Estatalizarlo todo o descolonizar de políticos los servicios públicos

El debate sobre el gran apagón no dura ni una semana porque antes de que pase el plazo lo que colapsan a continuación son los trenes, y a saber qué se estropea la semana que viene para que dejemos de hablar de los trenes. De lo que estamos seguros, porque es puro sanchismo, es que lo atroz se ha vuelto tan cotidiano que nada por grave que sea perdura en la atención de los ciudadanos. La DANA tapa lo de Begoña, lo de Begoña tapa lo del hermano, lo del hermano lo de Aldama, lo de Aldama lo de Abalos, lo de Abalos lo del asalto a la Justicia, lo de Koldo lo de RTVE, el apagón lo de todos, los trenes lo del apagón y lo del fraude electoral del voto por correo, y así siempre y con todo. Si tienes dos o tres escándalos que todos los españoles tienen en la cabeza tienes un problema. Si por el contrario tienes a la vez 400 escándalos la atención se dispersa por completo, la intensidad de cada caso se diluye, y la lista de escándalos sanchistas se olvida con la misma facilidad que la lista de los reyes godos. No podemos dedicar la atención que merece a cada uno de los casos. Ya no podemos ni recordarlos. Somos los ciudadanos los que nos desfondamos en vez del sanchismo.

El sanchismo además reacciona a cada escándalo por medio de un ataque. Para el sanchismo es un problema todo lo que se escapa a su poder, por eso el abrazo del ideario comunista de Podemos es una deriva natural. No sólo natural, necesaria. La forma de acallar todas las críticas es el control absoluto. La colonización de todos los sectores de la sociedad que está llevando a cabo el PSOE es tan apabullante como alarmante. Nos encontramos en plena ofensiva sanchista para controlar la justicia, controlar la educación, controlar los medios, controlar las empresas, controlar por completo toda la sociedad.

En este sentido, ¿cómo es posible que la consecuencia del apagón o del colapso de los trenes sea que estemos debatiendo si el estado debe incrementar todavía más el control sobre el sector eléctrico o el ferroviaria? ¿Puede haber todavía más interferencia de los políticos sobre el sector eléctrico? ¿Alguien no ve que el PSOE está colocando al frente de cada empresa pública a un activista sin cualificación ninguna pero con un sueldo de ejecutivo de Wall Street y sumiso hasta la muerte? Hasta la muerte del vecino, a ser posible.

Han sido los políticos y no las empresas, ni los ciudadanos, ni los técnicos, quienes han decidido el modelo energético, a través de la “transición energética” que se han sacado de la manga desde Davos y la Agenda 2030. El objetivo es un 100% de energía renovable, en vez de un mix razonable y seguro. Incluso después del apagón y de la vulnerabilidad que se ha evidenciado la apuesta sigue siendo la misma. España será verde o no será, dice la ministra para la Transición Ecológica. Verde o muerte. Socialismo o muerte. Mejor la muerte que no ser verde o socialista. Mejor todos sin luz que tener energía que no sea verde. Y además cara. Por si fuera poco es todo un timo. Si renunciamos a la energía nuclear el gas es caro, nos hace dependientes y emite CO2, ¿o vamos a dejar al país sin luz cuando no haya viento o sol? Pues estamos listos, porque las olas de frío y las de calor, cuando se demanda más energía, se producen cuando hay anticiclón y escaso viento. Las olas de frío, además, tienen la mala costumbre de llegar en invierno, cuando hay pocas horas de sol para las fotovoltaicas. En cuanto a los pantanos franquistas sólo pueden jugar un papel menor porque España es un país seco la mitad del tiempo. Hay agua o no. Si por otro lado queremos más energía hidroeléctrica habrá que construir más pantanos en vez de re-naturalizar los cauces, y la izquierda no está por la labor.

Por un lado están todas las empresas que son públicas (Correos, Renfe, RTVE), y por otra todas las empresas privadas, desde Red Eléctrica hasta Telefónica, pasando por Indra o Naturgy, que son privadas pero en las que el estado tiene un porcentaje de acciones de control. Eso o también que el estado tiene un paquete de acciones de control sobre una empresa que a su vez tiene un paquete de acciones de control sobre terceras empresas. Entre unas y otras y otras el control del gobierno sobre casi todos los sectores es amplísimo. No es casualidad por tanto que estén fallando como fichas de dominó sectores y servicios públicos al frente de los cuales el gobierno ha podido colocar a un títere. Lo que se ha buscado es el control político y la eficiencia, la sumisión a Sánchez en vez del conocimiento. ¿Alguien se extraña entonces de que estén fallando los servicios esenciales que dependen del gobierno o de que la calidad de los servicios cada vez sea peor cuando al mismo tiempo cada vez nos cuestan más dinero y pagamos más impuestos? En realidad, ¿cabe esperar otra cosa cuando colocas al frente de todos los sectores a una horda de inútiles pero incondicionales? ¿Es casualidad que fuéramos el país con más muertos en la pandemia cuando el ministro de Sanidad, Salvador Illa, era un licenciado en filosofía colocado por la cuota catalana que debía haber en el gobierno y no por sus conocimientos sanitarios? ¿Es casualidad que los trenes colapsen con un sujeto como Oscar Puente al mando de RENFE? ¿Es evitable la ruina de RTVE o Correos bajo las órdenes de amigos de Sánchez? ¿Es mala suerte que haya apagones generales poniendo al frente de Red Electrica a una ex ministra de vivienda de Zapatero? Y la salida a esta situación, ¿es todavía más control del gobierno sobre todos los sectores y más meter inútiles pero devotos al frente de todas las empresas y todos los sectores que directa o indirectamente controla el gobierno? Poner a los políticos al frente de la energía no sólo no es la solución, sino que ha sido la causa del problema. Decidan ustedes mismos si faltan o sobran enchufados en todos los sectores, y si la salida a la situación es una mayor colonización aún de todos los sectores por parte del gobierno, o descolonizar radicalmente de políticos la gestión de todos los servicios públicos, colocando en su lugar gente preparada y eficaz.

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