Osasuna, nuestro inquilino euskaldún

Existen varias razones para tener interés en las cosas que pasan con Osasuna. En primer lugar, obviamente, por el aspecto deportivo, aunque esto puede no ser del interés de todo el mundo. En segundo lugar porque Osasuna, como el Barcelona, es “más que un club”, como mínimo es un agente relevante en la vida social. Finalmente a todos nos interesa Osasuna porque, como contribuyentes, somos propietarios de un estadio de fútbol, el Sadar, del cual el Osasuna es nuestro inquilino, a cambio por cierto de una renta artificialmente baja y raquítica.

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A consecuencia de lo anterior, puede interesarnos saber que Osasuna ha firmado un acuerdo con AEK, la Coordinadora de Euskaldunización y Alfabetización particularmente dirigida a la euskaldunización de los adultos, para “el desarrollo de un plan para la mejora de su gestión lingüística”. Para ello, explica el club navarro, “se establecerán diferentes líneas de trabajo: charlas de motivación y sensibilización, clases de euskera a los empleados y jugadores que así lo demanden, un plan de traducciones, etc”.

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Osasuna explica que de este modo se va dando cumplimiento a lo establecido en el artículo 5 de los nuevos estatutos del club, el cual establece que “las lenguas propias del Club Atlético Osasuna son el castellano y el euskera” y que “se fomentará el bilingüismo”.

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También se nos recuerda en la nota del club que recientemente se crearon en las redes sociales cuentas en vascuence, asimismo en cumplimiento de la disposición anterior.

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Este recordatorio nos lleva a visitar otra vez esas cuentas y comprobar que la cuenta de Twitter de Osasuna en español tiene 216.000 seguidores, frente a los 1.577 de la cuenta en vascuence. El Facebook de Osasuna en español, por su parte, tiene 244.993 seguidores, frente a los 259 del Facebook en vascuence. En realidad no es que esté mal que Osasuna publique sus noticias en vascuence, pero el seguimiento de una y otra cuenta ayuda a poner en su justo término la demanda social real, que tantas veces se intenta inflar y que a menudo suele servir ora para la imposición del vascuence, ora para la discriminación de los castellanoparlantes, ora para la creación de un paisaje social y lingüístico artificial.

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¿Ampliar el Sadar? ¿Y cuándo recomprarlo?

Mencionábamos al principio que Osasuna nos interesa, si no por otra cosa, al menos por ser el inquilino de nuestro estadio, aunque eso de ser propietarios y arrendadores de un estadio no es algo que hayamos elegido sino que, como de costumbre, nos han impuesto nuestros políticos bienamados. El caso es que en los últimos tiempos se viene preparando una ampliación del estadio de 18.000 a 20.000 espectadores. Parece ser que en el origen de la idea se encuentra una reforma del estadio que viene determinada por la normativa de seguridad, pero Osasuna quiere aprovechar las obras para ampliar el aforo. El asunto es que las reformas por seguridad supondrían una rebaja del aforo de 18.000 a 16.000 plazas y Osasuna quiere no sólo no perder esa capacidad, si no se hace nada, más sino ampliarla hasta los 20.000. Todas esas obras de reforma y ampliación, por cierto, se habla de que tendrían un coste de unos 14 millones de euros.

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A estas alturas seguramente muchos de ustedes recordarán que en marzo de este mismo año los socios de Osasuna, a los que los contribuyentes les han evitado tener que hacerse cargo ellos del agujero con Hacienda, rechazaron que Osasuna recomprara el Sadar por 24 millones de euros (el precio de tasación). Aquella hubiera sido una gran ocasión para que el Sadar hubiera dejado de ser un asunto nuestro para que pasara a ser un asunto suyo, pero el hecho es que a lo mejor los socios de Osasuna le han cogido el gusto a que los problemas del estadio y del club sean un problema nuestro y no suyo. Esperemos que ahora Osasuna no se gaste el dinero de la recompra del estadio en reformar el estadio, un estadio por el que paga una renta ridícula. Esperemos también que el club no recupere en el futuro el estadio a nuestra costa a precio de saldo, por un precio muy por debajo de la tasación, o que nos quedemos los contribuyentes en posesión de un estadio que no necesitamos para nada y por cuyo valor se nos ofrece una rentabilidad irrisoria.

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El enredo en relación con toda esta cuestión se complica un poco más teniendo en cuenta que Osasuna ha podido gozar de una serie de beneficios fiscales a cuenta de todas estas obras que se planean acogiéndose a una exención por reinversión y una reserva especial para inversiones. El problema es que o acomete todas esas obras entre 2019 y 2020, u Osasuna tendrá que pagar a Hacienda entre 1,1 y 1,5 millones.

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