Sólo conocemos lo que ellos nos quieren enseñar. Cuando el plan consiste en promover la autodeterminación de género, ponen en circulación un autobús en el que dice que hay niñas con pene y niños con vulva. A continuación llega el testimonio del niño o de los padres del niño que se siente niña, que sólo puede ser feliz cambiando de sexo, que todo el que cuestione el cambio de sexo del niño es un ser cruel e inhumano que quiere que el niño viva para siempre infeliz. Si te sumas al discurso quieres la felicidad de los niños, si no eres un enemigo de los niños y un vil torturador. Pero la realidad no es así.
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El Drama de los Trans Arrepentidos: “Me Engañaron, Caes en un Bucle de Cirugías” https://t.co/gRm7QfnC4v
— EL ESPAÑOL (@elespanolcom) October 24, 2021
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Incluso en los grandes medios se cuela de vez en cuando el testimonio alternativo de niños y no tan niños que se cambiaron de sexo y se arrepintieron. El drama es por ejemplo el niño que dice que quiere ser niña, cambia de sexo, se arrepiente y ni llega a ser niña ni vuelve a ser niño.
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“El sistema médico te dice que cuando te operas el genital, tu disforia desaparece. No es así. Caes en un bucle de cirugías. Es un problema social y mental”. “No tiene ningún sentido: si no es una patología, ¿por qué vas a la Seguridad Social a que te den hormonas o cirugías? ¿Por qué tienes que cambiar tu aspecto por entero?”. “Me tuve que operar dos veces por un problema de la uretra. Tengo amigas que se han operado también varias veces y, evidentemente, están psicológicamente muy mal. Ahí empecé a ver la luz y a darme cuenta de la mentira de la transexualidad. Pensé que me habían engañado. Pensé: si me he puesto en manos de unos médicos que me iban a solucionar un problema, ¿por qué tengo más problemas que antes de transicionar?”. “Lo digo bien claro a día de hoy. Siento que soy víctima de todo esto. No me dieron opciones, me dijeron “te va a quedar genial la cavidad en cuanto a profundidad” y poco más. Pero esto que tengo no es una vagina ni una vulva, es un hueco que se cierra. Estaré toda mi vida con dilatadores”. “Llevo casi veinte años tomando esas hormonas tan tóxicas y tienen efectos secundarios graves: me puede dar una trombosis, un infarto, hay más posibilidades de desarrollar cáncer de mama… Cuando te haces la vaginoplastia, te conviertes en paciente de por vida, porque ya no tienes tu hormona biológica, que es la testosterona, así que tienes que estar con químicos para siempre. ¡Es un negocio redondo para ellos! La vida de las personas transexuales se acorta por esa medicación”.
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El caso de los trans es una de las mayores evidencias de que para imponer un pensamiento como la ideología de género es mucho más importante el poder que la lógica. La ideología de género es una teoría con escasa coherencia interna. Por un lado se nos dice que la identidad de género es una especie de plastilina. Que es una construcción social. Que la biología y la genética no juegan ningún papel. Que eres lo que la educación hace de ti. Pero al mismo tiempo, se nos dice que es posible ser un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer, como si hubiera mentes o naturaleza masculinas y femeninas, y que encima esas mentes masculinas o femeninas se sienten así pese a haber sido educadas para desarrollarse como todo lo contrario. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Cómo puede haber una mente en el cuerpo que no le corresponde si todas las mentes son iguales y las diferencias son aprendidas? ¿Cómo sabe una mujer que es una mujer o un hombre que es un hombre? A que las mujeres se “liberen” convirtiéndose en una imitación de los hombres (porque los hombres como opresores ya son lo que son) y que en el futuro sólo haya hombres con pene y hombres con vagina, cómo lo llamamos, ¿feminismo? ¿A la aniquilación de la mujer lo llamamos feminismo?
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Desde luego tampoco se suele esperar de nosotros que pensemos tanto las cosas, tan sólo que aceptemos el cambio de sexo de Luisito a Lusita para que Luisita pueda ser feliz. No pienses, simplemente sé partidario de la felicidad de Luisita. No hagas infeliz a Luisita. No cuestiones, dudar es cruel. Pero claro, no te cuentan todo lo que puede venir después de la operación, que la ideología de género puede ser una patraña y que Luisita a lo mejor no sólo no ha alcanzado la felicidad, sino que ha dado un paso que ya es irreversible y que es mucho más infeliz.
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Un comentario
Desde mi afecto a las personas que sufren una patología como la disforia de género nunca he entendido porqué si hay una disonancia entre cuerpo y mente lo pretenden solucionar con tratamientos para modificar los caracteres sexuales primarios y secundarios ¿no sería más efectivo un tratamiento desde el punto de vista mental? pero claro, entonces nadie se lucraría con tratamientos hormonales de por vida ni con costosísimas cirugías. Caso aparte es que muchos de los “cambios de sexo” no se deben ni a circunstancias médicas sino a una moda que intenta paliar el vacío existencial de muchas personas.