Jordi Evole, alias “el follonero”, vuelve al ataque en La Sexta con un nuevo programa de entrevistas, con la peculiaridad de que se va a tratar de entrevistas a personas presas. Oriol Junqueras ha sido el aperitivo. La pregunta que se la hecho al follonero es cuál es su límite, si lo tiene, ante este tipo de entrevistas. La respuesta de Evole pone de manifiesto que por lo visto sí que hay un límite y que ese límite es “la manada”. Pero… ¿por qué?
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Evole repudia el que llama clima de «guerra preventiva» del panorama social actual y las críticas que ha recibido a veces por conceder entrevistas a personajes como Maduro: «Parece que si haces una entrevista le estás blanqueando, le estás haciendo un homenaje». Evole se muestra «totalmente contrario» a esa tendencia y afirma que le «encanta poder charlar con personas que han tenido vidas, por muy atroces que hayan sido sus actos, que pueden tener un relato», aunque por otro lado señala que tendría «muchos reparos» en entrevistar a un violador. De hecho, cuando se le pregunta por la posibilidad de entrevistar a los miembros de “la manada”, contesta con un rotundo «no» y dice que no daría más protagonismo a esos jóvenes del que ya tuvieron.
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Las palabras de Evole resultan cuanto menos curiosas porque él mismo, mientras rechaza por un lado que entrevistar a alguien suponga una homolagación, un homenaje o una operación de blanqueo, por otro lado está reconociendo que no se puede entrevistar a cualquiera, que una entrevista puede tener efectos nocivos, que puede ser contraproducente, que puede blanquear a un violador, que hay un límite moral. La pregunta entonces es por qué el límite moral es “la manada” o un violador.
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Si Evole hubiera sostenido que no hay límite a las entrevistas, que se puede entrevistar a cualquiera y que depende las preguntas y la actitud del entrevistador no hay riesgo de blanquear a un monstruo, dejaría de haber debate, pero en el momento en que acepta que no entrevistaría a un violador o a la manada, no nos queda más remedio que preguntarnos por qué entonces a Otegui sí, por ejemplo. ¿O le parece mal blanquear a un violador pero aceptable blanquear a un secuestrador? Como Eta no violaba, ¿se puede entrevistar a pistoleros y dirigentes de ETA? Cuando entrevistaba a un tirano como Maduro, ¿lo estaba blanqueando a propósito puesto que a un violador no lo entrevistaría?
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Y cuando tras entrevistar a Oriol Junqueras dice que “sería muy buena noticia para la estabilidad de España que Junqueras salga cuanto antes», ¿no sería mejor noticia aún que Junqueras no se dedicara a organizar pucherazos con el dinero de todos, dar golpes de estado y sacar a la gente a la calle para echársela encima a la policía?
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La explicación de Evole viene a indicar que entrevistar a un preso puede servir para blanquear al preso y que el criterio para entrevistar a los presos será entrevistar sólo a presos con los que simpatice. Como esto sería demasiado básico y demasiado evidente, para despistar a lo mejor intercala alguna entrevista con algún preso con el que no simpatice. Lo que en todo caso parece bastante claro es que si se pueden hacer cosas lo bastante horribles como para que Evole considere inadecuado hacer una entrevista a su autor, cuando entrevista a Otegui, a Maduro o a Junqueras no considera a ninguno de ellos responsable de nada tan reprochable.
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Por lo demás el follonero lleva demasiado tiempo en pantalla como para no conocerlo a estas alturas. Un día entrevista a un supuesto santo injustamente detenido en Guantánamo y al poco tiempo le detienen por formar parte de una célula yihadista en España. Alguien que dice que a Abascal le vendría bien un golpe no es un periodista, es un activista mediático peligroso. ¿Cuál es el único límite real del follonero? Que tengamos certeza, no desagradar a los poderes a los que sirve.
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Un comentario
Que buen progre es el follonero, otro subproducto del nacionalismo catalán.