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Si se pone a los navarros en la tesitura de tener que elegir entre nacionalismo y corrupción, el planteamiento es el mejor escenario posible para el nacionalismo. Es más, si la gente tiene que escoger entre la ETA o Marilyn, todo el mundo escogerá Marilyn. Pero si la elección es entre ETA o corrupción, habrá quien escoja ETA.
Si es falso que existe un estado generalizado de corrupción pero la sociedad, no obstante, tiene esa percepción, resulta electoralmente irrelevante que el planteamiento sea falso.
Si llevando el dilema al extremo es cierto que en Navarra el electorado tiene que elegir entre ETA o la corrupción, Navarra es directamente inviable. ¿Qué clase de viabilidad tiene una comunidad en la que las alternativas son que gobiernen los etarras o que gobiernen los corruptos? Un escenario así de alternativas demenciales, por otro lado, sólo es positivo para los etarras o para los corruptos.
Pero si es falso que en Navarra va a haber que elegir entre la ETA y la corrupción, también habría que preguntarse en qué clase de sociedad vivimos que las elecciones se pueden librar en esos términos aunque los términos sean falsos.
También tenemos la hipótesis de que no sea totalmente cierto pero haya algo de verdad en el hecho de que a unos se les pueda asociar a la ETA y a los otros a la corrupción. Entonces procede que unos y otros se pregunten por qué resulta posible realizar esa asociación y que buena parte de la sociedad navarra se la crea. Porque al margen de análisis autocomplacientes, seguramente algo habrá hecho mal cada uno para que cunda generalizadamente esa sensación.
Cuando unos pueden generar rechazo por ser asociados a la ETA y otros respecto a la corrupción, la solución no puede ser acusar al otro aún con más intensidad para tapar las propias vergüenzas. La solución tiene que ser cambiar y hacer las cosas bien para poder ofrecer algo mejor. El resultado de unas elecciones para que exista una comunidad civilizada y próspera no puede ser que la mayoría haya votado ETA o haya votado corrupción.
Desde el punto de vista ciudadano, todos estos planteamientos son no sólo desoladores, sino acreedores del mayor de los castigos electorales. Merecemos poder elegir entre algo mejor. Tener que elegir entre ETA y corrupción parece que es movilizar a la población a las urnas. Puede ser, por el contrario, arrojarla de cabeza hacia la abstención.
Desde el punto de vista electoral, como decíamos al principio, es irrelevante si la disyuntiva que se presenta es falsa, si no obstante esa es la percepción de los ciudadanos. No tiene sentido lamentarse de esa percepción sino tratar de cambiarla.
Para el PPN, que en principio podría beneficiarse de un trasvase de votos de UPN, existe el problema en Navarra de que Bárcenas es mucho más conocido para cualquier navarro que su líder actual, de quien la mayoría de los navarros seguramente ni conoce ni su nombre.
En lo tocante a UPN, es imposible que obtenga un buen resultado si las elecciones se plantean en términos de ETA o corrupción. Para cambiar de escenario no basta con insistir en la variable ETA sino en eliminar la variable corrupción. Y para que eso suceda y cambie la percepción del votante hay que hacer algo. No hacer nada no va a cambiar la percepción del electorado.
Por último, hay que pensar también en el día después de los resultados. A UPN no sólo le interesa que haya cambios antes de las elecciones, también le interesa que haya cambios para después de las elecciones; sobre todo si el reparto de escaños sigue igual, o parecido.
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17 respuestas
Me resulta muy decepcionante que ante la situación actual de descrédito de los partidos «tradicionales», estos no hagan por renovarse y resurgir de sus propias cenizas.
Observemos qué candidatura presenta el PSOE a las europeas: está liderada por Elena Valenciano, una señora que entró a trabajar como telefonista en Ferraz, que con el tiempo se afilió al PSOE y que ha acabado dirigiéndolo…. Y que para más inri no terminó ninguna de las carreras que comenzó.
Los partidos se encastillan en sus procederes turbios porque no hay capacidad ciudadana para decirles «esto no se puede hacer». Y claro, ante ese chollo, se estancan y se pudren. E incluso, ante su propia disolución, son incapaces de abandonar el nepotismo, el caciquismo, la corrupción y las peleas internas por el poder que los atenazan.
El PSOE es el ejemplo perfecto, pero pienso que es extrapolable a UPN y el PP.
Por supuesto, partidos más pequeños, con apariencia de mayor frescura, ocupan su sitio. Entre ellos está la Izquierda Abertzale, que es el más abyecto proyecto político, nacido en parte de la violencia, el chantaje, la exclusión física…. Pero que incomprensiblemente ha conseguido presentarse como adalid de la renovación. El disfraz perfecto.
No es sólo que los partidos sean corruptos, es que nos roban nuestra participación política. Nos dejan solos, huérfanos, desamparados. Y ante ese abandono, los bárbaros asolan Roma.
¡Normal! Es algo cíclico en la historia.
Si son ciertas esas encuestas, PSOE, Geroa y IU en minoría pero la imposible alianza UPN con Bildu les hace tener el poder seguro. Mas vale que se oyen voces por aquí a favor de limpiar el centro derecha navarro, la cuestión, es que hay que hacerlo ya!!!