Volvemos de las vacaciones pasado algo más de un mes y Pedro Sánchez sigue como presidente en funciones y con pronostico incierto sobre sus posibilidades de resultar investido en septiembre. No todo iban a ser malas noticias. Decíamos antes del parón vacacional que no tener gobierno es mejor que tener un mal gobierno y a estas alturas casi estamos más bien en la idea de que no tener gobierno es hasta mejor que tener un buen gobierno, sea lo que sea eso.
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Lo que hemos visto en todas estas semanas, por otro lado, es que las palabras y los actos de Pedro Sánchez no concuerdan en su búsqueda de los apoyos necesarios para resultar investido. Es decir, con quien puede sumar los apoyos o desapoyos necesarios para alcanzar la presidencia es o con el PP o con Ciudadanos, no con Podemos. Sin embargo, con quien Pedro Sánchez se pone a negociar un programa y un gobierno es con Podemos, con el que no suma para resolver la investidura. La mente de Pedro Sánchez va por un lado y las matemáticas por otro.
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Si sacamos al PP y a Ciudadanos del escenario, por ejemplo mediante una abstención, todos los demás juntos no suman más que 104 diputados, frente a los 123 del PSOE. Todo lo que tiene que preocupar al PSOE entonces es buscar la abstención del centro-derecha. Si es cierto que el PSOE no quiere pactar con los separatistas, entonces con quien tiene que buscar un entendimiento es con el PP y con Ciudadanos, siquiera para a falta de otra alternativa pactar un marco de moderación y un gobierno de gestión, que por otra parte podría ser la mejor opción para la mayor parte de los españoles. Por el contrario, con quien Pedro Sánchez se va a negociar es con Podemos, con la doble contradicción que supone eso. Por una parte porque con Podemos no suma, y por otra porque pactar con Podemos un gobierno y un programa de extrema izquierda no ya es que estorbe, sino que directamente dinamita las posibilidades de que el PP y Ciudadanos permitan ese gobierno. Si realmente quieres avanzar en esa dirección, no te vas a negociar con Podemos. Pedro Sánchez les pide los votos gratis a quienes pueden hacerlo presidente, y en cambio pacta el programa y el gobierno con quien no puede ofrecerle los apoyos que necesita. En el mundo real, ¿no funcionan las cosas justo al contrario?
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La duda respecto a todo lo que está sucediendo todas estas semanas, o no sucediendo, es si el punto al que quiere llegar al final Pedro Sánchez (gobierno con todas las fuerzas izquierdistas y separatistas, abstención del centro-derecha o repetición electoral) lo tiene ya pensado desde el primer día al conocer el resultado electoral y asistimos tan sólo a un teatrillo, que le permita vender la idea de que llega al punto de destino porque el resto de fuerzas no le han dado otra opción, o por el contrario realmente no sabe a dónde quiere llegar y hemos dado y seguiremos dando tumbos hasta que lleguemos de manera imprevista a uno de esos tres escenarios o, ya puestos, entremos en un bucle de desgobierno permanente e incertidumbre crónica que, volviendo al principio, podría no ser lo peor que nos pudiera pasar ni de lejos.
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