Gobernar contra los autónomos

El gobierno socialcomunista acaba de sacarse otra cosa chulísima de la chistera como es subir estratosféricamente las cuotas a los autónomos. La cuestión no es sólo la propia subida y si tiene sentido en una delicada y limitada recuperación como la que estamos viviendo, a la que habría que intentar impulsar y no estrangular, o si los autónomos son un colectivo sobre el que haya que cargar en este momento, sino la propia cuantía brutal de la subida. O sea, no sólo se ha decidido una subida de las cuotas, sino una subida salvaje.

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Frente al modelo actual, en el que la cotización mínima mensual se encuentra en los 294 euros y a la que se acogen cerca del 90% de los autónomos, el gobierno propone un sistema de tramos que va a representar una significativa subida para la práctica totalidad.

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Como puede apreciarse, los únicos autónomos que pagarán un poco menos son los que cobran menos de 900 euros. No es que sea injusta esta rebaja, a ver cómo iban a pagar más aún autónomos con unos ingresos tan bajos. El problema es que la reforma machaca a todos los autónomos con unos ingresos superiores a 1.125 euros en 12 mensualidades. Es decir, a personas que no son ni mileuristas en 14 pagas o que rondan ese nivel de ingresos. Estos tendrán que pagar 50 euros más al mes, o 100 más si osan cobrar entre 1300 y 1500 euros, o 170 más si cobran entre 1500 y 1700. O sea, hablamos de pagar al gobierno 600 euros más al año, o 1200 euros más al año, o 2.000 euros más al año,  para gente que no llega al salario medio, con lo que un recorte de esa magnitud representa en sus ingresos. Y aún tratará de vender este gobierno que sólo les exige aún más a los ricos.

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Este último hachazo contra los autónomos, que se suma a la subida de la luz, de los combustibles, o de la cesta de la compra, ratifica que los únicos que se pueden sentir a salvo de la voracidad recaudatoria del gobierno, que a su vez es consecuencia de su gasto descontrolado y su mala gestión, son los colectivos que viven de los subsidios, de las subvenciones o de la política. Y después la izquierda se pregunta cómo puede haber trabajadores que voten a la derecha. La pregunta es cómo puede haber trabajadores que sigan confiando en la izquierda.

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