Existe en nuestra sociedad una cierta sobrevaloración del humor. Como si el humor, el sentido crítico y la inteligencia estuvieran siempre estrechamente ligados. Esto es algo que cualquiera se puede cuestionar con el humor del “follonero” o los chistes de Arévalo. Desde luego hace falta inteligencia y sentido crítico y hacer buen humor, pero con el humor se puede hacer cualquier cosa, incluyendo cualquier mal. De hecho, ahora mismo se considera que la mitad de los males de nuestra sociedad tienen que ver con los chistes sobre inmigrantes, mujeres, homosexuales o discapacitados. Nuestros dirigentes políticos y mediáticos tienen bastante claro a este respecto que el humor puede ser una herramienta para el mal, así que malamente podemos pensar que el humor sólo puede ser inteligente, crítico y bueno. Pero claro, si aceptamos esta premisa entonces a lo mejor Wyoming o follonero, sólo por hacer humor (o cierto tipo de humor) no son ni inteligentes, ni críticos, ni tampoco buenos. O al menos sus guionistas, que en todo caso serían los inteligentes, críticos y malos o buenos.
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Lo que en todo caso parece claro es que si sólo eres capaz de hacer chistes sobre la gente de Bilbao algo te pasa con la gente de Bilbao, algo chirría con tu sentido del humor y normal si se enfadan contigo los de Bilbao. Lo misma pasa si sólo eres capaz de hacer chistes sobre la gente de derechas. O sobre la gente de izquierdas. O sobre los judíos. En el caso de la gente que sólo puede hacer chistes sobre la derecha, o sólo sobre la izquierda, cabe cuestionar que el humor vaya ligado con el sentido crítico o no pueda ser un instrumento más del sectarismo y el adoctrinamiento. Igual que la inteligencia, que por otro lado parece siempre una virtud, puede hacer muy eficaz a un psicópata, el humor puede ser un gran instrumento para sembrar el odio en manos de un sectario. Quizá entonces la inteligencia o el humor no sean intrínsecamente algo bueno o malo, sino según.
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Todo lo anterior nos lleva a una entrevista al “follonero” en el programa El Hormiguero, en la cual Jordi Evolé declara abiertamente lo bien que le vendría a Santiago Abascal recibir un buen golpe.
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Ante la censura progre, no nos callarán 💪🇪🇸
📢 #AtresmediaCensura
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.#jaca #jacetania #huesca #aragon #españa #porespaña #vox #voxverdaderaoposicion #voxporespaña #voxextremanecesidad #voxavanza #voxútil #españaviva #jacaviva pic.twitter.com/1CRf20bFFp— VOX Jaca (@VoxJaca) January 30, 2020
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Podría pensarse que el follonero tuvo un calentón, pero ayer tuvo todo el día para rectificar y pedir perdón sin hacerlo. También podría pensarse lo distinto que hubiera sido todo y cómo se le hubiera echado encima todo el mundo al día siguiente si quien hubiera dicho eso mismo fuera alguien de VOX respecto al follonero, Pablo Iglesias o Pablo Motos.
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Otra cosa que nos podríamos preguntar es en qué consiste ser un fascista. Por ejemplo, ¿puede alguien que presume constantemente de antifascista ser sin embargo un fascista? ¿Puede no ser un fascista alguien al que le llaman constantemente fascista? ¿No sería de hecho una técnica un poco fascista demonizar a alguien como fascista si resulta que no lo es? ¿No es también bastante propio de un fascista desear que sea golpeada la gente que no piensa como él?
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Irónicamente, además, el comentario del follonero venía a cuenta de la entrevista que Pablo Motos le hizo a Santiago Abascal, cuando todos recordamos al follonero entrevistando a Otegui, por ejemplo, con el que además se hizo fotos evidenciando una notable camaradería.
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Por último, siempre conviene distinguir entre un bufón y un lacayo divertido. Un bufón es tradicionalmente alguien que utiliza el humor para decir verdades incómodas y peligrosas a los poderosos. Un lacayo puede hacer también uso del humor, pero lo hace al servicio del discurso dominante. Nadie se hace rico ni sale en todas las teles riéndose del discurso dominante, salvo que tengamos una idea muy rara de lo que es un discurso dominante. El follonero es un humorista del sistema, no es un bufón.
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2 respuestas
El follonero, para empezar, es un engreído que se cree en posesión de la verdad y moralmente superior a todos los que no pensamos como él, que somos unos fascistas irredentos. Y, después, se me ocurren muchos otros calificativos …
El follonero nos intenta vender la mercancía averiada de que Otegi es un hombre de paz y Abascal, víctima de la violencia del anterior, un violento peligroso.
Puro «stablishment» al servicio del poder, este personaje hubiese sido nazi en un estado nacionalsocialista, comunista en la URSS o franquista durante el franquismo, como le ha tocado vivir en la dictadura progre es el más progre de todos