Frente al desplome fiscal que afronta el estado español ante la paralización de la economía, Podemos ha tenido una brillante idea que es crear un nuevo impuesto para los ricos, el cual acumularía patrimonio y sucesiones y se convertiría en un mero impuesto genérico sobre la riqueza. El problema es que este tipo de impuestos han fracasado en los últimos años porque, mediante bonificaciones, unas comunidades los aplicaban y otras no. De este modo, muchos contribuyentes importantes se domiciliaban en Madrid u otras comunidades lo que por otro lado hacía caer en vez de subir la recaudación de los impuestos en las comunidades que sí los subían.
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Pues bien, la idea de Podemos y el PSOE sería prohibir que las comunidades pudieran aplicar deducciones al impuesto sobre la riqueza, lo que más allá de la discusión sobre si este impuesto es una idea beneficiosa o contraproducente significa cargarse de un plumazo la autonomía fiscal de los territorios, y en el caso de Navarra los Fueros.
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Con la excusa de subir los impuestos a los ricos, el gobierno central está perpetrando una “gamazada” en virtud de la cual imponer una armonizacion fiscal cargándose la autonomía fiscal de los territorios forales. Resulta curioso que la izquierda e incluso el nacionalismo no digan nada ante este atropello que por un lado le quita a Navarra la capacidad de decidir por ella misma lo que quiere cobrar a los contribuyentes más ricos, o qué es ser un contribuyente rico, al mismo tiempo que abre la puerta a que otro gobierno, utilizando la misma lógica, niegue en el futuro la autonomía fiscal de Navarra imponiendo una bajada de impuestos para los ricos. O sea, lo que se está decidiendo aquí no es, o no sólo, si está bien o mal subir los impuestos a los ricos, sino que esa decisión se tome en Navarra.
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Desde luego el gobierno chavista-leninista que pilota España puede acabar provocando la estampida del país de las principales fortunas. Amancio Ortega, por ejemplo, tranquilamente podría irse a Irlanda y desde allá, en vez de pagar más impuestos, hacer donaciones a los hospitales o los colegios españoles eligiendo él personalmente el destino de su dinero. Además a los españoles nos iría mejor, porque el dinero que dona Amancio Ortega llega su destino, como sus mascarillas, a diferencia de cuando el dinero lo gestiona el gobierno.
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A fin de cuentas la izquierda necesita el dinero porque quiere crear una casta subvencionada de 2 millones de txabales para que les garanticen el voto, para que se conviertan en cibertactivistas que controlen las redes sociales y para sacarlos a la calle en caso de necesidad como fuerza de choque. O sea, lo mismo que en los últimos años pero multiplicado por Venezuela.
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