La Prueba de Acceso a la Universidad en Navarra, seguro que también en otras comunidades, se ha vuelto a convertir en una prueba de pureza ideológica o un auto de fe ultraizquierdista. ¿Se trata de demostrar unos conocimientos? ¿De probar que se dominan la gramática y la ortografía? ¿De poner de manifiesto la comprensión lectora? Es posible que en alguna medida, pero sobre todo se trata de mostrar la capacidad de repetir acríticamente los mantras de la izquierda como una cacatúa. Nada más ver los textos que recibe el estudiante que se examina, salta a la vista que se trata de una prueba política y que el examen al que se enfrenta el examinado es ante todo de tipo ideológico.
🔴 #ÚLTIMAHORA | Chivite hace pleno en adoctrinamiento en el primer día de exámenes de la PAU en Navarra.
— VOX Navarra (@VoxNavarra) June 3, 2025
Primero blanquea la inmigración ilegal y ataca a VOX en el examen de Lengua.
Luego, en Historia, elogia la legalización del comunismo y el guerracivilismo republicano. pic.twitter.com/GGmjhGZj0t
La PAU se ha convertido en una caricatura de sí misma que más que poner de manifiesto la preparación del estudiante lo que pone en evidencia es la degeneración del sistema educativo. No se trata de enseñar conocimientos, sino de transmitir una ideología, la de quien controla el sistema educativo. Tampoco se trata de aprender a pensar por sí mismo, sino a dejar que el gobierno piense por uno. ¿O qué posibilidades tiene un alumno de pasar la prueba enfrentando frontalmente el discurso ideológico que impregna la prueba? La misma prueba te está diciendo, a poca comprensión lectora que tengas, que se te está examinando ante todo por tus ideas. ¿Qué es lo que cualquiera advierte de inmediato que se valora en una prueba con un carácter ideológico tan marcado como un artículo de El País en el que se habla de la “tópica zafiedad amenazante” de la “extrema derecha”? La ideología. Por consiguiente el alumno mínimamente avispado inmediatamente capta que lo que le conviene responder no es lo que piensa, sino lo que el examinador quiere oír.

No puede extrañar por otro lado que la PAU se haya convertido en una prueba de adhesión al ideario progresista. A fin de cuentas para ser ministro de Sanidad, Fiscal General, presidente de Correos o directora de Red Eléctrica, ¿estamos viendo que se exige cualificación o sumisión ideológica? Lo que tienes que acreditar para acceder a un puesto en la España sanchista o la Navarra chivitesca no es conocimiento, sino activismo político. La cuestión fundamental es si el líder puede o no puede contar contigo. ¿Podemos extrañarnos de que esta mentalidad lo impregne todo empezando por el sistema educativo?

Una de las características fundamentales no ya del sanchismo, sino en general de la izquierda desde siempre, es el odio a la libertad educativa. El “progresismo” concibe la educación pública como un mero instrumento para que el estado adoctrine a todos los estudiantes del país desde su más tierna infancia. Naturalmente la izquierda parte del presupuesto de que este adoctrinamiento público estatal sea patrimonio de la izquierda. Si la derecha hubiera practicado alguna vez desde el gobierno un adoctrinamiento equivalente, puede que la izquierda hubiera adquirido con el tiempo algún tipo de aprecio por la libertad educativa. Nunca ha sido así y una vez más padecemos la consecuencia de dejar un terreno abandonado sin disputa a la izquierda, la educación pública nada menos.

La izquierda odia (y persigue) a la educación concertada, la educación privada, la educación religiosa y cualquier cosa que no sea la educación pública gubernamental por una buena razón. En primer lugar para que la gente no tenga opción. Si tienes una alternativa al adoctrinamiento público de baja calidad, es probable que elijas la alternativa. Por consiguiente, la izquierda intenta dejar a la educación pública sin alternativa. En segundo lugar, tú no tratas de destruir cualquier alternativa a tu educación para después no adoctrinar al alumnado. El objeto de eliminar la libertad educativa es precisamente adoctrinar a la población. No te tomas todas las molestias de evitar que la gente pueda evitar tu adoctrinamiento para después no adoctrinarla. El resultado es la PAU que acaba de tener lugar. Welcome refugees sin matices y aprobar no es responder que dos más dos son cuatro sino cinque, porque frente al dogmatismo fascista y heteropatriarcal de una respuesta exacta cinque resulta mucho más inclusivo.