La Abadía de Montserrat, a instancias del parlamento catalán, ha retirado un monumento que homenajeaba a los 319 requetés del Tercio de Montserat caídos durante la Guerra Civil. Como paso previo a la retirada total del monumento, cuya imagen ilustra esta entrada, la Abadía propuso una placa que decía: “El levantamiento militar de una parte del ejército contra el gobierno legítimo de la República española incitó una cruel guerra civil, de la que se derivó una larga dictadura franquista. Esta cripta, erigida en memoria de los muertos del Terç de Nostra Senyora de Montserrat, debe servir también para recordar todos los muertos de la Guerra Civil en el frente y la retaguardia, así como las víctimas de la represión del régimen dictatorial”. No fue suficiente para las fuerzas que reclamaban la retirada del monumento este texto, que por otra parte informaba tan mal del origen y sentido del Tercio. El monumento ha sido retirado y supuestamente “museizado” en alguna oscura cámara subterránea del monasterio, ya que como monumento proscrito no ha de ser mostrado ni visitado.
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El monumento no deja de resultar llamativo porque el soldado requeté que representa no está desfilando ni celebrando erguido una victoria, o mofándose del rival derrotado, sino herido de muerte, postrado en el suelo, con la vista en el cielo y llevándose al corazón la bandera con las fuerzas que le quedan. No es la imagen de la victoria sino la del sacrificio. Esto es llamativo porque la victoria vende mucho más que el sacrificio, aunque la victoria sea hija del sacrificio y no siempre. A alguien que reverencia un monumento a los caídos en sacrificio por un ideal más elevado no es que le de igual que le quiten el monumento, pero seguramente le reafirma en la idea de que su causa implica sacrificio, en todas las épocas, según la ocasión en cada momento. Una causa que no sea a prueba de sacrificios difícilmente alcance ninguna victoria, ni la merezca. Parece ser que por el Tercio de Montserrat pasaron 1.985 efectivos, de los que 319 murieron en combate y 633 fueron heridos. Un porcentaje que lo dice todo sobre el grado de compromiso de aquellos hombres, seguramente incluso por qué la guerra la ganaron unos y la perdieron los otros.
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Hablando de los otros, la retirada de la imagen parte de una iniciativa del PSC en 2018, apoyada por la ERC, Junts, la CUP… Los mismos partidos que protagonizaron el golpe de estado contra la república de 1934 no pueden tolerar un monumento a quienes dieron un golpe de estado contra la república en 1936. Los mismos que homenajean a la Generalidad de Companys, que competía en asesinatos con las milicias “descontroladas” de socialistas, nacionalistas y anarquistas, consideran inadmisible la presencia petrificada del requeté. El bando nacional ha de representar el mal absoluto para que el bando republicano pueda representar el bien inmaculado. No importa cuánto haya que tergiversar la historia, borrarla o enmendarla para conseguirlo. Que nadie recuerde que el Decálogo del Joven Socialista, publicado ya en 1934 por el diario de las Juventudes del PSOE, establecía que “la única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro es que el Socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor”. Hoy en día la única idea que debe tener grabada en su cerebro un joven socialista es que la izquierda siempre ha defendido la paz y los sueños democráticos y que aquel compañero que propugne lo contrario es un traidor, para lo que hay que borrar y prohibir todo vestigio histórico que cuestione la bondad absoluta de la izquierda y la maldad absoluta de la derecha.
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En el capítulo de maldades, y ya que a fin de cuentas hablamos del Monasterio de Montserrat, conviene recordar que 23 de sus frailes fueron ejecutados al estallar la guerra, que el monasterio fue incautado por la Generalidad, y que el Cristo que preside la Basílica tuvo que estar toda la guerra escondido en un lagar de uva para que no fuera destruido por los milicianos. En Cataluña fueron fueron asesinados 4 obispos y 2.437 religiosos, siendo el territorio en el que la persecución religiosa fue más encarnizada de toda la España republicana, algo que hasta los propios monjes actuales parecían olvidar en la plaquita que proponían como alternativa a la retirada del monumento. A lo mejor la gente se cree que todos aquellos jóvenes requetés, en Cataluña y fuera de ella, acudían a la lucha y eventualmente al sacrificio por deporte, como si la apacible vida republicana les aburriera.
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La mayor infamia contra aquellos requetés no es además quitarles el monumento, sino hacerlo bajo la excusa de que eran franquistas, como si los requetés no hubieran acudido en masa a alistarse cuando Franco no era sino una pieza más en golpe, ni siquiera la más importante en aquel momento. O como si los requetés hubieran luchado por el fascismo en vez de por Dios, España, la legitimidad de su rey y el autogobierno. Lamentablemente hasta los monjes de Montserrat, que parecen haber escondido con vergüenza el monumento en un lugar donde no llegue la luz del sol, han olvidado que los requetés se alistaron básicamente para salvarles la vida a ellos de aquellos que ahora exigen en nombre de su pureza democrática la retirada del monumento. Efectivamente hay mucho que borrar de la memoria de los demás para la que la izquierda y el nacionalismo puedan presumir de la pureza de su pasado.
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Un comentario
Estoy de acuerdo con la Redacción en algunos párrafos. En otros discrepo totalmente.
En el 36 no había estado de derecho, El gobierno no cumplía la ley y por tanto había pisoteado el sistema republicano. El alzamiento fue contra el gobierno (ilegítimo también a causa de las elecciones fraudulentas); no contra la destrozada república.
La auténtica infamia es ser desagradecido.