El gobierno nacionalista cuatripartito fue malo el año pasado, por lo que incumplió la llamada “regla de gasto”. La regla de gasto es una imposición nacional-europea en virtud de la cual las administraciones públicas tienen que someterse a unos límites presupuestarios para no exacerbar los ya de por sí alarmantes desequilibrios financieros, particularmente los referidos a deuda y gasto. Es decir, puesto que nos encontramos en una situación de déficit y endeudamiento crónicos, cosa que de por sí ya es mala porque ningún sistema es sostenible indefinidamente con un desfase entre gastos e ingresos, que al menos no sea un déficit enloquecido. Esto se aplica incluso a las administraciones que tienen superávit, bajo la premisa de que el gasto no puede ser el máximo posible en los momentos altos del ciclo económico si se pretende que en la parte baja del ciclo tampoco se tengan que ceñir al mínimo. La regla de gasto es un recordatorio del supuesto no-rescate de la administración española en el punto álgido de la crisis, que por el contrario demuestra que algo de rescate o como queramos llamarlo sí que hubo y una de las condiciones del avalista-rescatador fue la regla de gasto. La regla de gasto es también esa imposición contra la que claman los “gobiernos del cambio” pero que después les permite presumir de que han reducido la deuda o no se ha producido un apocalipsis financiero durante su mandato. No por mérito suyo, claro está, sino de la regla de gasto.
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Dicho lo cual, como Navarra no cumplió el año pasado con la regla de gasto y el equipo de Barcos presentó unas cuentas desequilibradas, ahora resulta que para acometer ciertos gastos necesita la tutela y el permiso del gobierno central, que a su vez y a la postre hace de centinela para Bruselas que es quien avala nuestra deuda, rebaja la presión sobre la prima de riesgo y evita nuestra quiebra. Es por ello que ahora nos encontramos con un conflicto discursivo entre el cuatripartito, que quiere gastarse 113 millones en inversiones (los millones derivados de la actualización del convenio), y el PSN, que hace de portavoz del gobierno central, ahora en manos socialistas, el cual está obligado a ejercer una supervisión que el cuatripartito pretende saltarse a la torera para, como siempre, buscar la bronca y el victimismo con el estado.
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Estar ansiosos por complacer a los nacionalistas no es suficiente
Para acometer los 113 millones de gasto que pretende el cuatripartito, al haberse inclumplido los límites del año pasado, ahora el Gobierno de Navarra tiene que justificar ante el gobierno central todo ese paquete de gastos partida por partida, aportando todo tipo de previsiones y explicaciones garantizando que cuadran los números, para que el gobierno central los apruebe. Según la versión de María Chivite, en realidad el gobierno central está dispuestísimo (quizá demasiado) a conceder toda esa millonada de gasto, sólo que el Gobierno de Navarra no cumplimenta adecuadamente los pasos establecidos para que el gobierno central lo autorice. Es por ello que la líder de los socialistas navarros compareció ayer para asegurar que “Las inversiones para Navarra son posibles” y que “están en disposición de poder ser autorizadas porque el Ministerio está en disposición de autorizarlas«, pero que el plan económico-financiero que presentó el Gobierno de Navarra para la autorización de las inversiones «no cumple con los requisitos» y debe «corregirlo». Chivite señaló que si el plan «está bien hecho, el Ministerio está dispuesto a dar la autorización», que la «pelota» está en el Gobierno de Navarra y que “el Ministerio está en disposición de autorizar siempre que el Gobierno de Navarra haga su tarea», por lo que pidió al ejecutivo foral que «no siga en la vía de la confrontación«.
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El conflicto es el estado natural del nacionalismo
¿Pero cómo no va a seguir el gobierno nacionalista en la vía de la confrontación? Un gobierno separatistas no quiere otra cosa que la confrontación. No le conviene el entendimiento. Para alimentar el sentimiento independentista necesita permanentemente del conflicto y la victimización, y si no hay razones objetivas para el conflicto pues se inventan. Es por eso que el cuatripartito pretende aprobar el jueves en el parlamento foral una proposición de ley para aprobar el gasto de esos 113 millones al margen de lo que diga el gobierno central. ¿Qué más quiere el separatismo que un buen conflicto en el que además parece que los separatistas quieren más libros para los niños y el gobierno central pretende dejar a los abuelos sin medicinas?
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Los nacionalistas suelen ser premiados por buscar el conflicto
Probablemente además, como viene sucediendo, el nacionalismo conseguirá al final tener el dinero y el conflicto que quería. Entre el conflicto y el dinero seguramente el nacionalismo elegiría el conflicto, pero además conseguirá el dinero y que parezca que lo ha conseguido pese a la maldad del estado, que todo ha sido posible gracias al conflicto que ha generado, que los no separatistas no lo hubieran conseguido,, que Madrid nos odia y que hay que conseguir la independencia para acabar con este tipo de problemas. Es decir, en vez de hacerse acreedor de dos broncas, una por exceder el gasto el año pasado y otra más por no presentar un plan financiero adecuado en tiempo y forma para obtener la aprobación del gobierno central, encima conseguirá ponerse una medalla. Lo llamativo es que el PSN no haya visto aún cómo funciona el asunto y considere a Geroa Bai su aliado natural, en vez del rival político que le quiere degollar políticamente hablando.
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