lo expuesto con las candidaturas personales, y es su vulnerabilidad. Cuando todo depende de una persona, que todo caiga es tan fácil como hacer caer a esa persona. Si un partido defiende unas ideas y valores, las personas que ocasionalmente dirigen ese partido pueden caer y ser relevadas por otras porque lo importante son las creencias, no las personas, y porque los votantes siguen a las ideas y no a los líderes del partido. Cuando todo depende de un líder, una información puede aniquilarlo de un plumazo. Si el rival es tan poderoso como el gobierno, no sólo puede tener información comprometida sobre cualquiera o su padre o su pareja, sino reservarla para su uso en la semana anterior de las elecciones. Alvise es claramente un punto débil para el antisanchismo. Y el antisanchismo es perfectamente consciente de ello.
Un comentario
Todo muy interesante, pero hoy en día me resulta ilusorio. De acuerdo en lo de Alvise, pero no en lo demás. Las ideas, valores o los programas electorales son enunciados, pero se evaporan en función de los mecanismos políticos para llegar al poder. Los votantes de izquierda más que los de derechas siguen la inercia de no analizar, votan con la pauta interiorizada «de la derecha es mala la izquierda es buena», sin saber el porqué. Los políticos se mueven por disciplina al «jefe», que con quien tienen que hacer méritos para continuar y progresar. Votar en conciencia para ellos, como dice ahora Ábalos, es una anécdota.