Adorar al diablo es un poco tonto

Para comenzar esta reflexión se hace preciso un poco de contexto. Poco antes de Navidad, el parlamento del estado de Iowa (para que veamos que en todas partes cuecen habas) tuvo la feliz ocurrencia de acoger en su interior una especie de altar o belén satánico. Bajo el manto de la libertad de expresión, se aprobó una solicitud de una organización satánica que afirma no ser satánica para colocar una imagen satánica. La decisión levantó el previsible revuelo pero allí se quedó plantada la estatua hasta que una persona decidió reventar el altar a patadas. Esa persona ha sido ahora acusada de un delito de odio.

Respecto al análisis de este asunto todavía habría que incidir en la idea de que los satánicos que pidieron albergar el altar aseguran no ser satánicos, sino ateos que no obstante se han constituido en una sociedad que va erigiendo por todo el país altares a Satán, en nombre de la libertad de expresión y como provocación a los creyentes. Lo cierto es que esta pretensión no tiene demasiado sentido, es como si una asociación va colocando por ahí estatuas de Hitler pero diciendo que no son nazis sino que tan sólo es un acto de libertad de expresión y de provocación a los ciudadanos biempensantes. ¿Se les permitiría haber colocado una estatua de Hitler en el capitolio de Iowa en vez de una imagen de Satán? ¿Hay algún parlamento en algún estado de los EEUU en el que se exponga una estatua de Hitler? Entonces a lo mejor es una estatua de Hitler lo que sería una provocación y una verdadera reivindicación de la libertad de expresión. Y si resulta que aceptamos que hay límites a la libertad de expresión, ¿por qué siempre estos límites excluyen las ofensas a los creyentes? ¿Por qué es un delito de odio romper la estatua y no colocarla?

El asunto ha llegado a tal punto de discusión que el mismísimo Elon Musk ha tuiteado sobre él, señalando la doble vara de medir que se le aplica a la persona que derribó la estatua del diablo respecto a, por ejemplo, la permisividad con todas las personas que se han estado dedicando a derribar estatuas de Colón, Jefferson o Washington. En este asunto las contradicciones son innumerables, incluyendo que quienes defienden los altares al diablo en las instituciones públicas son los mismos que después quieren sacar de las instituciones públicas toda referencia religiosa o se escandalizan de la presencia de un crucifijo. Tampoco se entiende que una organización pretendidamente atea se dedique a promocionar la figura de un ser trascendente, inmaterial e inmortal, como si el ateísmo o la libertad de expresión no fueran sino una coartada para un vulgar culto a Satanás.

x

¿Qué significa por otro lado, entrando en el fondo de la cuestión, levantar un altar a Satanás? ¿Se puede reivindicar la libertad de expresión y el respeto en nombre de Lucifer o esto es tan absurdo como reivindicar el ateísmo en nombre de un ser de naturaleza espiritual? ¿No sería partidario más bien Lucifer de torturar por toda la eternidad a quienes le llevaran la contraria y se opusieran a sus designios? Porque esta es la clave de todo. En el fondo una estatua de Satanás es peor que una estatua de Hitler o una estatua de Stalin: una estatua de Satanás es un compendio de ambos. ¿Cómo puede hacer alguien para colocar una imagen que simbolice al mismo tiempo la defensa del incesto, la violación, la tortura, el maltrato, el asesinato, la mentira, la pederastia, el terrorismo, la esclavitud, la censura, la trata de blancas y el genocidio? Pues colocando una imagen de Satanás, por ejemplo. El culto a Satanás es un omnibus de todos los males. Paradójicamente, sería impensable colocar en una institución pública un cartel o una imagen que exaltara individualmente cualquiera de esos males, pero en cambio se permite una imagen que los exalta todos a la vez.

X

Lo cierto es que adorar a Satán resulta un poco tonto. ¿Cuál es el premio por adorar a Satán? El premio final de los satanistas, una vida eterna en el infierno junto a Satán, es el castigo de los que adoran a Dios. Lo mejor que puede conseguir un satanista es lo peor que puede conseguir un seguidor de Dios. Pero es que además no se puede creer en Satán sin creer en Dios. Podría creerse en un dios malvado, pero Lucifer no es un dios malvado sino que representa la rebelión contra Dios. En este sentido un satanista es en el fondo un creyente ortodoxo que cree exactamente lo mismo que un cristiano ortodoxo, sólo que para combatir esas creencias en vez de para seguirlas. Un satanista no niega a Dios, como un ateo, sino que cree en El como el que más, pero para rebelarse contra él. Y tampoco niega la bondad de Dios, sino que lo que hace es adorar la maldad. Un satanista no es alguien que niega las llamas del infierno, sino alguien que decide tirarse de cabeza a ellas.

X

Es por todo esto que comenzábamos considerando que los adoradores del diablo son un poco tontos. Porque hay que ser un poco tonto para ser satanista sin creer en Satanás. Pero hay que ser mucho más tonto todavía para ser satanista creyendo en Satanás.

x

Compartir este artículo
  • Navarra Confidencial no se responsabiliza ni comparte necesariamente las ideas o manifestaciones depositadas en las opiniones por sus lectores. Cada usuario es único responsable de sus comentarios
  • Los comentarios serán bienvenidos mientras no atenten contra el derecho al honor e intimidad de terceros, puedan resultar injuriosos o calumniadores ,infrinjan cualquier normativa o derecho de terceros , empresa, institución o colectivo, revelen información privada de los mismos, incluyan publicidad comercial o autopromoción y contengan contenidos de mal gusto.
  • Se procurará evitar en lo posible los comentarios no acordes a la temática publicada
  • Navarra Confidencial se reserva el derecho de eliminarlos

Información sobre protección de datos

  • Responsable: Navarra Confidencial
  • Fin del tratamiento: Controlar el spam, gestión de comentarios
  • Legitimación: Tu consentimiento
  • Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
  • Derechos: Acceso, rectificación, portabilidad, olvido.
  • Contacto: info@navarraconfidencial.com.

Suscríbete a nuestro boletín