El itinerario de meteduras de pata de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias con el coronavirus

Un ser humano sin memoria es un desgraciado. Un ser humano sin memoria no sabe ni quién es. A un ser humano sin memoria se le puede engañar una y otra vez con el mismo truco. Puede hacerlo hasta la misma persona. Por esa razón es importante recordar el itinerario de meteduras de pata catastróficas del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que nos ha llevado hasta donde estamos. Es decir, hasta 8.500 muertos y sumando, por si tampoco esto lo recordamos.

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Aunque podría decirse que la alarma del coronavirus no la activa China hasta las últimas horas de 2019, es verdad que hasta mucho después no estuvo claro el nivel de peligro al que nos estábamos enfrentando. Por no decir que la información de una dictadura comunista siempre hay que acogerla con reservas. No nos remontaremos por tanto tan atrás para iniciar una lista de reproches. Hubo desde luego quien ya para aquel entonces o poco después vio venir el problema, pero los errores evitables y las señales ignoradas que mencionaremos en este itinerario catastrófico tendrán la característica en común de poder haber sido vistas por cualquier persona medianamente normal, incluso nosotros mismos. Obviamente no se trata de un itinerario exhaustivo y otro observador podría incluir o excluir ciertos hechos, pero los que incluimos resultan bastante expresivos.

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La primera estación de nuestro itinerario nos retrotrae hasta el 31 de enero. Para aquella fecha Rusia anunciaba el cierre de sus fronteras con China. Puede que el bajo número de infectados (2.337) y muertos (17) sea cuestionable, pero no lo es que los rusos empezaron a tomar medidas preventivas y de contención mucho antes que nosotros.

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Como consecuencia de la decisión rusa y de la existencia en España de algunas voces que se preguntaban si no sería sensato ir pensando en hacer lo mismo, Pedro Sánchez hizo su primer movimiento político respecto al coronavirus, pero no para contener su avance y proteger a los españoles, sino para combatir una inexistente oleada de xenofobia contra los chinos en España. Como si el problema fueran los chinos y no el virus y su contagio. Como si ahora nos cerraran las fronteras a nosotros por xenofobia y no por ser un peligro de contagio. Por supuesto nada de tomar ninguna medida. Ya entonces quedó de manifiesto uno de los mayores problemas que íbamos a tener con este gobierno respecto al coronavirus, y es que la agenda política siempre ha ido delante de la agenda sanitaria.

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Si volvemos la vista atrás, tan temprano como el 13 de febrero se suspendió el famoso Mobile World Congress de Barcelona. El gobierno español una vez más desatendió los señales, afirmó que la suspensión nada tenía en realidad que ver con el virus, que éramos algo así como víctimas de un complot y que en España no había ninguna alerta sanitaria (entonces la vicepresidenta, hoy infectada, presumía de ello) y que estábamos “en una situación de respuesta muy buena”.

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Los acontecimientos en Italia, mientras tanto, se sucedían rápidamente. Para el día 21 de febrero se tomaban las primeras medidas de aislamiento las cuales incluyeron dejar a 50.000 italianos confinados o empezar a utilizar al ejército para poner en marcha hospitales de campaña. El día 23 se suspendían los Carnavales de Venecia o las actuaciones en La Scala. El día 25 muchos italianos ya empezaban a hacer en sus casas acopio de suministros.

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Para ese momento muchos españoles se encontraban ya alarmados por lo que estaban viendo. El 25 de febrero los diarios ya publicaban que las farmacias españolas se estaban quedando sin mascarillas y que la demanda en la última semana (viendo lo que pasaba en el mundo) se había disparado un 8.000%. Muchos españolitos de a pie comenzaron a comprar mascarillas casi un mes antes que nuestro flamante e imprevisor gobierno de progreso.

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Más allá del dato de las mascarillas, tan evidente es la alarma social que existía en España ya a finales de febrero que los portavoces de los partidos gubernamentales y sus tentáculos mediáticos, en vez de tomar medidas ante lo que venía, se dedicaron por el contrario a mofarse de los que estaban señalando el peligro. Nos dicen que era imposible prever lo que está ocurriendo los mismos que hace un mes se dedicaban a machacar a todos los que lo estaban previendo. Claro que había muchísimas voces en España que estaban previendo lo que iba a suceder, la prueba es que durante varias semanas la izquierda se dedicó con denuedo a tratar de silenciar esas voces cuya existencia ahora niega, voces que -como se comprueba por los tuits de Echenique, pedían el cierre de fronteras ya desde el 25 de febrero. Claro que lo que está pasando era posible preverlo. De hecho lo veía todo el mundo menos el gobierno.

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La hemeroteca con las meteduras de pata y la imprevisión del gobierno social-podemista es inabarcable. Frente al discurso actual de que no hay mascarillas o camas por culpa de los recortes del PP, la verdad es que no hay mascarillas ni camas ni se tomó ninguna medida porque hasta bien entrado marzo el gobierno negaba que fueran a hacer falta y que ya se tenía todo el material necesario.

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Ya el 3 de marzo se produjo un hecho muy significativo y es que en los primeros escarceos del coronavirus con el sistema de salud español quedaron 200 sanitarios en cuarentena en la primera refriega, evidenciando que hacía falta urgentemente material de protección para el personal sanitario, material que a fecha de hoy se echa de menos de forma desesperada. ¿Qué se hizo al respecto ante un aviso tan claro? Absolutamente nada. Porque había que celebrar el 8M a toda costa, porque estaban ciegos o por lo que fuera.

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El recopilatorio de desatinos del gobierno puede resultar hasta cruel, pero realmente es casi imposible encontrar una sola ocasión desde el inicio de la pandemia en la que el gobierno haya dado pie con bola.

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Lamentablemente hablamos de una cuestión en la que no dar pie con bola significa una pérdida innecesaria de vidas humanas. Es decir, seguramente aún acertando en todo hubiera sido difícil que otro gobierno hubiera conseguido detener completamente el avance de la epidemia en España, pero es evidente que haciendo todo mal el número de muertos va a ser superior que con otro gobierno que hubiera reaccionado medio bien un poco antes, empezando a tomar medidas. Con todos los medios a su favor y sus legiones de ciberactivistas volcados en las redes sociales es posible que consigan imponer otro relato al conjunto de los españoles, pero para quien quiera verlo el itinerario de despropósitos y advertencias desatendidas resulta inolvidable escandaloso.

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Comentarios (2)
  1. perroflauta says:

    Hidden due to low comment rating. Click here to see.

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  2. Urko Jon says:

    El señor perrofaluta parece que tiene problemas en distinguir entre la responsabilidad de los dirigentes de una nación y las opiniones de un medio de comunicación.

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