Se nos suele presentar al sacerdote católico como un ser oscurantista, símbolo viviente de que la ciencia va por un lado y la religión por otro, por lo que existe una disyuntiva irreconciliable entre ciencia y religión ante la que, por otra parte, cualquier persona inteligente escogería conocimiento y ciencia frente a oscurantismo y religión. De este modo, como sucede en muchas ocasiones, hay gente que no apuesta contra la religión como consecuencia de ser inteligente, sino que aspira a ser inteligente como consecuencia de apostar contra la religión.
En este sentido, resulta curioso encontrarse con personajes como Georges Lemaître. Perdón, monseñor Georges Lemaître.
Lemaître, además de sacerdote católico, es el físico y astrónomo que formuló la expansión del universo y la famosa Teoría del Big Bang. Casi todo el mundo, de hecho, conoce la teoría del Big Bang, pero es probable que sólo una pequeña fracción sepa que esta teoría la formuló un cura. Es a base de estas pequeñas ignorancias, seguramente nada inocentes, como se alimenta la teoría de que si eres inteligente no puedes ser religioso o que la religión va por un lado y la ciencia por otro.
¿Y lo de Galileo? Pues sí, a diferencia de Lemaître todo el mundo conoce el caso de Galileo, o las partes más escabrosas del caso Galileo. Para ser justo, sin embargo, como mínimo habría que poner a cada uno en un plato de la balanza.
Interesa recordar además que lo que se opone al conocimiento o a la inteligencia no es la religión, sino el desconocimiento o la estupidez, respecto a la cual ninguna ideología tiene la vacuna o el monopolio. ¿Cuánta gente sabe que en la URSS, régimen oficialmente materialista, socialista y ateo, la genética fue perseguida y prohibida? Se debate si este prejuicio contra la genética venía dado por las leyes nazis sobre la eugenesia o porque el padre de la genética, Gregor Mendel, era un monje agustino (vaya, otra vez un religioso y la ciencia yendo juntos de la mano), pero el caso es que la genética estuvo proscrita en la Unión Soviética hasta los años sesenta. ¿Por qué se supone que la ciencia es incompatible con la religión y no con el comunismo y el socialismo? ¿Por qué un genetista ruso asesinado como Nikolái Vavílov no ha ocupado en las últimas décadas, ni de lejos, el mismo número de páginas dedicadas a un caso mucho más antiguo como el de Galileo?
La supuesta oposición entre ciencia y fe se encuentra llena de paradojas. Si Stephen Hawking dice que no cree en Dios, pero que en cambio cree en universos paralelos, gente que nunca creería en la existencia de universos paralelos, aunque lo diga Hawking, toma a Hawking como referente para no creer en Dios. De hecho se suele ocultar que Hawking cree en universos paralelos, da la impresión de porque alguien que dice que no cree en Dios pierde credibilidad si cree en universos paralelos. Por lo demás, ni está demostrada la existencia de universos paralelos ni la inexistencia de Dios. Por suerte o por desgracia la ciencia no ha resuelto ninguna de las dos cuestiones, al menos en este universo, este que gracias a un cura sabemos que se expande a causa de una explosión. La pregunta es si puede haber cuadro sin pintor o explosión sin dinamitero. Ah, ¿y no sabemos que la energía se transforma pero no se destruye? Sí, pero eso lo único que demuestra es que el universo podría ser eviterno, que no tiene fin pero sí principio, para lo que seguiríamos necesitando un dinamitero. Un universo eviterno, además, resolvería la aparente paradoja de que no hubiéramos podido llegar al presente si el universo existiera desde hace una eternidad, pues habría tenido que transcurrir una eternidad para llegar al presente.
2 respuestas
Y lo peor es que está demostrado que hay algo más grande que el Universo en expansión…la idiocia humana.
Algún ejemplico podríamos poner, pero no vayamos a calentarles la cabeza a algunos, que llega Sanfermines, hay alcohol, mucha sueca suelta, y …pues eso, que se queden tranquilicos.
Pero qué absurdo artículo. Por cierto, con una redacción un tanto tambaleante…
Las teorías científicas que avalan los universos paralelos están soportadas no en fantasías o ideas, sino exclusivamente en formulaciones científicas. O sea, en fórmulas matemáticas.
¿Qué persona busca a Dios en una fórmula matemática?
No se puede negar el valor de la espiritualidad, que forma parte de nosotros. Tampoco de la filosofía. Pero a medida que los siglos han avanzado la ciencia, con su método científico, ha ocupado espacios en los que previamente sólo se adentraba el mundo de las ideas filosóficas. Pretender enfrentar ambas posiciones es absurdo, cuando no peligroso. Los que quisieron quemar a Galileo pensaban así también.