Un gobierno de egoístas e insolidarios

Como quien no quiere la cosa, o como sucede en ciertos regímenes dictatoriales cuando determinados personajes se vuelven incómodos, en el enjambre gubernamental de Pedro Sánchez se han producido algunas desapariciones extraordinariamente significativas. La de Fernando Simón, por ejemplo. El portavoz del gobierno para la pandemia no sólo estaba todos los días hasta hace muy poco en la palestra informativa con sus surrealistas ruedas de prensa, sino que nos lo paseaban por los platós y por los programas de televisión como si fuera una estrella. Se hacían camisetas con su nombres, se le entregaban premios y se realizaban encuestas para que apareciera como la persona favorita de todos los españoles para irse con ella de cañas o quedarse con él en una isla desierta. Y de repente desapareció por completo. Como si la farsa se hubiera caído de golpe. Como si el gobierno hubiera llegado a la conclusión de la noche a la mañana de que todo el país, pese a la propaganda, contemplaba a Fernando Simón como un tipo funesto y un símbolo de la incompetencia del gobierno. Lo último que se supo de él es que la variante Delta iba a ser marginal en España. Actualmente más del 90% de los contagios en España son causados por Delta.

Lo cierto es que el gobierno ha tenido cierto éxito al decidir quitarse de en medio a Fernando Simón. De algún modo hemos caído en la trampa de pensar que los errores de Fernando Simón no eran errores del gobierno, sino de Fernando Simón, o que una vez eliminado Fernando Simón quedan borrados los errores del gobierno. El hecho es que ya casi no se habla de ellos. La mayoría mediática gubernamental se cuida muy mucho de no mantener vivo el recuerdo de la hemeroteca y conforme el tiempo va pasando se diluyen las palabras del mortífero Simón, o sea del mortífero Sánchez.

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Habría mucho que refrescar en la memoria para no olvidar la nefasta gestión de la pandemia que ha llevado desde el principio este gobierno. Lamentablemente la diferencia entre gestionar bien o mal una pandemia se mide en vidas humanas. Podríamos recordar multitud de afirmaciones y consejos totalmente contraproducentes en los momentos claves de la pandemia, pero sin duda una de las cumbres en las que se mezcla la demagogia barata con el desacierto fue la distinción entre mascarillas solidarias y mascarillas egoístas. Por lo menos para entonces el gobierno socialista ya había dejado de desaconsejar el uso de la mascarilla.

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Como puede deducirse de las imágenes, tenemos un gobierno que apuesta totalmente por las mascarillas egoístas, las denostadas FFP2 que sin embargo protegen y con u mayor nivel de efectividad tanto al que las usa como al resto. He aquí una estupenda orla de todo este grupo de egoístas insolidarios.

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Podríamos recordar también las críticas que el gobierno y todos sus satélites mediáticos vertieron contra Ayuso cuando decidió repartir gratuitamente mascarillas FFP2 entre los madrileños. La oportuna desaparición de Fernando Simón seguramente pretende hacernos olvidar todas las cosas que decía Simón y que todos ellos usan ahora las mascarillas que desaconsejaban. No sólo las desaconsejaban, sino que marcaban como egoístas e insolidarios a quienes las usaban porque este gobierno de extremistas zumbados funciona de esa manera, tachando de gentuza a todo aquel que no sigue su discurso. El problema es que si quienes usaban mascarillas FFP2 eran gentuza, ¿cómo habría que calificar a todos estos señores con sus mascarillas? Han quitado a Fernando Simón de la palestra y pasado a otras cosas para que nos olvidemos de todo. Pasado mañana centrarán el debate en otro asunto para que nos olvidemos de la factura de la luz y de todo lo que decían en la oposición. Las próximas elecciones, cuando sean, no van a ser solamente un enfrentamiento primordial entre socialismo o libertad, sino también entre socialismo o memoria. Si se olvida absolutamente todo lo que ha hecho el gobierno, la verdad es que tampoco lo ha hecho tan mal.

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