La izquierda española polariza la campaña electoral para las elecciones europeas llamando fascista y mussoliniana a Giorgia Meloni, la presidente de Italia. Lo paradójico es que mientras la izquierda supuestamente antifascista se dedica a hacer cosas de fascistas, como intentar controlar la Justicia, Meloni se dedica a tomar medidas verdaderamente antifascistas, como conceder más independencia respecto al gobierno a los jueces, de hecho una total independencia.
El Gobierno de Meloni reforma la Justicia italiana para que los políticos no puedan influir en los jueces
— LA GACETA (@gaceta_es) May 31, 2024
Por María Durán (@mariaduran1987)https://t.co/mDhU2OIiqf
En España tenemos al PSOE y Sumar-Podemos pujando por ver qué formación izquierdista dinamita con más eficacia el estado de derecho, la igualdad ante la ley, la separación de poderes y la independencia de los jueces. Todo eso es lo que saltaría hecho añicos en el momento en que el ejecutivo, el legislativo y el judicial fueran tres fotocopias del mismo paisaje. Si el que es juzgado y el que nombra los jueces es el mismo, no hay igualdad ante la ley, no hay independencia judicial y no hay justicia. Esto lo saben hasta el PSOE y Podemos. Por lo menos cuando el PSOE y Podemos no están en el gobierno.
Hay que despolitizar el CGPJ. Que los partidos dejen de proponer candidatos. @sanchezcastejon #PedroSánchezAR
— PSOE (@PSOE) December 11, 2014
HEMEROTECA | Cuando Victoria Rosell, la candidata de Podemos para el Poder Judicial, pedía que el organismo fuera independiente: «¿Cómo va a velar por la independencia de la justicia un CGPJ que depende de los partidos?».
— THE OBJECTIVE (@TheObjective_es) October 28, 2022
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La actual coyuntura que atravesamos debería ser una oportunidad para reformar la Justicia, pero en un sentido opuesto al que propone el sanchismo. Irónicamente, la propuesta de Meloni puede ser un buen modelo. Lo que salta a la vista que es un mal modelo es el nuestro. En este sentido Meloni no sólo propone que en los nombramientos para los altos tribunales no participen los políticos, sino que tampoco participen los jueces. El sistema de elección sería de sorteo entre los propios jueces. O sea, para ser juez hace falta pasar una dura oposición que, hasta donde ello es posible, garantiza que a la judicatura se acceda por mérito y no por ideología o por amiguismo. Un oposición dura como filtro de entrada, además, garantiza también que los jueces sean gente cualificada y con una mínima capacidad intelectual. Si además para formar los altos tribunales el sistema de conformación es por sorteo, se evita la formación de camarillas de jueces y de asociaciones y banderías entre la propia judicatura.
La izquierda progre y sus varas de medir:
— Álvaro Martínez REUNIFICACIÓN HISPANA (@AlvaroMarReg) June 6, 2024
Garzón inculpó a Bárcenas cuatro días antes de unas elecciones y el PSOE defendió su actuación https://t.co/s0UD6E3qNh a través de @eldebate_com
No es mala idea por tanto la de Meloni. Es decir, cualquier cosa es mejor que lo que tenemos ahora en España. El problema es que quien bloquea una salida razonable es el sanchismo. Denuncian y ponen bajo sospecha a los jueces cuando toman decisiones que no les gustan, acusándoles de estar politizados, pero no están por otro lado dispuestos a afrontar una reforma que garantice la independencia de los jueces. La solución al problema de la Justicia y la desconfianza que pesa sobre ella no puede ser politizarla todavía más y hacerla todavía mas dependiente de los políticos. Una reforma de la justicia para despolitizarla, por otro lado, es un punto clave del programa de regeneración democrática que debería estar presentando la oposición. Derrotar al sanchismo en las urnas implica un programa de salvación alrededor del cual se pueda articular una gran mayoría electoral. Ya sea una reforma al estilo Meloni, ya sea un regreso a la literalidad de la Constitución, una reforma despolitizadora de la Justicia debe formar parte ineludible de ese programa de salvación.